A 75 años de la clausura de Auschwitz continúan vigentes los nacionalismos

El resurgimiento de movimientos extremistas de derecha, con discursos nacionalistas en los que se trata delicados temas como la cultura e identidad, hacen reflexionar sobre qué tanto ha avanzado el ser humano desde entonces.

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El 27 de enero de 1945 tropas soviéticas liberaron a los prisioneros de Auschwitz. Foto tomada de PixaBay

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04 feb 2020

Hace 75 años, tropas soviéticas lograron liberar a más de 7.500 prisioneros, los sobrevivientes del campo de concentración de Auschwitz. Este fue el final de un penoso episodio para un planeta sumido en la guerra total, en la que se cometieron atrocidades desde ambos bandos. Con el fin de la II Guerra Mundial se respiraba un nuevo aire de optimismo en el que se pensaba que la lección se había aprendido y la tolerancia reinaría. 

Hoy en día, el resurgimiento de movimientos extremistas de derecha, con discursos nacionalistas en los que se trata delicados temas como la cultura e identidad, hacen reflexionar sobre qué tanto ha avanzado el ser humano desde entonces. Francia, Alemania, Italia, Noruega, Holanda, España, Estados Unidos y Brasil son solo algunos de los países en los que movimientos que se identifican con posturas abiertamente antimigración tienen representación en los gobiernos o senados. 

“Estamos ante un fenómeno que no se presenta en un país determinado sino que es algo que tiene una dimensión global, al menos en países de occidente. No obstante, en cada uno, estos movimientos de extrema derecha responden a situaciones y inquietudes específicas”, señaló Soren Brinkmann, docente del departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. 

Jair Vega, sociólogo y profesor del departamento de Comunicación Social, manifestó que “nos creamos una idea de progresismo o linealidad en el desarrollo de la humanidad, como si siempre fuéramos avanzando hacia un lugar más sublime y que cada vez la humanidad va a ser más pura, tolerante e incluyente”. 

Vega argumentó que tradicionalmente se piensa que la razón es lo que nos hace seres humanos, pero lo que muestran muchos estudios es que las mayoría de las decisiones que los seres humanos tomamos son emocionales y que regularmente usamos la razón como una manera de justificar esas decisiones emocionales. Por ello, hay que analizar cuáles podrían ser las causas que han posibilitado esta organización mental en la que se identifica al diferente como el enemigo. 

Para el profesor Brinkmann, uno de los elementos que no se pueden ignorar es la desigualdad económica, que aún cuando varía en los diferentes países o continente, se presenta como una problemática común. Citó ejemplos como Italia, que ha sufrido de una histórica inequidad entre el norte y el sur; lo mismo ocurre con el occidente y el oriente de Alemania, que no ha podido balancear el desarrollo económico tras la reunificación. 

“Se visibiliza un vínculo entre un problema social estructural, o por lo menos una percepción de este, y la popularidad de partidos políticos que ofrecen soluciones, que a mi modo de ver son absurdas, pero atraen a mucha gente porque juegan con el tema de la identidad”, afirmó el doctor en Historia.  

En este contexto han crecido partidos como el AfD en Alemania, Liga Norte en Italia, y Vox en España, o el partido del Brexit en el Reino Unido. Sus discursos se asemejan en posturas contra la unión Europea, anti inmigrantes y de preservación de lo que denominan etnia o cultura nacional. 

Para Vega, esta gran representación de los movimientos ultranacionalistas puede ser una reacción a una cultura política enfocada en derechos que crea un modelo que acalla las preocupaciones de ciertos sectores de la sociedad. Se condena y descalifica como retrógrados a quienes piensan diferentes, pero continúan esas mentalidades latentes. Cuando las emocionalidades afloran, y lo políticamente correcto pasa a un segundo plano, entonces el tipo de liderazgo que pone lo emocional, inclusive lo moral como lo más importante, cobra fuerza, señaló el sociólogo. 

“Nuestra formación emocional no es muy compleja, y en estas coyunturas priman emociones como el miedo, la exaltación profunda a un personaje, y la indignación frente a un ‘enemigo común’”, complementó. Basándose en esta creencia de superioridad se han cometido las peores masacres de la humanidad, incluida el Holocausto.

De acuerdo con Brinkmann, algunos de los miedos que producen la inmigración, específicamente en Europa, son fundados en una realidad: hay muy poco control de las fronteras y hay una carencia de políticas públicas que fomenten la integración de quienes llegan de otras culturas. Agregó que es preocupante que en lugar de llegar a una concertación común de los miembros de la unión europea para trabajar en conjunto y solventar el problema, se ha instaurado cada vez más un discurso de lidiar con los migrantes basado en la ideología política de los gobernantes de cada uno de los países. 

A este preocupante panorama se suma el Brexit, y la amenaza de que ocurra lo mismo con otros miembros fundadores de la Unión Europea como Italia; la latente xenofobia que esta surgiendo alrededor de América contra los venezolanos, y el rechazo a comunidades como la latina y la musulmana. 

Por Leonardo Carvajalino

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