A través de conchas de moluscos, investigadores analizan el pasado climático de Colombia

Los docentes Jaime Escobar, Natalia Hoyos y Juan Camilo Restrepo participaron de una investigación en la que a través de la reconstrucción del clima del Mioceno buscaron respuestas a lo que pasará en el futuro.

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Los profesores Natalia Hoyos (centro) y Jaime Escobar (derecha), que participaron en la investigación.

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26 may 2020

Una de las formas de predecir lo que podría pasar en el futuro es mirar al pasado y extraer información de lo que ya ha ocurrido en condiciones similares. Geólogos han aplicado esta metodología para modelar lo que ocurriría con la precipitación y la temperatura, si continúan subiendo las concentraciones de CO2 en las atmósfera; y han encontrado respuestas en el Mioceno, un periodo que comenzó hace alrededor de 23 millones de años y terminó hace unos 5 millones. Sin embargo, la mayoría de los estudios, hasta la fecha, se han limitado a latitudes más altas por lo que se sabe poco sobre el clima tropical. 

Jaime Escobar, Natalia Hoyos y Juan Camilo Restrepo, docentes de Uninorte, recientemente participaron en una investigación, publicada en Geology, considerada la revista científica más importante en el área de las ciencias geológicas, que le apunta a llenar este vacío en los datos a través del estudio de este periodo crucial para nuestro entendimiento del presente y futuro. Durante este periodo de tiempo en la historia del planeta, las temperaturas eran más cálidas, posiblemente debido a concentraciones atmosféricas de CO2 de 400 ppm o más, es decir, condiciones similares a las actuales; esto hace que el período sea un análogo potencial para el clima futuro. 

Escobar manifestó que cuando se consideran los efectos del calentamiento global, los cambios en la precipitación son más difíciles de predecir que los cambios en la temperatura y muchos modelos climáticos todavía arrojan resultados contrarios sobre si la lluvia, a futuro, aumentará o disminuirá. Estas contradicciones de los modelos son más grandes dentro de las latitudes tropicales, donde la disponibilidad de agua es de vital importancia importancia y es el factor crítico que determina la extensión geográfica de muchos ecosistemas. 

“Nuestro estudio proporciona nuevos datos de variabilidad climática de una región que ha sido poco estudiada en términos de reconstrucciones paleoclimáticas y en la que se necesita mucha más investigación en esta área del conocimiento”, anotó Escobar, profesor del departamento de Ingeniería Civil y Ambiental. 

Para el estudio aplicaron técnicas de muestreo de isótopos de alta resolución a conchas de gasterópodos y de esta forma reconstruir el clima subanual y las condiciones hidrológicas en la península de Guajira durante el Mioceno. Utilizaron 25 muestras del género Turritella, tomadas de las formaciones Jimol y Castilletes. . 

Los resultados geoquímico en las diferentes capas de la concha van revelando las condiciones ambientales en las que vivió el organismo. Los datos, combinados con evidencia de fauna, indican un ambiente más húmedo en el norte de América del Sur durante el Mioceno, con una mayor variación estacional de la precipitación.

No obstante, la razón de la mayor abundancia en la precipitación no se debe exclusivamente a la temperatura o concentración de CO2. Según manifestaron los investigadores en el estudio, se debe a la posición de la Zona de convergencia intertropical (o ITCZ, por sus siglas en inglés). Escobar define la ITCZ como una banda de precipitación que se mueve cada año entre los trópicos del hemisferio norte y el hemisferio sur.

Este movimiento estacional juega un papel muy importante para explicar los ciclos de precipitación anuales que tenemos en muchas zonas del territorio colombiano. En la actualidad, la ITCZ solo llega a la península de la Guajira en su posición más septentrional durante el verano boreal, lo que provoca poca lluvia en la región. En el estudio, se infiere que durante este periodo de tiempo la ITCZ se encontraba en una posición más al norte, lo que podría haber producida el efecto de precipitación más abundante. 

 

Por Leonardo Carvajalino

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