Alberto Abello Vives, homenaje entre amigos

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Irina Junieles, Joaquín Viloria, Alonso Sánchez Baute, Weilder Guerra y Ariel Castillo

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08 may 2019

Ocho días antes de su muerte, el economista y pensador del caribe Albero Abello Vives dio el visto bueno final para la publicación del libro Me lo contó Gertrudis y otros periódicos de ayer, una selección de 19 de sus columnas de opinión escritas para el periódico El Universal de Cartagena, que hace parte de la Colección Roble Amarillo de la Editorial de Uninorte.

Durante la Feria del Libro de Bogotá, el 3 de mayo, la universidad realizó la presentación del libro en un homenaje in memoriam del autor, en el cual participaron como invitados algunos de sus amigos más cercanos y colegas. Todos coincidieron en que Abello era un intelectual interesado en entender el caribe desde la esencia más fiel a sus gentes.

El rector Adolfo Meisel, quien abrió el homenaje, se refirió al autor como un buen caribe, un buen amigo y una persona decente. “Creo que su defecto era que a veces sobreestimaba la buena voluntad de algunas personas. Uno le decía y no quería cambiar, pues en el fondo era un optimista. Creía en nuestra región, creía en Colombia y creía en la gente”.

El escritor Alonso Sánchez Baute, quien moderó el conversatorio entre amigos —que contó con la participación de Irina Junieles, Joaquín Viloria, Weilder Guerra y Ariel Castillo—, hizo una breve presentación de quién fue Alberto Abello Vives, entre lo que destacó su papel como fundador del Observatorio del Caribe Colombiano, cofundador de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, decano de la facultad de Economía de la Universidad Tecnológica de Bolívar y director del Laboratorio Iberoamericano de Investigación e Innovación en Cultura y Desarrollo.

Entre sus obras, dedicadas siempre al estudio del caribe colombiano, resaltan Los desterrados del paraísoLa isla encallada. Su último cargo fue como codirector de la Red de Bibliotecas del Banco de la República y de la Biblioteca Luis Ángel Arango; allí lideró la celebración de los 60 años de este emblemático espacio cultural, en 2018.

“Si hay algo que siempre fue hasta el final, es que fue un hombre profundamente caribe”, recordó Sánchez Baute al mencionar las grandes preocupaciones que siempre tuvo Alberto en los temas del Caribe.

Una de esas preocupaciones, mencionó Junieles, exdirectora del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena, siempre fue la desigualdad en Cartagena, la discriminación. “Preocupación que dejó reflejada en sus columnas de forma permanente. Pero que lo conectaba con el papel que tenía la cultura en ese proceso de superación de la pobreza, y desde la institucionalidad, la sociedad civil y la academia logramos embarcarnos en iniciativas casi quijotescas que Alberto tuvo”. Una de esas, recordó, fue la celebración del bicentenario de Cartagena en 2011, en donde fue clave para revitalizar el sentido de la fiesta de independencia, desde su significancia como patrimonio histórico.

Por su parte Joaquín Viloria, economista y gerente del Centro Cultural del Banco de la República en Santa Marta, se refirió a Abello como un ser caribe en todas sus dimensiones, que experimentaba el caribe sudado a 40º centígrados, que recorría los pueblos más recónditos y se interesaba en conocer cómo se vivían los procesos culturales a partir de sus fiestas populares.

“Conozco muy pocas personas que le hayan dedicado su vida a la cultura del caribe y a los movimientos del caribe en general. Él logró abrir el caribe, identificar al caribe desde lo que se conoce como la gran cuenca del caribe”, agregó Viloria al mencionar que Abello fue un conocedor de todo el caribe insular.

En ese proyecto de recorrer y vivir el caribe, que fue su vida misma, Alberto Abello Vives se caracterizó por su atracción hacia las fiestas populares de todo el territorio, así como por su fascinación por la cocina más típica, lo cual lo hizo consciente de la heterogeneidad de la región.

“Él tenía una gran ventaja: el gran conocimiento de la región en lo personal, por eso seguía algunas rutas. Esa ruta de la cocina le permitía establecer los mapas no administrativos que la cocina crea, esos vínculos insospechados, por ejemplo, entre comerse un funchi en Curazao y poderlo probar en Riohacha y ver que es el mismo territorio”, contó el antropólogo Weilder Guerra, gerente de la Agencia Cultural del Banco de la República en San Andrés.

En opinión de Guerra, la región como región siempre estuvo bajo examen con Abello, y lo definió como un constructor de región, porque su papel era crear elementos que mantuvieran unida a la región a pesar de la heterogeneidad, lo cual hacía creando circuitos de conocimiento como la Red de Investigadores del Caribe. “Si uno mira la arquitectura cultural del caribe, Alberto está detrás de casi todo”, dijo en referencia a las distintas iniciativas en que Abello participó durante su vida.

“Lo podemos recordar como un pilar que aportó mucho a lo que hoy consideramos que es la región Caribe, en medio de todas sus falencias e inconformidades. Y le dijo siempre al país que mucho de lo que a Colombia hoy se le reconoce se le debe a grandes figuras del arte, la literatura y de la música del caribe colombiano”, puntualizó Guerra.

Su reflexión en la Colección Roble Amarillo

La Colección Roble Amarillo que la Universidad del Norte publica desde 2016 tiene el propósito de presentar en textos cortos los pensamientos de reconocidos escritores e intelectuales del Caribe para que sean identificados y estudiados por la comunidad estudiantil. Me lo contó Gertrudis y otros periódicos de ayer resguarda algunas de las reflexiones más cotidianas de Alberto Abello sobre Cartagena, Barranquilla y el Caribe, temas reiterados en su obra de estudio.

Ariel Castillo, escritor y crítico literario, analizó las 19 columnas seleccionadas por Abello para hacer parte de esta publicación: “Estas columnas son reveladoras de varias facetas de la personalidad de Alberto, indetectables a simple vista o no valoradas suficientemente por quienes en uno u otro momento tuvimos el privilegio y la fortuna de compartir con él algunas jornadas de su paso fugaz pero no efímero por el mundo”, dijo.

Además, indicó que estas columnas muestran otra faceta del humanista moderno que fue Alberto, “para quien todo cuanto se relacione con lo humano, sobre todo si se trata de los seres desfavorecidos por la fortuna, se incorpora a su campo de intereses intelectuales”. El libro es de distribución gratuita y se encuentra en la Biblioteca Karl C. Parrish o en las oficinas de la Editorial, ubicadas en el tercer piso del bloque F.

Por Jesús Anturi

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