Así es el recorrido al interior del Túnel de la Ciencia

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Ocho módulos conforman el recorrido.

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12 mar 2016

El lanzamiento de un cohete que recorre el espacio sin salir de Barranquilla es la primera experiencia que tienen los asistentes al entrar al Túnel de la Ciencia, un espectáculo que combina un juego de luces, humo, sonido y la proyección de un video que termina con la visualización de los mismos espectadores en la inmensa pantalla de alta resolución.

Luego, un gran arco con el logo del Instituto Max Planck da la bienvenida a jóvenes y adultos, quienes pueden conocer en 5 paneles cómo sería la vida en el año 2030, el impacto del crecimiento poblacional, la alteración a nuestro ecosistema, las nuevas ideas y tecnologías que revolucionaran nuestras vidas, y el comportamiento de la civilización.

"El lugar de nuestro sistema solar en el universo es bastante modesto", es la descripción que recibe a los visitantes en el primer módulo de los ocho que componen la exhibición, El Universo, donde una réplica del robot Curiosity, que pareciera tomar vida con una aplicación para iPod, revela información sobre la exploración de Marte.

El recorrido continúa con "El diseño del nanomundo" en el módulo sobre la materia. El microscopio electrónico creado por Ernst Ruska, ganador del Premio Nobel de Física 1986, funciona como herramienta para despertar el interés de los visitantes por el mundo microscópico.

Los materiales del futuro y sus innumerables posibles aplicaciones, ayudan a imaginar cómo sería el mundo y la vida humana si pudiéramos permanecer sanos durante más tiempo o utilizáramos la energía de forma más eficiente.

"El microscopio óptico abrió la primera puerta al microcosmo. El microscopio electrónico abrió la segunda puerta al microcosmo. ¿Qué encontraremos al abrir la tercera puerta?", es la frase de Ruska que invita a los asistentes a continuar explorando los demás módulos del Túnel.

Las pantallas didácticas sirven de guía ilustrando complejos procesos de manera sencilla. En el módulo sobre la vida se puede aprender acerca del pasado para pensar en el futuro. La célula y la biología son las protagonistas de esta sección, motivando a grandes y pequeños a pasar menos tiempo mirando pantallas de computadoras y más tiempo observando la naturaleza.

Tres billetes de distintas nacionalidades y un juego de internet ayudan a comprender cómo pequeños actos en realidad se conectan con otros más complejos. El módulo sobre la complejidad tiene el propósito de mostrar la forma como se interconecta cada acción en nuestro mundo. Esta interconexión que hace de las rutas de migración de los billetes posibles canales de propagación de pandemias.

Ver, oír, hablar, tocar y calcular son algunas de las acciones que hacemos cada instante de nuestras vidas y que el cerebro interpreta en cuestión de milisegundos. Al oprimir un botón en el juego que enseña sobre el cerebro, se ilumina la parte de este órgano que se encarga de dicha función. Esta sección de la exhibición está dedicada al órgano más complejo del cuerpo humano, una maravilla, como se puede leer en uno de los paneles, que aún esconde muchos secretos.

Las estructuras plásticas que simulan figuras asimétricas y recuerdan el escenario de películas futurísticas, aportan a la experiencia de los visitantes que miran con curiosidad cada una de las pantallas y objetos. Llamar la atención de todo aquel que pasa por el módulo sobre la salud, es tarea sencilla con la cámara térmica que capta las variaciones de temperatura de quien se posa en frente.

Conocer nuestros propios órganos internos, o al menos una representación de estos, es la función del escáner de rayos X donde jóvenes y adultos hacen fila esperando su turno para jugar con la pantalla donde pueden darse la oportunidad de mirar al interior de su cuerpo y al tiempo conocer sobre otros temas médicos.

La energía y la sociedad son los dos últimos módulos del recorrido, que puede realizarse en el orden deseado por cada visitante. Una era que está marcada por la acción del hombre que modifica las condiciones del planeta, es la idea central de la sección dedicada al "antropoceno", resaltando en cada panel que las reservas de combustible y la mayoría de los recursos de los que disponemos son finitos.

"Una lengua se extingue cada dos semanas", es la frase que despierta la curiosidad de todo aquel que se acerca al módulo sobre la sociedad, en que imágenes de reconocidos lugares contrasta con las letras de idiomas pocos conocidos. 

Por Luis Navas Cohen

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