“Asumir liderazgos sociales se ha vuelto una profesión de alto riesgo”: Luis Trejos

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Noventa y ocho líderes sociales han sido asesinados en lo que va de 2018.

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05 jul 2018

A Luis Cuarto Barrios Machado, un líder social que había denunciado que el municipio en el que vivía, Palmar de Varela, se había convertido en un corredor para el movimiento de sustancias ilícitas, lo asesinaron en su casa mientras dormía la siesta. A Santa Felicinda Santamaría, la presidenta de la junta de acción comunal de su barrio en Quibdó, Chocó, la mataron frente a su familia. 

Aunque los homicidios ocurrieron a 900 kilómetros de distancia, están relacionados por la misma realidad de nuestro país. Luis Fernando Trejos, profesor e investigador del departamento de CienciasPolítica y Relaciones Internacionales, lo llama el “exterminio sistemático de líderes sociales en Colombia”. 

Las cifras son alarmantes. En lo que va corrido del año, 98 líderes sociales han sido asesinados en el país, 13 de ellos en la región Caribe. Por esto, de acuerdo con el profesor Trejos, “en Colombia, asumir liderazgos sociales se ha vuelto una profesión de alto riesgo”. 

El docente aseveró que la recurrencia de este crimen se debe a las siguientes tres problemáticas. 

Órdenes sociales ilegales

En primera instancia “se evidencia que el Estado colombiano no es soberano en gran parte de su territorio”. 

Se basa para hacer esta aseveración en los órdenes sociales que actores armados imponen en zonas periféricas. Estos nuevos órdenes “llevan implícitos un modelo económico ilegal”, haciendo referencia a los cultivos ilícitos y el narcotráfico. De acuerdo con el director del Centro de Pensamiento UNCaribe, en estas comunidades, por ejemplo en zonas rurales, se dificulta llevar la institucionalidad y la presencia del Estado, y es cuando un actor armado llega suplir las necesidades de trabajo y justicia. 

Así también, se refirió a que en muchos casos, como fue el ocurrido en el municipio del Atlántico, los líderes han pedido protección del Estado que les ha sido negada. 

“¿Cuáles son los procedimientos que se utilizan para medir el riesgo, y si esos procedimientos verdaderamente obedecen a factores técnicos o en este caso políticos? Queda ese sinsabor con respecto a eso y uno lo que cree es que el Estado debe asumir una responsabilidad penal y administrativa, porque hubo el antecedente que se solicitó la protección y le fue negada”, cuestionó.

Impunidad judicial 

El docente también afirmó que “la impunidad judicial frente a estos casos y la indiferencia ciudadana son unos incentivos perversos para que este tipo de prácticas sigan sucediendo de manera reiterada”. 

Como ejemplo toma lo que ha ocurrido en junio, en el que 19 líderes sociales han sido asesinados mientras se celebra el Mundial de Fútbol en Rusia. “Los actores armados no son ajenos a la realidad del país y saben que la respuesta institucional será lenta, porque los dispositivos de seguridad están previendo las celebraciones o lamentos del partido, y no tanto la seguridad ciudadana”, manifestó.

Por esta razón, indicó el docente, los actores armados eligieron la hora del partido de la Selección Colombia para llevar a cabo los asesinatos ocurridos en Palmar de Varela y Quibdó. Además, recordó que en muchos casos se “captura al autor material, pero nunca a los determinadores, es decir, quién pagó para que ese líder fuera asesinado”. 

Callar a la comunidad

Como tercer punto, Trejos aseveró que “en muchos territorios se evidencia entonces que actores sociales y políticos han hecho de la violencia un medio efectivo para frenar avances sociales y la posibilidad de que esos avances se den en esos territorios”. 

“El asesinato de líderes sociales produce en la comunidad la ruptura del tejido social. Genera desconfianza, inmoviliza a la comunidad porque el líder es quien hace que la comunidad avance, pero también invisibiliza las problemáticas que hay dentro de las mismas, y eso se traduce en imposibilidad de generar desarrollo social y material en esas comunidades específicas”, profundizó. 

De esta forma, el líder es el que disputa el nuevo orden social impuesto por actores armados, y su liderazgo representa a la comunidad. Por tanto, la delincuencia decide asesinarlo: “aplican la premisa de que la culebra se muere cuando le cortas la cabeza, es decir, muere ese líder y la comunidad se somete automáticamente porque nadie quiere repetir la triste historia de esa persona”, finalizó el docente. 

Por Leonardo Carvajalino

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