Ataque a Casa Verde, una batalla en medio de la búsqueda por democracia

El 9 de diciembre de 1990, mientras los colombianos votaban para elegir a los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente, el Ejército Nacional inició una ofensiva en contra de las FARC. Las implicaciones de este episodio se abordaron en el seminario internacional "Historia y memoria de violencia y conflictos en América Latina".

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Darío Villamizar Herrera durante la conferencia.

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02 sep 2020

El 9 de diciembre de 1990, los colombianos asistían a las urnas para elegir a las 70 personas que integrarían la Asamblea Nacional Constituyente. Ese mismo día, desde las 7:30 de la mañana, el Ejército Nacional dio inicio a la Operación Colombia, una ofensiva frontal contra las FARC-EP que comprometió a 7000 soldados y 40 aeronaves en una batalla que perduró un mes. 

Este episodio del que poco se ha hablado en la historia de nuestro país fue el tema de la más reciente edición del seminario internacional "Historia y memoria de violencia y conflictos en América Latina", que organiza Uninorte en conjunto con el Instituto CAPAZ, el Centro CALAS y la Justus-Liebig-Universität Gießen. El analista política y escritor Darío Villamizar Herrera dictó la conferencia La operación Colombia o el mito de Casa Verde y compartió los avances de un trabajo que está realizando, próximo a publicarse. 

Para entender las implicaciones de lo ocurrido ese día es clave entender el contexto. Las FARC nacen en 1966 como una autodefensa y poco a poco comienzan a crecer. En su segunda conferencia adoptan su nombre, y pasan a funcionar como una guerrilla. En el séptimo de sus encuentros, en 1982, los 1840 combatientes distribuidos en 16 frentes adoptan el nombre de "Ejército del pueblo" y establecen un plan estratégico para la toma del poder. 

Ese mismo año asume la presidencia Belisario Betancur, un conservador que busca el acercamiento con los distintos grupos guerrilleros que en ese entonces operaban en Colombia: FARC, ELN, EPL y M19. Dos años después logra el cese al fuego y tregua con todos estos grupos —con las FARC ocurrió en 1983—. 

Una de las estipulaciones del acuerdo entre las FARC y el Gobierno era, además del cese de secuestros, extorsiones y ataques, un periodo de prueba de un año para organizarse política, económica y socialmente según su libre decisión. Esto condujo a la conformación del movimiento Unión Patriótica. 

Dos días después de haberse creado este partido, comenzaron los primeros asesinatos a su interior hasta terminar en un genocidio político que amasó cerca de 6000 víctimas entre 1985 y comienzos de los años 90. Entre los asesinados se encuentran dos candidatos a la Presidencia de la República, senadores, representantes a la Cámara, concejales, alcaldes, entre otras figuras políticas. 

Casa Verde era un espacio geográfico donde vivían los dirigentes de la guerrilla de las FARC. En este lugar se movían con cierta tranquilidad, holgura, amparados por los acuerdos de paz que habían firmado. Ubicado en Meta, está en una posición central y en términos tácticos muy cercano a la capital del país, pero de difícil acceso, pues estaba en el cañón del río Duda. 

Con el tiempo, la paz entre el Estado y los diferentes grupos armados se fue resquebrejando, con episodios como un ataque con granada a dirigentes del M19, entre los que estaba Antonio Navarro Wolf, y el asesinato de Oscar William Calvo, figura política del EPL. Sin embargo, con las FARC el acuerdo permaneció hasta que en 1987 se rompió de manera tácita, señaló Villamizar, con una emboscada en Caquetá que dejó a 26 muertos en las filas del Ejército. Virgilio Barco, presidente en ese entonces, declaró que la tregua no tenía vigencia en los lugares donde habían ocurrido los ataques.

Tras diversos ataques entre 1989 y 1990, el Ejército Nacional decide reentrenar a 85 000 soldados, 3500 oficiales y 9500 suboficiales. Así también comienza la presión desde distintos sectores sociales para que se termine lo que llamaban el enclave de Casa Verde, ese espacio donde el Estado colombiano no ejercía soberanía. La única forma de terminarlo era militarmente. 

 

Operación Colombia

En octubre de 1990, el Gobierno autorizó una comisión exploratoria de personalidades políticas para constatar si había voluntad en las FARC para poder volver a sentarse a negociar. Esta visita tenía también otro objetivo. 

Ese año arrancó con la desmovilización del M19 y un fuerte movimiento estudiantil y social por una reforma a la Constitución de 1886, que en ese entonces tenía 104 años de vigencia. Se buscaba el mayor consenso político y social en Colombia y por ello se acordó que para el 9 de diciembre habrían nuevas elecciones para elegir a los 70 colombianos que integrarían esa asamblea nacional constituyente. 

La comisión que visitó a la dirigencia de las FARC constató que había voluntad por parte de este grupo de participar en la Asamblea. Así lo afirma un comunicado emitido el 21 de octubre. Sin embargo, ya venía en marcha una serie de operaciones militares, como Centauro, ocurrida el 6 de noviembre, y que fue el principio de la ofensiva. Un contrataque de las FARC seis días después, en el que murieron seis niños, “fue uno de los elementos que colmó el vaso de agua”, según el conferencista. El plan de la Operación Colombia estaba en marcha, la orden se había establecido el 26 de noviembre. 

Villamizar contó que la movilización de tropas hacia el sector se camufló simulando movilizaciones para proteger los sitios donde iban a acudir los votantes. El día D: 9 de diciembre de 1990. El objetivo: “destruir instalaciones, capturar o dar de baja elementos de las FARC”, decía la orden. 

El ataque duró aproximadamente un mes. Las FARC ya estaban preparadas y habían instalado elementos básicos para la defensa de una posición militar. El grueso de los guerrilleros, que en ese entonces llegaban a los 6778, según cifras del Ejército Nacional, se replegó de manera escalonada hacia el sur. El mando se dispersó y cada uno asumió el control sobre los distintos frentes y empiezan a aplicar el plan estratégico que habían diseñado en 1982, con sus variaciones y actualizaciones. 

Tras 26 años de diálogos y rupturas de conversaciones entre las FARC y el Estado se llegó al Acuerdo de Paz de la Habana en 2016. Sin embargo, el hostigamiento contra los líderes sociales, dirigentes políticos y excombatientes (cerca de 230 asesinados a la fecha) continúa, tal y como sucedió durante la tregua firmada en 1983. Para el invitado este es un síntoma del afianzamiento del militarismo en Colombia. La reformas a las fuerzas militares o a la seguridad no han sido elementos que hayan estado en discusión, ni siquiera en las negociaciones de La Habana, y por ello han perdurado en el tiempo estos métodos de guerra contrainsurgentes. 

Por Leonardo Carvajalino

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