Australia en llamas: una mirada al fenómeno de los incendios forestales

Juan Pablo Gómez Echeverri, profesor asistente del departamento de Química y Biología de Uninorte, conversa con Grupo Prensa sobre la crisis ambiental que afronta el país de la Gran Barrera de Coral.

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28 ene 2020

“Los incendios forestales son reguladores de los ecosistemas y son claves para la biodiversidad”, asegura Juan Pablo Gómez Echeverri, magíster en Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes y doctor en Zoología por la Universidad de la Florida. Luego de que Australia lleva más de cuatro meses luchando contra este tipo de conflagraciones, la afirmación parece una paradoja de la naturaleza, pero se trata de un proceso natural de los ecosistemas cuando la mano del hombre no modifica sus regímenes de incendio.

Las investigaciones de Gómez Echeverri, profesor asistente del departamento de Química y Biología de Uninorte, están centradas en entender el origen y evolución de los patrones de diversidad en zonas tropicales, pero también suele estudiar métodos cuantitativos en ecología que permiten hacer inferencias sobre procesos ecológicos que controlan la biodiversidad tropical.

Para él, la intensidad de los fuegos en el país de la Gran Barrera de Coral y lo temprano que se están dando en la época de verano son condiciones difíciles de controlar, sobre todo por la sequía de los últimos años y la acumulación de materia orgánica que aviva los fuegos.

Históricamente Australia siempre ha sobrellevado incendios forestales y los más catastróficos son bautizados con nombres como el Sábado Negro, en 2009. Estas crisis, así como la actual, se presentan en medio o al final de largas sequías. Desde septiembre de 2019, se han quemado más de 10 millones de hectáreas. El fuego ha matado al menos a 32 personas y destruido más de 2000 hogares.

Según la Oficina Meteorológica del Reino Unido, se espera que la concentración de CO2 en la atmosfera alcance un máximo de más de 417 partes por millón (ppm) en mayo, mientras que el promedio del año se espera que sea de alrededor de 414 ppm, casi 3 ppm por encima del promedio del año pasado. Todo esto debido, en gran parte, a los incendios australianos.

“Hay muchos ecosistemas que necesitan ser regulados periódicamente por fuegos. Por ejemplo, en el sur de la Florida hay ecosistemas dominados por pinos, cuyas semillas necesitan unas quemas periódicas para poder germinar. En Australia, los bosques de eucaliptos son normalmente regulados por fuegos. Tanto los pinos como los eucaliptos tienen características resistentes a los fuegos y permiten un recambio de especies y una correcta dinámica de la biodiversidad. El problema viene cuando estos fuegos generados naturalmente los acoplamos con lo que está causando el cambio climático”, argumenta el docente.

A diferencia de los incendios en el Amazonía el año pasado, debido a malas prácticas en la agricultura, en Australia, de acuerdo con científicos que han publicado sus análisis en revistas de alto impacto, estamos viendo un caso típico de las consecuencias del cambio climático global.

“Las temperaturas van a seguir incrementándose en Australia porque el verano todavía no ha llegado a su pico. Lo picos más calientes son a finales de enero y principios de febrero, aunque ha habido algunas lluvias que han permitido controlar algunas zonas”, agrega Gómez Echeverri.

Según Sarah Perkins-Kirkpatrick, científica climática de la UNSW Sydney, las condiciones cálidas y secas de este año se deben, en parte, a un fenómeno meteorológico natural llamado Dipolo del Océano Índico (IOD), producto de las diferencias en las temperaturas de la superficie del mar a través del océano. “En su fase positiva, las aguas más cálidas se congregan cerca de África, y las precipitaciones se reducen en las regiones del sur y más al norte de Australia”.

Esta vez ocurrió uno de los cambios positivos más fuertes en el IOD, sumado a un cambio en los vientos polares sobre la Antártida, también un fenómeno natural, pero mucho más raro que un IOD positivo. Para la experta, este repentino calentamiento estratosférico contribuyó a traer un clima cálido y seco a gran parte de Australia, además de que el calentamiento global está haciendo que el país sea aún más cálido y seco.

Por José Luis Rodríguez R.

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