Celebremos la labor de nuestros maestros: la docencia como punto de diálogo

En el marco del Día del Maestro, nuestro homenaje a los profesores se enmarca en una reflexión hecha por ellos, en la que dan cuenta de su oficio docente como mediadores entre la comunidad y el conocimiento.

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La profesora Angélica Rodríguez conversa con estudiantes del CERI en una charla sobre la participación femenina en el mundo diplomático.

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13 may 2021

En un mundo globalizado, la educación debe servir para eliminar las barreras que impidan contribuir al progreso de la sociedad. En la Universidad del Norte estamos seguros de la excelencia de nuestros docentes, y somos conscientes de su papel transformador. Su compromiso con la calidad educativa se manifiesta en cada una de nuestras divisiones académicas, a través de diferentes metodologías y uso de herramientas con las que los estudiantes comprenden el mundo desde diversos lenguajes y miradas.

En el marco del Día del Maestro (15 de mayo), nuestro homenaje y felicitación a los profesores de Uninorte y del país se enmarca en una reflexión hecha por ellos, en la que dan cuenta de su oficio docente como mediadores entre la comunidad y el conocimiento, y del sentido de educar por medio del diálogo como una dinámica pedagógica permanente.

“El diálogo es importante porque la educación es un acto humano. La comunicación, en todas sus formas, es fundamental para crear confianza. Según una investigación de la Fundación Compartir, es la variable que más impacta positivamente el aprendizaje”, expresa José Aparicio Serrano, doctor en Desarrollo Psicológico, Aprendizaje y Educación, y director del Instituto de Estudios en Educación (IESE) de Uninorte.

De acuerdo con su experiencia, sin diálogo no puede haber un buen clima de enseñanza-aprendizaje y es deber del profesorado generar diariamente situaciones didácticas de diálogo y reflexionar sobre las mismas para perfeccionar su modelo comunicativo en el aula. Es decir, con la actitud, los conocimientos y las herramientas adecuadas se puede superar el esquema de comunicación unidireccional y memoria, orientando tanto a profesores como estudiantes a desarrollar relaciones que apoyen el aprendizaje colaborativo.

“Ser buen docente significa ser respetuoso de las diferencias y, sobre todo, construir conocimiento en conjunto con los estudiantes, estar abierto a aprender de ellos. En mi experiencia, los mejores maestros son los estudiantes porque todo el tiempo lo ponen a uno reflexionar y nos sacan de nuestras zonas de confort”, puntualiza Angélica Rodríguez, directora del departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, y doctora en Procesos Políticos Contemporáneos de la Universidad de Salamanca.

En sus ocho años de ejercicio docente ha aprendido que para fomentar el diálogo educativo en el aula es necesario tres elementos clave: el respeto, la escucha y la empatía, porque “es el mecanismo de solución de controversias por excelencia”. De esta manera, las preguntas, las explicaciones y los argumentos entre estudiantes y el docente configuran espacios de debate, argumentación y proposiciones que conllevan a la construcción de espacios académicos de alto valor y no de simple repetición o mecanización.

Hoy cuando los jóvenes están más inmersos que nunca en el mundo de las comunicaciones y lo digital, el diálogo es una dinámica que forma individuos capaces de confrontar argumentativamente su realidad social, y los educadores tienen la tarea de innovar incansablemente en el desarrollo de los procesos académicos, generando didácticas que aviven el interés de sus estudiantes.

“Lo primero que un docente tiene que tener claro es que los tiempos cambian y nosotros como seres humanos también. Nuestros estudiantes cambian y por tanto debemos estar preparados. En el escenario de la estrategia de enseñanza-aprendizaje que creamos, el diálogo educativo nos permite conectarlos con la realidad y con el objetivo de sus carreras”, argumenta María Amarís, profesora del programa de Psicología y directora de Univoluntarios.

Este año cumple tres décadas de ejercicio docente y afirma que, cada vez que empieza un nuevo semestre, le emociona saber cómo será el nuevo grupo de estudiantes porque “uno encuentra que la dinámica de cada uno es diferente, aunque tengan patrones comunes”.

“Antes de que existiese Univoluntarios, buscaba siempre que mis estudiantes tuviesen contacto con la realidad, así sea para observar. Eso los nutre y le da sentido a lo que estudian. El diálogo siempre será importante porque los hace sentir partícipes de su propio proceso de enseñanza-aprendizaje. Como personas con criterios y sentimientos propios, no tienen que aceptar lo que dice un docente como verdad absoluta”, manifiesta Amarís, doctora en Psicología y magíster Desarrollo Social.

En ese sentido, la profesora Luz Karime Santodomingo, directora del Centro de Escritura ECO, recalca que un buen docente es aquel que no solo puede transmitir un conocimiento sino que también sabe escuchar. En su asignatura de Comunicación y Escritura y talleres de lectura, asegura mostrarse siempre abierta al diálogo desde la primera clase, invitando a los alumnos a formular todo tipo de preguntas.

“Les recalco que siempre pregunten. No quiero que nunca se vayan del salón, virtual o físico, con dudas. Incluso si yo no tengo la respuesta, juntos podemos buscarla. Creo esa disposición ha permitido que los estudiantes se acerquen con confianza,  se abren respecto a lo que sienten y pasa en sus vidas, tanto académica como personal. Esa disposición de escucha y de querer ayudarlos se da gracias a ese espacio de diálogo”, agrega la magíster en Humanidades.

José Aparicio, como profesor de primer semestre, asegura tener claro que debe fomentarlo explícitamente en su aula, insistiendo muchas veces que “el diálogo en mi clase es bienvenido y que ellos son los protagonistas”, porque algunos estudiantes vienen del bachillerato con la creencia de que el diálogo no es lo normal, sino solo escuchar. Es por eso que implementa mecanismos que lo promueven, con metodologías basadas en un problema, de clase invertida, de proyectos o de debate.

Como todo aprendizaje procedimental, los estudiantes necesitan mucha práctica para aprender  a expresar sus puntos de vista, con pensamiento crítico y escuchando al otro. Es un camino de ida y vuelta, en el que las voces son expresadas pero también respetadas.

La profesora Angélica Rodríguez también implementa debates en sus clases que llevan a los estudiantes a asumir posturas y respaldarlas con argumentos, a través de la búsqueda rigurosa  de los contenidos y el análisis sobre la realidad nacional e internacional. En Teoría de Relaciones Internacionales II, por ejemplo, permite las reflexiones acerca de la implementación de los acuerdos de paz y su clase desarrolla expresiones creativas de esos contenidos, a través de videos, infografías y podcast, insumos de conocimiento que invitan a la comunidad universitaria a dialogar sobre esos temas.

“El diálogo nos acerca sobre puntos que creemos distantes, permite generar construcción conjunta del conocimiento más allá de nuestras individualidades, para hacernos entender que hacemos parte de algo más grande: una sociedad. Por eso soy docente porque es mi pasión y siento que es un ejercicio constante de aprendizaje, que permea a nuestras sociedades, genera movilidad social y nos lleva a pensar más allá de nuestras diferencias”, concluye la profesora Angélica.

 

Por José Luis Rodríguez R.

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