Charla de lenguaje 25E

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La consultora Claire Acevedo durante su charla en el salón 25E.

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27 jun 2019

Leer no consiste solo en pasar la vista sobre un conjunto de palabras. En muchas ocasiones los estudiantes no son capaces de entender los textos técnicos de sus libros, una destreza clave en cualquier rendimiento académico. Claire Acevedo, especialista del Centro de Investigación en Educación y Tecnología Educativa (Creet) de la Open University (Londres), ha dedicado gran parte de su trayectoria profesional a analizar y promover un enfoque metodológico para la enseñanza de la lectura y escritura, basada en los géneros textuales: el programa Leer para aprender.

Una metodología que se fundamenta en la separación de los contenidos de los currículos escolares o universitarios con las mismas habilidades necesarias para aprenderlas. De acuerdo con cifras de 2018 de la Encuesta Nacional de Lectura (Enlec), los colombianos de cinco años o más (lectores y no lectores) consumen 2,9 libros por año, uno más frente a los 1,9 de 2014. Sin embargo, son pocos los que detallan el nivel de nuestra compresión lectora. Una investigación de la facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad de la Sabana, por ejemplo, calificaba en 2016 los procesos de escritura y lectura de los universitarios primíparos como “pobres y mediocres”.

Precisamente, uno de los objetivos de Leer para aprender es acelerar el aprendizaje de los alumnos incorporando habilidades de lectura y escritura, al tiempo que reduce la distancia entre los que tienen más alto y bajo rendimiento en clase. Las bases y herramientas para su desarrollo las explicó Acevedo a docentes en una charla organizada el 26 de junio por el Instituto de Idiomas, dentro de la programación de Uninorte en Verano.

“El lenguaje y el aprendizaje están inextricablemente ligados, por lo tanto, la alfabetización concierne a todos los profesores de todas las materias curriculares en todos los niveles educativos (…) El lenguaje no se entiende como un sistema de reglas o un conjunto de habilidades que se deben aprender, sino como un poderoso recurso cultural e intelectual”, manifestó la experta.

En los últimos 15 años, al menos, los resultados de los proyectos de este tipo en Australia y en Europa han sido positivos, acelerando el aprendizaje de todos los alumnos: niños con baja lectura, de comunidades indígenas e incluso en grupos con diagnóstico de dislexia. A través de la pedagogía de géneros textuales, explicó Acevedo, se integran estrategias que apoyan a los estudiantes en el reconocimiento de patrones de lengua en los textos escritos, lo que les permite leer con comprensión crítica y utilizar estos patrones de lengua en sus escritos.

De esta manera, los docentes entre sus estrategias pueden identificar las palabras de transición de un texto para determinar su lógica, desglosar junto a los estudiantes los textos usuales de la asignatura para determinar su estructura e identificar su propósito.

“Todos los textos tienen patrones de organización comunes, fases similares y patrones lingüísticos similares. Los profesores que identifican los géneros discursivos pueden trabajar con los patrones en los textos, utilizando un ciclo de andamiaje para mejorar la alfabetización y el aprendizaje de los alumnos”, enfatizó la consultora internacional.

Por José Luis Rodríguez R.

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