¿Cómo funcionan las maquinarias políticas en Colombia y el Caribe?

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Jessyka Manotas y Laura Ardila durante el conversatorio "¿Como funcionan las maquinarias políticas en Colombia?".

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09 abr 2018

Las maquinarias políticas son redes de organización de votantes, creadas generalmente por los partidos políticos, cuya gestión es debatida frecuentemente en la agenda nacional. Es por eso que su funcionamiento, razón de ser y relación con el Caribe fueron temas centrales en un conversatorio organizado el 5 de abril en Uninorte por el grupo estudiantil Cosmopolítica, en el que participaron la investigadora del Foro Costa Atlántica, Jessyka Manotas, y la editora de la Silla Vacía en su capítulo Caribe, Laura Ardila.

Los asistentes discutieron de la mano de las dos expertas sobre cómo funcionan estas redes políticas y por qué usualmente se ven asociadas con temas de corrupción, aunque este no sea su objetivo. En ese sentido, Manotas destacó que es necesario diferenciar entre la “logística para llegar al poder y las maquinarias clientelares”.

Puntualizó que es normal que los partidos políticos se organicen para saber con quiénes cuentan para las elecciones, lo que es un tema de logística, pero que resulta negativo la manera en que consiguen y permanecen en el poder, a través del clientelismo.

Ardila señaló que estas organizaciones son más bien “empresas” que soportan buena parte de la política que conocemos en el país. Según ella, las maquinarias, si bien no son por sí mismas corruptas, suelen ser utilizadas por los políticos tradicionales como una herramienta para acceder al poder y posteriormente perpetuarse.

Recalcó que gran parte del problema recae en que la política tradicional requiere de financiación que se consigue con privados. “Son estos los que entregan dinero para montar servidores públicos y luego verse beneficiados con las decisiones de estos”, lo cual no sería posible sin la intervención de las maquinarias.

¿Cómo funcionan?

De acuerdo con Ardila, cuando una maquinaria se ve corrompida esta utiliza los posibles votos que puede ofrecer, obteniéndolos a través de procesos como la trashumancia (el trasteo de votantes de su lugar de votación a otro totalmente distinto), la compra de votos y el clientelismo, en donde “los llamados ‘puyaojos’ o ‘mochileros’ son esenciales”.

Estos artífices de la compra de votos son generalmente líderes barriales que se encargan de recoger una base de datos con posibles votos, que luego ofrecen a los candidatos para que hagan parte de sus maquinarias. Así los políticos invierten dinero en estos “mochileros”, a los que en algunos casos les tienen sueldo o los llevan a esferas mucho mayores del poder, señaló Ardila.

Puso como ejemplo el caso de la candidata al Senado Aida Merlano, de quien afirmó antes era “una reconocida ‘mochilera’ que se convirtió en política” y hoy es investigada por las autoridades por presunta compra de votos en Barranquilla durante los comicios del 11 de marzo. 

Las maquinarias en el Caribe

En Colombia existen maquinarias políticas, pero gracias a los escándalos de corrupción más recientes hoy son más notables en el Caribe. Según Manotas, en la región estas maquinarias se caracterizan por haber implantado una “cultura de la ilegalidad”, donde se ha naturalizado la compra del voto y el clientelismo.

Para ella es importante hacer hincapié en que si bien hay una diferencia con las maquinarias del centro del país, es necesario recordar que “los políticos de acá responden a un poder centralista desde Bogotá, que es donde se toman las decisiones y se reparte la mermelada”.

Ambas expertas coincidieron en manifestar que existen caudales de las maquinarias. Explicaron que hay más inversión de dinero en las elecciones locales y las legislativas, donde los políticos y partidos más poderosos recogen votos y montan a alcaldes, gobernadores, diputados y congresistas, con el objetivo de que estos luego entreguen ese capital de votos al que fuese su candidato a la presidencia.

Ardila agregó que, si bien se tiene el estigma de que solo los costeños son corruptos, el problema es mucho mayor en Bogotá, “solo que aquí es mucho más evidente o abierta la compra de votos”.

“No estoy de acuerdo con que la corrupción es solo en la costa, de hecho una de las banderas de la Silla Caribe es que siempre que vamos a hablar de un corrupto en la región le tenemos que buscar su vaso comunicante con el poder en Bogotá, quien es el que maneja los recursos y se sirve de esos votos para elegirse”, finalizó.

Por Edwin Caicedo Ucros

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