Diseño Industrial en acción para la inclusión

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Roque Márceles y Alejandra Parra con su diseño, Aquaticus.

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12 jun 2019

Desde todas las áreas del conocimiento se puede impulsar la inclusión para una sociedad más equitativa. Prueba de esto fue la entrega de proyectos que a principios de junio estudiantes de tercer semestre de Diseño Industrial realizaron en las fundaciones Centro de Neurorehabilitación y Aprendizaje (Funcenap) y CE Camilo. Cada uno de los ocho prototipos que recibieron tenían un diseño y propósito específico, que ayudaría a mejorar estos procesos de inclusión en la sociedad. 

Por ejemplo, en la sede de la Fundación CE Camilo, ubicada en el barrio La Paz, niños de hasta 15 años que sufren parálisis cerebral tienen la posibilidad de recibir hidroterapia en piscina. Para llevar a cabo el procedimiento, que ayuda a la movilidad de las extremidades, la terapeuta debe cargar con sus brazos al paciente para darle una ducha previa y luego caminar hasta la piscina, repetiendo el proceso una vez termine la fisioterapia. 

Situaciones como estas eran las que buscaba el profesor Libardo Reyes, del departamento de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, para que sus estudiantes identificaran y resolvieran en la asignatura Taller 3: Factores Humanos. De esta forma, nació Aquaticus, un dispositivo que reúne un asiento impermeable con dos soportes, que a un extremo tienen un manubrio y en el otro ruedas para un desplazamiento menos laborioso del paciente. 

El proyecto es la entrega final de la asignatura. Cada uno de los grupos de estudiantes debía entregar un diseño personalizado que responda a las necesidades de alguna persona. “Cada vez que se hace la actividad se identifican poblaciones vulnerables, en este caso fueron niños en condición de discapacidad. Se hace un estudio de patologías, dentro de cada una hay necesidades, y se busca desde el diseño dar respuesta a esas, lo que permita facilitar el desarrollo de una actividad”, explicó el docente el objetivo del trabajo que se viene realizando desde 2017. 

Los estudiantes Roque Márceles y Alejandra Parra diseñaron el prototipo de silla acuática, con una paciente especial en mente, Yaniluz, de siete años. “Inicialmente comenzamos a trabajar la investigación a través de videos, para ver cómo se hacían los ejercicios, pero cuando vinimos a ver cómo era el ejercicio de entrar a la piscina con la niña, todo cambió”, contaron. 


Elías Uribe, el docente Libardo Reyes, Alejandra Parra, David Gómez, Camila Duque, Roque Márceles y Ana Milena Rivadeneira. 


La actividad contó con el apoyo de estudiantes de Medicina de séptimo y noveno semestre de la asignatura Tecnologías para la Salud, a cargo de los profesores Stephany Urube y Pedro Villalba, quienes trabajaron en el reconocimiento de la patología e identificación de requerimientos para el logro de los objetivos. Así también, personal de la fundación les dio a los estudiantes directrices sobre el tipo de herramienta que necesitaban y cómo debía ser presentada a los usuarios. 

Ana Milena Rivadeneira, terapeuta de la Fundación, contó que los prototipos han generado un impacto en el personal, los niños y hasta en los padres de familia. “Ellos lo ven con la alegría de un juguete nuevo, pero al mismo tiempo es una ayuda para facilitar la terapia física”, puntualizó. Agregó que los niños, tal y como ocurre con cualquier otro paciente, tienen días en los que no están con la mejor actitud para recibir tratamiento y por esto herramientas como los prototipos entregados aportan porque disfrazan el aspecto terapéutico de las actividades. 

Tal es el caso de AutoMe, un sistema de propulsión manual para niños con parálisis espástica y diparesia. Los estudiantes Elías Uribe y Camila Duque basaron su diseño en Sofía García, de 9 años. La condición que padece le inhibe mover las extremidades inferiores, y además tampoco puede extender sus brazos por completo. 

“Estábamos pensando en hacer otra silla de ruedas que se pudiera adaptar a cualquier entorno, pero nos dimos cuenta que ya habían demasiadas que podían lograr ese objetivo. Preferimos hacer un dispositivo que se pudiera adaptar a cualquier silla de ruedas y le sirviera a todo tipo de persona”, explicaron la idea. El prototipo consta de dos brazos metálicos adaptables que se fijan a las ruedas de la silla y quedan a la altura del pecho, de tal forma que la propulsión se dé a través de un movimiento de remo y no con los brazos en los rines. 

Este movimiento simula el que recibe en las sesiones de terapia para ganar más flexibilidad en los codos. La niña tendrá un incentivo añadido, si quiere ir a más velocidad debe realizar con más fuerza y regularidad los movimientos propios de la fisioterapia. Sofía aún no sabe cómo utilizar del todo el prototipo y ahora mismo se encuentra en una fase de aprendizaje. No obstante, cuentan los estudiantes, es alentador la emoción con la que recibe cada lección y esperan que próximamente esté paseando por un parque por sus propios medios. 


Elías Uribe y Camila Duque instalando AutoMe en una silla de ruedas. 

 

El diseño también debía despertar en los niños un sentido de curiosidad. Esto lo aprendieron de primera mano David Gómez y Danna Guzmán, quienes diseñaron Step 5 para Valeria Rodríguez, de 7 años. La niña tiene parálisis cerebral y diplejia, lo que le inhibe caminar. No obstante, a través de la fisioterapia, Valeria podría ganar poco a poco la fortaleza necesaria para que sus piernas soporten el peso de su cuerpo y no necesite de ayudas para andar. 

Gómez y Guzmán diseñaron un bipedestador que permite la marcha, pensado para mejorar la coordinación en cada una de las regiones del cuerpo que se activan al caminar. El problema era que la pequeña usuaria le tiene miedo a los objetos extraños. Los estudiantes superaron este obstáculo reduciendo el tamaño del dispositivo a la menor cantidad de partes posibles y con una escala de colores y patrones alegres que invitan al juego y no a la terapia. 


David Gómez entregó Step 5 para una niña con parálisis cerebral y diplejia. 

 

En total fueron ocho proyectos que se entregaron. El profesor Reyes manifestó que la idea es que cada uno de ellos sea utilizado y que, a partir del próximo semestre, los estudiantes que ingresen a Taller 3 realicen visitas, con el apoyo de los estudiantes de salud, para hacer la reevaluación de los proyectos de acuerdo a lo que se haya encontrado a través del uso constante, y así rediseñar el prototipo según se requiera.

“Con estos proyectos queremos que empiecen a identificar las situaciones y problemáticas de un mundo real y así generar propuestas para la vida diaria, que satisfagan necesidades más allá del simple placer del desarrollo objetual”, concluyó el docente. 

 

 

Por Leonardo Carvajalino

 

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