Docentes recorren terrenos del Caujaral para posibles estudios ambientales

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Grupo investigador del departamento de Química y Biología.

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11 mar 2019

El profesor Juan Pablo Gómez Echeverri se detuvo en el instante que oyó el canto de un ave. Puso la mano alrededor de su oreja para evitar la perturbación del viento y escuchó con atención los sonidos de la naturaleza. Segundos después, el mismo canto se repitió y el docente, quien todavía no había visto al ave, dedujo que se trataba de una Chachalaca colombiana, una especie endémica del país.

Se podría decir que tiene un 'oído absoluto' para la música de las aves, pues era al menos la quinta vez que identificaba la especie a la que pertenecía un pájaro por su canturreo en los terrenos bajos del Club Lagos de Caujaral. El profesor Gómez hizo parte de un equipo investigador, enviado por el departamento de Química y Biología, que analizó el 25 de febrero la zona con el propósito de hacer un diagnóstico de su posible uso académico y formar un convenio entre el Club y Uninorte. La importancia del terreno radica en su condición de Bosque Seco Tropical (BST), de la cual actualmente apenas queda un 8% de su extensión original.

Además, es uno de los ecosistemas más amenazados de Colombia y la voluntad del Club Lagos de Caujaral es poder hacer de este un espacio de estudios ambientales. Según Gómez, crear espacios de restauración y conservación, aunque sean de pocas hectáreas, contribuyen a crear un corredor ambiental para el tránsito de fauna y flora.


Esta pequeña Protonotaria migra miles de kilómetros desde EE. UU. a los trópicos durante los meses de invierno. 

 

El recorrido empezó a la siete de la mañana en el monte. Allí, donde el común de las personas no encontraría nada de interés, ellos lograron reconstruir la historia del lugar gracias a sus historiales académicos y sus afilados sentidos. Después de dos horas abriéndose camino entre ramas secas y vegetación tupida, el profesor Oscar Rojas Zamora encontró lo que estaba buscando: la prueba viviente de que el territorio en algún momento fue un bosque lleno de árboles con troncos robustos y ramas que parecían tocar el cielo. En este caso es una ceiba blanca que se observó al otro lado del Arroyo León.

“Estas enredaderas, que son como lianas y crecen al nivel del suelo, suelen detener la sucesión del bosque porque no dejan pasar absolutamente nada. Es necesaria una intervención, si se quiere restaurar el BST”, comentó Rojas para explicar porqué el bosque no se ha regenerado por sí mismo. Sin embargo, especies como Bursera Simaruba, o comúnmente conocida como Resbalamonos, Cacearias, Paulinia, Almendros y Ollademono, son icónicas para los bosques del Caribe y se encuentran en este terreno, evidenciando su potencial regenerativo.

“Este arroyo viene desde lejos, atraviesa Galapa. Le dicen Grande de la Magdalena y luego se convierte en León. Está súper contaminado, le llega toda la basura de todos los barrios que atraviesa” , comentó la profesora Juanita Aldana al observar los tumores de basura que descienden aguas abajo.


Deshechos acumulados a la orilla del arroyo León.

 

“Si se quiere restaurar este bosque, traer estudiantes y que sea una zona de recreación para los asociados al club, hay que ponerle atención a la calidad del agua del caño que está claramente contaminada e influye en los animales que puedan encontrarse en el sitio. Hacer un esfuerzo por ver qué está pasando aguas arriba y el origen de la cadena de contaminación”, concluyó Aldana con sus compañeros antes de emprender el regreso al campus.

Para conocer más sobre la importancia del Bosque Seco Tropical visita nuestro enlace

Por Juan Sebastián Rodríguez

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