Educación remota e híbrida, dos etapas de una solución en tiempos de pandemia

Expertos del Centro para la Excelencia Docente y el Instituto de Estudios en Educación hablaron sobre estas modalidades utilizadas por la gran mayoría de instituciones de educación superior durante este periodo de transición a raíz de la crisis por la pandemia.

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13 may 2020

Con la llegada de la pandemia de la COVID-19, la presencialidad en la educación representa un riesgo que ha llevado a todas las instituciones educativas a replantear la forma en que se continuará la formación de estudiantes. Uninorte no ha sido ajena a este proceso y se ha preparado acorde a la circunstancias para seguir ofreciendo una experiencia de aprendizaje bajo los estándares de excelencia que la han caracterizado.

Ante la urgencia que requería la transición, la institución optó por la modalidad de educación remota. Este replanteamiento de la forma en que se ofrecen clases ha traído consigo retos que cada docente ha enfrentado, con el apoyo y acompañamiento del Centro para la Excelencia Docente Uninorte (CEDU). A diferencia de la educación virtual, que son experiencias planificadas desde el principio y diseñadas para la mediación con tecnología, la enseñanza remota es una adaptación de la presencialidad para ser desarrollada en un nuevo formato de mediación con TIC. 

De acuerdo con Fadia Khouri Saavedra, directora del CEDU, esta forma de impartir clases fue adoptada a nivel mundial por la gran mayoría de instituciones de educación superior, pues trae ventajas como su rápido tiempo de respuesta y mantener, en la medida de lo posible, las actividades de la clase que se habían planeado para la presencialidad. 

El objetivo principal en estas circunstancias no es diseñar un ecosistema educativo robusto, sino más bien continuar con el proceso educativo y proporcionar los apoyos para profesores y estudiantes. Como toda estrategia que se plantee en una situación de emergencia, sabemos que esta adaptación no es perfecta, anotó Khouri, pues en un tiempo de dos semanas se tuvo que resolver aspectos complejos como formas de evaluar, aprender a usar herramientas tecnológicas, creación de recursos que permitieran el desarrollo de clase, y el diseño de nuevas actividades que emulen, en lo posible, el trabajo práctico o de campo. 

En ese sentido, señaló que se encuentran monitoreando temas como las cargas de trabajo, tanto de estudiantes como de profesores; los tiempos para diseñar y preparar una actividad, los formatos de las evaluaciones, la interacción docente-estudiantes, entre otros.

Debido a que la coyuntura no permitirá que en el futuro próximo se vuelva a la normalidad de las clases presenciales, a nivel institucional, Uninorte se encuentra trabajando en la implementación de una nueva modalidad conocida como educación multimodal, blended o híbrida para el segundo semestre de 2020, y que combina elementos presenciales y virtuales. 

Según explica Edna Manotas, coordinadora de la Unidad de Diseño de Materiales Educativos y líder de la estrategia de virtualización del CEDU, "la calidad de un ambiente de aprendizaje no tiene que ver con el formato sino con el diseño pedagógico que se haya planteado. Se trata de trasladar viejos paradigmas asociados a la presencialidad como ritual para darle paso a nuevos esquemas que también son buenos y potencian aprendizajes. No hay una opción mejor que la otra, son dos esquemas diferentes". 

Carmen Ricardo, directora del Departamento de Educación de Uninorte, explicó que el modelo de educación virtual es la tercera generación de la educación a distancia y que, con la ayuda de la tecnología, avanzó para permitir mayor interacción entre estudiantes y docentes. La investigadora aclaró que este modelo educativo no se trata simplemente de recibir clases en los dos formatos, sino que tiene una concepción desde lo pedagógico y por cómo se brindará la formación, teniendo en cuenta la disciplina y los resultados de aprendizaje previstos.

Khouri Saavedra explicó que para el caso de Uninorte habrá cursos que serán 100 % mediados por tecnología, y otros que combinarán la presencialidad en la medida que se necesite. “Si hay alguna práctica o componente en la asignatura que se requiere de forma presencial, estamos la universidad trabajando fuertísimo en la parte de programación académica y bioseguridad para que así pueda ser”, manifestó. Añadió que se encuentran estudiando el caso para un grupo de asignaturas que se pueden desarrollar de manera virtual, pero que, de ser posible y si los estudiantes lo prefieren, se realicen en el campus. 

“Estamos trabajando para poder darle mucha flexibilidad y opciones al estudiante y que, en la medida de lo posible, tenga experiencias presenciales si así lo desea”, dijo.  

La directora del CEDU contó que desde las primeras semanas de junio, y durante seis semanas, cada profesor entrará en un proceso de acompañamiento. “Cuando hablamos de virtual esto implica una preparación detallada, bien pensada y centrada en el estudiante, donde el profesor ya no esté adaptando, sino diseñando una asignatura para ser desarrollada en un entorno mediado por tecnología en el que el centro es el aprendizaje y la experiencia del estudiante”, anotó. 

Manotas complementó que la educación virtual e híbrida traen beneficios. Por ejemplo, en el caso de los estudiantes, pueden manejar sus tiempos de aprendizaje y realizar actividades en cualquier horario ajustado a sus ritmos. De igual manera, se aprende con distintos formatos como videos, podcast, lecturas digitales, lo que es una ayuda cuando se trata de adaptaciones curriculares. Así mismo, se promueve la autorregulación y el trabajo independiente porque el estudiante gana mayor autonomía en cuanto al espacio y tiempo. Por el lado de los docentes, exploran distintas rutas de innovación usando tecnología y descubren otras secuencias didácticas que bien pueden ser adaptadas a la presencialidad. 

 

Por Leonardo Carvajalino

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