Educación y desarrollo a través del computador

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Con sesiones de programación y ejercicios prácticos, los estudiantes se prepararon para el reto final del Club.

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28 jun 2016

Provenientes de la Universidad de Harvard, el español Borja Marero y el barranquillero Jonathan Romero fueron los encargados de liderar dos de los grupos participantes de los Clubes de Ciencia, iniciativa a nivel nacional que buscó acercar a niños y jóvenes a la ciencia y la tecnología.

Su experiencia en la academia no los preparó para lo que verían en esta actividad de una semana: jóvenes no solo talentosos, sino llenos de entusiasmo por aprender, por adquirir conocimiento y por hacer ciencia.

Videojuegos, una herramienta para aprender

Los videojuegos más populares del mercado son elaborados por grandes compañías desarrolladoras que invierten una enorme cantidad de tiempo y dinero en su elaboración. Pero con herramientas sencillas y muchas ganas, un grupo de jóvenes logró hacer sus propios juegos con el objetivo de educar.

Esa fue la meta que se impusieron los participantes del Club de Ciencias Videojuegos que enseñan, liderados por Borja Manero, físico español e investigador de la Universidad de Harvard.

“Hacer un videojuego es una cosa muy complicada. Lo que pasa es que ahora se crean herramientas que facilitan su creación. Aun así, no es una cosa obvia, pero la capacidad que tienen estos chavales es increíble, han avanzado muchísimo. De hecho, han avanzado más en una semana que mis estudiantes de la universidad”, expresó Manero al concluir la semana de trabajo.

Él destacó que estos pequeños de edad escolar lograron todo eso con el mínimo de información. En vez de su metodología tradicional para enseñar a hacer videojuegos, Manero y su co-instructor, el docente de Uninorte Augusto Salazar, les dieron solo lo más básico y los dejaron hacer el proceso con sus propios medios. “Esto ha supuesto un dolor de cabeza continuo, porque tienes que resolver 6 millones de dudas al día, pero han avanzado muchísimo más de esta manera, que es haciendo, que escuchando una explicación”, añadió.

La experiencia, aunque retadora, fue gratificante, como lo expresó la pequeña Diana Carolina Torres Rodríguez, de 13 años y estudiante del Instituto Alexander Von Humboldt.

“Fue increíble, me divertí mucho, aprendí nuevas cosas y con mi juego puedo enseñarles a otros niños, fue una experiencia única. Parece fácil pero en realidad no lo es y pudimos cumplir la meta que era realizar un juego propio. Me ha encantado esta experiencia”, sostuvo la joven, quien cree que lo más importante que aprendió durante el Club de Ciencia es que “si tienes paciencia y tienes el interés, puedes hacer cualquier cosa”.

Su juego es protagonizado por una niña que se siente insegura de ir al colegio. Gracias a la ayuda de su mamá y de los amigos que conoce, pierde el temor y asiste con entusiasmo a clase, donde aprende sobre Pierre y Marie Curie, y al final del juego debe responder un examen sobre esa lección.

Esa manera de aprender, jugando, es lo que Manero quería enseñarles a los jóvenes, más allá de las habilidades técnicas para la elaboración del videojuego. Pero ellos no fueron los únicos que aprendieron algo durante la experiencia.

“Al principio me sentí un poco viejo y aburrido porque en realidad el entusiasmo que he visto en los chicos que estaban con nosotros era contagioso. Yo venía de Boston, de esa rigidez muy ‘harvardiana’, y de pronto aquí todo es pregunta, entusiasmo, sonrisa... He aprendido que esa alegría vale oro y aquí se tiene, y es un talento igual de grande que cualquier otro, y es necesaria para ser científico”, confesó entre risas.

Una nueva manera de programar

La forma de hacer programación está a punto de cambiar radicalmente, y tal vez los niños y jóvenes del Club de Ciencia Q’hubo qubit: física y computadoras, tendrán más disposición para aprender este nuevo paradigma gracias a su experiencia en Uninorte.

Bajo la guía de Jonathan Romero, quien actualmente estudia un doctorado en fisicoquímica de la Universidad Harvard, estos pequeños tuvieron un acercamiento con el lenguaje de programación Python “como herramienta para aprender sobre mecánica cuántica, específicamente qué es un qubit y cómo se puede usar para procesar información”, sostuvo Romero.

Un qubit es la unidad mínima de información cuántica. Se diferencia de un bit (unidad mínima de información tradicional) en que mientras el bit solo puede tener un valor (0 o 1), el qubit puede tener hasta dos valores al mismo tiempo (0 y 1 al mismo tiempo). Esta característica le permite a un computador cuántico almacenar y procesar muchísima más información que a uno tradicional.

A través de sesiones de programación y ejercicios prácticos, los participantes se prepararon para el reto final del club: utilizar lo aprendido para programar en el computador la solución a un problema planteado.

“Algunos de ellos tenían experiencia programando, pero incluso aquellos que no la tenían eventualmente se familiarizaron lo suficiente con el computador como para resolver los problemas. El día final fue impresionante porque ellos se apropiaron de los espacios y los problemas, trabajaron, resolvieron, programaron por iniciativa propia. Fue bastante gratificante”, expresó Romero.

Con él concuerda Miguel Vásquez, de 17 años y estudiante de segundo semestre de Ingeniería de Sistemas en Uninorte. Dice haber salido motivado luego de participar en el Club de Ciencias.

“La verdad fue una experiencia muy emocionante, que te deja mucho para tu vida. Uno cree que las cosas funcionan de una manera, pero gracias a esta oportunidad podemos ver más allá. Nos hemos podido dar cuenta de muchas más opciones que tenemos y cómo puede ser nuestro futuro más adelante como profesionales”, dijo el joven durante la ceremonia de clausura, donde además confesó que al tener conocimiento previo sobre programación, tuvo que dejar a un lado lo aprendido para poder abrir su mente a este nuevo conocimiento.

Sin embargo, él considera que lo más valioso que obtuvo durante esa semana de trabajo fueron dos lecciones para la vida. “Todo es posible después de que uno se lo proponga, todo está en uno, y uno no se puede creer que sabe todo porque siempre hay una cosa, por pequeña que sea, que desconoce. Es un reto y uno muy emocionante, aprendes y te queda una experiencia de vida que te llena, te motiva para seguir adelante”.

Por Melissa Zuleta Bandera

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