El arte que construye memoria y repara tejido social afectado por la violencia

En el marco de la reconstrucción de la memoria histórica de la guerra en Colombia, y otros países con contextos similares, el arte se ha convertido en una salida alternativa al conflicto, así lo retrata Marie Estripeaut en el libro Vivir con la memoria de los conflictos. De un continente a otro. La autora realizó el 7 de abril el lanzamiento virtual de su libro, a través de Youtube, en un evento organizado por el Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte, dirigido a estudiantes de ciencias políticas y otras disciplinas, profesores, funcionarios y público en general.

La obra retrata las memorias de los conflictos que han ocurrido en las distintas regiones de Europa, África y América Latina y, según lo indica su autora, uno de los resultados al construirlo fue descubrir que existen muchas maneras de abordar las memorias y hacerlas vivir. Por esta razón, encontraron a través del arte unas estrategias metodológicas que permitieron darle voz a esas personas que, producto del contexto en el que vivieron, aún temen hablar y recordar sus historias.

“Desde la caratula, este libro está dedicado a Colombia, obviamente no se habla solo del país porque se quería tener una perspectiva comparativa entre los diferentes procesos, pero decidimos que la portada sería la imagen de una de las escuelas abandonadas por la guerra, una fotografía del artista colombiano Juan Manuel Echavarría”, contó Estripeaut, doctora en Estudios Iberoamericanos y Latinoamericanos.

Para Diana Rico, docente e investigadora del Programa de Ciencia Política y Gobierno de Uninorte, el libro hace una invitación a pensar en los desafíos que está experimentando Colombia en la actualidad, un proceso de postconflicto paralelo a otro tipo de conflictos con otros niveles y actores.

En medio de las múltiples reflexiones en torno a los diferentes conflictos, tanto internos como externos, surgieron interrogantes como: ¿Es posible ponerle fin a un conflicto a escala de una vida humana y de manera satisfactoria para todas las partes? Como respuesta, se profundizó en la idea del arte como una salida alternativa al conflicto, es decir, el arte en su naturaleza permite narrar las historias de formas diferentes, creando un lazo de reconciliación, verdad y reparación.

“El arte ayuda a abrir puntos de encuentro para poder encontrar territorios comunes de significación de la trayectoria de la violencia, que ha afectado comunidades enteras y generación, tras generación a los colombianos”, expresó Claudia Girón, coordinadora del Costurero de la Memoria y también coautora del capítulo del libro La estética de la resiliencia como proyecto colectivo: el taller de costura Kilómetros de vida y memoria.

A través del Costurero de la Memoria, inaugurado en Bogotá en 2013 como parte del proyecto Oficios de la memoria, se promovió la idea de una narrativa textil que permita ir más allá de lo testimonial de una obra artística para entender el impacto individual, el contexto y la perspectiva de vida de las personas que han sufrido distintos tipos de violencia. El objetivo es hacer un trabajo intercultural, intergeneracional e intersectorial.

En el tejido como practica del silencio, con los dedos y con la escucha, se da una resignificación a los distintos actores de los conflictos, dándole voz a aquellos que por mucho tiempo estuvieron silenciados, allí es donde a través del arte y sus distintas representaciones se da un espacio de encuentro de ciudadanías de personas vulnerables alrededor de los temas de conflictos y procesos de resistencia.

“Cuando la voz no sale es porque hay nudos en la garganta, porque hay dolores muy fuertes y miedo, por eso la gente se expresa de otra manera”, afirmó Claudia Girón, experta en intervención psicosocial y construcción de ciudadanía memorial.

Por Katheryn Meléndez Solano.