El impacto del cambio demográfico en la matrícula universitaria en Colombia

Un artículo de investigación del rector Adolfo Meisel y la economista Angela Granger analiza los efectos que ha tenido la caída de la tasa de fecundidad en la demanda de estudiantes potenciales para ingresar a la educación superior. La publicación hace parte de la serie Documentos del departamento de Economía.

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En Colombia cada vez son más pequeñas las cohortes de estudiantes que se gradúan de bachillerato.

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21 may 2020

Desde la segunda mitad del siglo XX, Colombia vive una transición demográfica con un impacto considerable en el crecimiento de la población. Las consecuencias económicas y sociales a que lleva este cambio son muy grandes. El rector de Uninorte Adolfo Meisel y la economista Ángela Granger en su artículo Transición demográfica y sus consecuencias en la matrícula universitaria en Colombia, ahondan en los efectos que el cambio poblacional ha tenido sobre la demanda por educación universitaria.

El avance del bienestar humano a nivel mundial marca dos tendencias claras de las cuales Colombia no es ajena: disminución en la tasa de fecundidad (las mujeres tienen menos hijos) y aumento en la esperanza de vida. La menor fecundidad lleva a una disminución en el número de estudiantes que entran al colegio y luego a la universidad.

Para realizar el análisis sobre el efecto en la población universitaria, Meisel y Granger contrastaron datos censales con los registros administrativos de las pruebas Saber 11 y de la matrícula en educación en las universidades. “Para finales de la primera década del siglo XXI, con grandes avances en la población atendida, la transición demográfica empezó a reflejarse en la demanda educativa”, sostienen el artículo, publicado recientemente en la serie Documentos del Departamento de Economía de la Universidad del Norte.

Según datos del Ministerio de Educación, la demanda efectiva por educación superior, medida por las inscripciones en instituciones educativas, se mantuvo con una tendencia creciente entre 2000 y 2016, tanto en el sector público (4 %) como en el privado (8 %). A partir de 2017 se experimenta un decrecimiento en las inscripciones en instituciones privadas y en 2018 en las públicas. La variación en la matrícula de nuevos estudiantes en instituciones privadas fue de –9 en 2017 y de –10 % en 2018, y en instituciones públicas fue de 1 y –2 % en los mismos años

Aunque los autores sugieren que otras variables, como el crecimiento económico, la creciente participación de la educación virtual, los programas del Gobierno y los costos de matrícula, podrían tener influencia en el número de estudiantes que ingresan a la universidad, el cambio en la estructura de edades es un factor muy relevante.

“En general, hay poca evidencia en torno a las hipótesis coyunturales, y los datos, como el análisis histórico del último siglo en Colombia, sugieren que la causa fundamental está ligada al cambio demográfico”, se lee en el artículo. De acuerdo con los datos presentados, hasta 1996 el país experimentó un crecimiento sostenido en el número de estudiantes que presentaron la prueba Saber 11, a partir de ese año las cohortes de estudiantes son cada vez más pequeñas.

Sin embargo, los autores resaltan que la cobertura en el país aún es muy baja (52,8 %): aproximadamente, uno de cada dos jóvenes de entre 17 y 21 años no accede a la educación superior, por lo que no es posible concluir que el principal efecto en la disminución de la matrícula universitaria sea la escasez absoluta de estudiantes.

La tendencia no es homogénea en el país

Como evidencia para reforzar la hipótesis sobre el impacto de la transición demográfica en la población universitaria, los autores realizan un análisis con enfoque regional. Teniendo en cuenta que en Colombia la evolución de los indicadores sociales es distinta entre regiones, con resultados inferiores en las periferias (Caribe y el litoral Pacífico). Según el artículo, en estas dos regiones se produjo un descenso menor en la tasa de fecundidad: pasó de 7,8 y 7,9 hijos por mujer en 1970, respectivamente, a 2,5 y 2,8 en 2015; mientras Bogotá pasó de 4,5 a 1,8, y la región central de 6,8 a 1,6.

Estudiantes en Colombia entre 14 y 21 años que presentaron las pruebas Saber 11 entre 2000 y 2018 por cohorte de nacimiento. Fuente: Meisel y Granger con datos del Icfes.


En este mismo sentido, en la región Caribe el crecimiento de la demanda potencial por educación está por encima del promedio nacional. La caída del tamaño de las cohortes de estudiantes de bachillerato se observa principalmente en Bogotá y la región Andina, donde es más acelerado el proceso. “La periferia está rezagada económicamente con respecto al centro del país y, por tanto, los factores estructurales que afectan la caída de la natalidad, como el grado de educación y la participación de las mujeres en el mercado laboral, se encuentran todavía por debajo de los promedios nacionales”, indican Meisel y Granger.

Algunas recomendaciones

Entre los principales problemas que enfrenta Colombia con respecto a la educación superior está la baja cobertura, por lo que uno de los retos es ampliarla, sobre todo en la población de menos ingresos. Los autores recomiendan fortalecer el crédito educativo, ampliar los programas públicos e incrementar la participación del sector privado y la gestión de las universidades en la consecución de mayores recursos para becas estudiantiles.

Pero las universidades también enfrentan retos de tipo estructural con respecto a la calidad y las metodologías de educación. “Hay que ampliar y transformar los servicios educativos que ofrecen, de forma tal que respondan a los intereses de los estudiantes y a los requerimientos en el mercado laboral, es decir, trabajar en la pertinencia de la educación”, dicen Meisel y Granger. 

Por otro lado, indican que la reducción de la demanda lleva a que aumente la competencia entre universidades, lo cual debería llevar a una mayor calidad. La evidencia mundial sugiere que los impactos del cambio demográfico impactan en menor medida a las instituciones de alta calidad; afectará, sobre todo, a aquellas que basan sus matrículas en atraer estudiantes cercanos a su localización.

Por Jesús Anturi

 

 

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