El optimismo de María José Hernández luego de vivir sus prácticas clínicas en medio de la pandemia

A pocos días de terminar sus prácticas clínicas en el Hospital Pablo Tobón Uribe de Medellín, la estudiante de Medicina conversó con Grupo Prensa sobre esta experiencia formativa e hizo un llamado a los estudiantes a que venzan el miedo que puede generarles la contingencia por COVID-19 en cualquier ámbito de sus vidas.

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28 may 2020

Ser médica es su vocación. Ser mejor persona, una meta permanente. María José Hernández Woodbine, de 22 años, se define como una persona idealista, optimista, pero pragmática. Asegura que en Uninorte no solo aprendió las bases de su profesión, sino que le ayudó a fortalecer su liderazgo. A pocos días de terminar sus prácticas clínicas (31 de mayo) en el Hospital Pablo Tobón Uribe, en Medellín, la cartagenera conversó con Grupo Prensa sobre esta experiencia formativa e hizo un llamado a los estudiantes a que venzan el miedo que puede generarles la contingencia por COVID-19 en cualquier ámbito de sus vidas.

“El estrés es una respuesta fisiológica. Al principio es una respuesta normal frente a los cambios, pero lo importante es aprender a tener hábitos que combatan la posibilidad de que ese estrés se vuelva crónico o prolongado. Una pandemia es una situación que nadie espera, pero, como todo, nada es permanente. Hay que encaminar los esfuerzos y dudas al cómo nos estamos adaptando”, afirmó la joven galena.

María José escogió la medicina como su profesión porque siempre le llamó la atención la fisiología humana y los diferentes tipos de alteraciones en su funcionamiento. Le gustaría hacer una residencia rural en medicina interna y una maestría en epidemiología clínica, porque quiere mejorar el tratamiento que da a sus pacientes a través de un buen trato humano, pero basado en la certeza de las evidencias epidemiológicas. Además, quiere desarrollar su segunda vocación: la docencia.

“Una vez la científica Marie Curie dijo que nada en la vida debe ser temido, solo entendido. Es momento de entender más para temer menos. Es decir, tener actitud de aprender y ver las diferentes posibilidades de las cosas, hoy más que nada ante la pandemia. Ese es uno de los mensajes que di durante un reciente conversatorio con estudiantes próximos a realizar sus prácticas clínicas. Algún día espero encaminar a las personas que quieran ser médicos”, puntualizó María José.

En su primer día de prácticas en el Hospital Pablo Tobón Uribe, recordó, tuvo un poco de miedo por tener que adaptarse a un nuevo lugar, pero al mismo tiempo se sintió contenta porque empezaba el año final de la carrera. La mayoría de los meses transcurrieron en total normalidad, con excepción de las últimas rotaciones que tuvieron que adaptarse a nuevos horarios, la disminución de pacientes y a rutinas de bioseguridad para mitigar la exposición de contagio del virus.


María José realizó seis rotaciones en el Hospital Pablo Tobón Uribe.

A pesar de que esta crisis de salud pública redujo el número de consultas en el hospital e inoculó de miedo a los pacientes que llegaban durante el inicio de la cuarentena, María José se lleva de cada rotación anécdotas, pero, sobre todo, mucho aprendizaje sobre el buen trato a los pacientes. Rememoró el caso de una adulta mayor que duró un mes en el hospital por una traqueotomía. No hablaba ni pronunciaba ninguna palabra, pero le agarraba la mano para saludarla. Con las semanas fue mejorando y el último día, antes de darle de alta, le dijo a la estudiante que la quería mucho. Para ella, ese gesto fue emotivo “porque es ver el resultado de todo el progreso de la persona y el acompañamiento dado”.

“En otra ocasión trajeron a una niña porque tenía una masa en el abdomen, cáncer. La primera vez que conocí a los papás fue impactante, porque estaban desolados, pero al terminar la rotación estaban más optimistas. Uno ve cómo las personas lidian con las enfermedades y la situación, y me gusta hacer parte del proceso de recuperación. El médico debe ser sensible frente a la persona que atiende. Entender que esa persona no quiere estar enferma ni en el hospital. Que tiene muchas preguntas. Uno tiene que entender eso, llámese COVID-19 o apendicitis”, expresó María José.

De Uninorte agradeció por escucharla siempre en los espacios que brinda a los estudiantes y por permitirle “crecer”. Concluyó que lleva consigo toda la experiencia del HUN (Hospital Universidad del Norte), el cual, “no importa cuánto tiempo pase, siempre será como una segunda casa”. La casa donde pasó la mitad de la carrera aprendiendo de los pacientes y profesores, y sintiéndose “como en familia”. Donde entendió que el conocimiento debe estar siempre al servicio de la gente.

Por José Luis Rodríguez R.

 

 

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