El poder de las ideas

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Participantes del club de Separación de Mezclas en el laboratorio.

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27 jun 2016

Conocer más acerca de los astros, el espacio y los elementos que permiten a enormes máquinas volar, fueron algunos de los aspectos teóricos que durante la semana aprendieron los 20 integrantes del Club IDEAS (Interacción para el Desarrollo de Sistemas Aeronáuticos y Aeroespaciales).

Con edades que iban desde los 8 a los 17 años, tanto niños como jóvenes de diferentes colegios de la ciudad descubrieron por igual el mundo de la aeronáutica, y luego crearon por su cuenta desde aviones que planeaban desafiando corrientes de aire, hasta cohetes hidráulicos que armaron utilizando materiales sencillos como botellas y cartón. Impulsándolos mediante agua y aire a presión, ellos mismos fueron capaces de enviarlos al cielo, en donde alcanzaron alturas de entre 25 y 90 metros.

Jaime Chaquea, uno de los instructores del Club IDEAS, manifestó que mediante este tipo de actividades didácticas buscaron formar jóvenes críticos e inquietos por el conocimiento, así como acercarlos a ciertos temas básicos en la astronomía.

“Hay ciertas bases de la astronomía antigua, y otros conocimientos que se pasan por alto en la formación de los muchachos, y nosotros queremos tratar de revivir eso”, afirmó Chaquea.

Es por eso que al culminar una semana llena de aprendizaje y descubrimiento, también se elevó la motivación entre los jóvenes por encontrar respuestas científicas a los eventos cotidianos.

“Me pareció chévere cuando vi mi cohete volar, porque pude hacer algo muy impactante y estoy muy feliz de haber estado en este grupo que me ha respondido muchas preguntas sobre el cielo y espacio”, explicó Juan Carlos Calderón, estudiante de sexto grado del Colegio San José, tras ver como su cohete descendía por acción de la gravedad.

Por su parte Alberto Moros, estudiante de cuarto semestre de Ingeniería Eléctrica en la universidad, habló sobre su experiencia brindándole apoyo a los más pequeños durante la creación de los cohetes: “Fue grato ver que la pasión por la ciencia da resultado y que la curiosidad permite grandes cosas”.

“Todo es una mezcla que se puede separar”

Después de repasar conceptos básicos de química y tener claros los distintos procesos que existen para dividir una sustancia de otra, los 21 miembros del club Separación de Mezclas estuvieron listos para crear sus propios experimentos; como por ejemplo, separar magnéticamente las partículas de hierro que están presentes en las hojuelas de maíz del cereal.

“El cereal, el agua, todo es una mezcla que se puede separar, hay muchos métodos para hacerlo, y ellos ahora entienden que la química se puede aplicar en la vida diaria”, explicó Fernando Roa, doctor en ingeniería química y de materiales de la Universidad de Colorado, y uno de los directores de este club.

Roa destacó que muchos de los jóvenes ya tenían conocimientos teóricos, por lo que muchas de las actividades fueron experimentos en el laboratorio. Incluso realizaron una visita de campo el día jueves a la empresa Triple A, donde conocieron su planta de tratamiento de agua y los procesos que se requieren para que el liquido sea potable.

Posteriormente los estudiantes recrearon esos procesos, de forma más simplificada, y construyeron sus propios filtros utilizando cuatro materiales: grava, arena, carbón activado y algodón, los cuales dispusieron en ese orden especifico dentro de una botella plástica. Así el agua que ingresaba sucia salía sin impurezas y tras agregar unas gotas de cloro que eliminaban los microorganismos, se convertía en potable.

El nivel de interés de los jóvenes por este club fue tal, que todos sus miembros se destacaron por haber asistido durante cada día de la semana. José Carlos Mendoza, estudiante de grado 11 del Instituto Experimental del Atlántico, señaló que esta había sido una experiencia enriquecedora en donde pudo poner en practica conceptos aprendidos en clase.

“Ha sido un placer trabajar con un equipo de instructores con la mejor capacitación académica y científica, quienes me han permitido complementar las metas que tenía y expandir mi visión del mundo”, concluyó.

Por María Margarita Mendoza

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