El reto que trae el triunfo del “No“ en el plebiscito

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Paola Roldán, directora del OCSA de Uninorte.

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10 oct 2016

El triunfo del ‘No’ en el plebiscito por la paz fue un giro sorpresivo en la situación política y social del país, tras haberse pronosticado previamente que la mayoría de los colombianos apoyarían en las urnas el acuerdo de paz negociado en La Habana.

A raíz de la inesperada votación del 2 de octubre, el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc ha entrado en un panorama de gran incertidumbre, hecho que estuvo en el centro de la V Jornada Académica del Observatorio de Condiciones Socioeconómicas del Atlántico (OCSA), titulada ‘Posacuerdo: oportunidades y retos para Colombia’. Dicho evento se llevó a cabo el pasado 6 de octubre en instalaciones de la Universidad del Norte.

Mientras que en una victoria del ‘Sí’, el primer reto a superar habría sido la implementación legal de los acuerdos (que habría tenido inicio desde el día siguiente al plebiscito), los resultados del domingo 2 configura una situación nueva en la que la negociación se convierte en tripartita. El nuevo desafío inmediato recae en cómo se deberá modificar el acuerdo de paz de tal forma que satisfaga a quienes promovieron el "No", grupo encabezado por los expresidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana.

En su intervención durante el evento, Boris Salazar, decano de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad del Valle, afirmó que pese al triunfó el "No" los resultados del acuerdo “son un avance con respecto a lo que se había hecho en el mundo previamente como fruto, no del capricho o imposiciones de las Farc, sino de una larga y compleja negociación”. Añadió que, en este sentido, el acuerdo no es perfecto e implica algunas concesiones porque depende del punto de vista de dos partes en discusión.

¿Qué quiere el "No"?

Salazar señala que entre los aspectos que el partido Centro Democrático busca reajustar en el pacto de La Habana está el componente de justicia transicional, abordado en el punto 5 del acuerdo. Este es considerado uno de los apartes más controversiales e incluso enfrentó el rechazo de aquellos ciudadanos a favor de una salida negociada a la guerra.

El OCSA, en la presentación durante el mismo evento de su encuesta anual a la población de bajos ingresos del Área Metropolitana de Barranquilla (AMB), en la que se consultó sobre el proceso de paz, obtuvo que el 83% de los encuestados consideraban una negociación política como la mejor solución al conflicto.

A pesar de lo anterior, y de que el "Sí" se impuso en los municipios de la AMB, el 53% de los encuestados se mostró en desacuerdo con que miembros de las Farc recibieran reducción de condena por sus crímenes, y el 85% tampoco se mostró a favor de que los líderes guerrilleros no pagaran cárcel a cambio de la confesión de sus crímenes.

Salazar afirma que los partidarios del "No" buscan una justicia que pase de ser restaurativa, a una puramente retributiva, que castigue un mal con otro mal. Y más importante, la modificación de la jurisdicción especial de paz que plantea el acuerdo para juzgar y sancionar por hechos que tuvieron relación con el conflicto, cometidos tanto por miembros de las Farc, como por agentes del Estado y terceros con participación determinante en tales hechos.

“No hemos obtenido ningún resultado con una justicia retributiva, pero ahora la justicia transicional tendría que ser desaparecida porque no les interesa a diversos grupos políticos, empresarios y terratenientes que financiaron y se beneficiaron de la guerra”, apuntó

El decano también hizo referencia al rechazo de los proponentes del "No" a que se expropien tierras como parte de la reforma rural integral que plantea el punto 1 del acuerdo. En este se pactó la creación de un fondo de tierra de tres millones de hectáreas para campesinos sin tierra, que se alimentará en parte con la extinción de dominio de tierras apropiadas indebidamente y usadas para fines ilegales

“Muchos de los campesinos que votaron por el "Sí" fueron despojados por efecto de las armas y habría que hacer por lo menos un proceso de restitución de la propiedad. Desde el lado del "No" es impensable, pero considero que están equivocados. La guerra ha destruido los derechos de propiedad y si esto no se resuelve va a haber un conflicto permanente”, manifestó Salazar.

No se pueden omitir reformas

Salazar argumenta que buena parte del raciocinio y de las posiciones frente al acuerdo del Centro Democrático tiene que ver con un sentimiento de que son los ganadores de la guerra. “El 'No' ganó en muchas partes del país donde el Estado y los paramilitares aniquilaron a la guerrilla, porque de alguna forma piensan que son vencedores de la guerra. Y como vencedores son los que deben decidir cuántos años de cárcel pagan los vencidos y qué tipos de reformas se pueden hacer”, dice, añadiendo que la posición del "No" es que el fin del conflicto no debería acompañarse de ningún tipo de reforma política o cambio social, porque sería hacer una negociación con un bando vencido.

El académico sostiene que la idea de un proceso de paz del expresidente Uribe, jefe del Centro Democrático, se limita a “dar amnistías, sin verdad, justicia y reparación, y sin ningún tipo de concepción de cambios en el campo, ni condiciones para la participación política”.

La incursión en la política, mantiene Salazar, es fundamental para que una agrupación rebelde como las Farc pueda reintegrarse a la sociedad, y si se hacen ajustes en el acuerdo para que no haya reformas como la inclusión política de ese grupo “el acuerdo va a ser muy débil y no va a tener sentido”.

“A pesar de que el acuerdo parece estar congelado, creo que cuando el Gobierno vuelva a sentarse a negociar, si ambas partes lo hacen racionalmente y buscan ventajas mutuas, el acuerdo final no debe ser muy distante del que tenemos actualmente”, agregó Salazar.

“Los ajustes que proponen Uribe y Pastrana no son racionales y podrían llevarnos a una situación en la que quizás hayamos perdido la oportunidad de hacer una paz estable y duradera, en la que los colombianos vivamos en democracia y podamos acceder al bienestar”.

Por Andrés Martínez Zalamea

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