En Diálogos de Arqueología analizan la violencia ritualizada en América precolombina

Este tipo de prácticas religiosas que realizaban los pueblos indígenas para pedir favores a los dioses, aún despierta el interés de los investigadores, pues ayuda a reconstruir de una mejor manera cómo eran socialmente los habitantes del continente antes del arribo de los españoles, y permite un estudio integral del ser humano.

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Los docentes Vera Tiesler, María Gutiérrez, Javier Rivera y Juan Guillermo Martín.

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03 jul 2020

La violencia ritualizada fue una práctica religiosa que se realizaba en algunos cultos de pueblos indígenas de América, que se llevaban a cabo a través de diferentes sacrificios, como matar para pedir favores a los dioses en periodos de epidemias o sequías, así como sacrificios de prisioneros de guerra o esclavos cuando un soberano moría, para que lo acompañara al otro lado del mundo.

De acuerdo con Juan Guillermo Martín, director del Museo Mapuka, analizar las generalidades de esta violencia desde un ángulo científico académico ayuda a entender cómo puede fluctuar la violencia estructural en una sociedad en momentos de guerra, crisis o desde una perspectiva sociopolítica.

Durante el conversatorio “Violencia ritualizada en América Precolombina”, realizado en el marco de los Diálogos de Arqueología en América Latina, que organiza la Universidad Nacional del Centro de Argentina y la Universidad del Norte, expertos analizaron algunos de los aspectos más relevantes de ese período.

Vera Tiesler, licenciada en historia del arte, comentó que existían varias formas de muertes rituales en el plano Mesoamericano, que los arqueólogos han podido constatar. Una de ellas es la forma subdiagramático, que implica un corte debajo de la caja torácica de la víctima. Esta era colocada con los brazos hacia atrás sobre un respaldo, causando fracturas en las dos costillas izquierdas y la extracción cardíaca, la cual implicaba cortar a través del medio del tórax como forma de desollamiento del cuerpo.

Para Javier Rivera, doctor en Antropología de la Universidad Nacional del centro de la provincia de Buenos Aires, este estudio de la violencia desde el ejercicio antropológico es una construcción social que se puede interpretar a través de una lectura adecuada de dichos actos, a partir de evidencias antropológicas, en donde se estudia al ser humano de una forma integral.

“Las posibilidades de un estudio frente a la violencia es desde el cuerpo del ser humano, que ayuda a los bioarqueólogos en la interpretación de los registros mortuorios e infiere la forma del sacrificio, y que además pueden ser leídos como un conjunto o como partes anatómicas que tienen un significado y valores específicos al interior de cada sociedad en cuanto al momento de cómo son sacrificados”, sostuvo la docente Tiesler.

Saber quiénes son los participantes victimarios o testigos de estos actos es complejo. De acuerdo con Tiesler, los bioarqueólogos mediante estudios teóricos y metodológicos que han venido realizando de manera más precisa con modelos interpretativos del cuerpo, pueden deducir la proximidad de la localización, ciudad y región del individuo, así como también si era el cuerpo del rey, un niño o una mujer.

“Viendo desde la antropología, la arqueología, la antropología sociocultural y muchas disciplinas más, se puede descifrar cómo se pueden generar estos escenarios de violencia y las particularidades que tiene cada uno dentro de los distintos contextos políticos, sociales, económicos y culturales. Además, por las lesiones ocasionadas en el cuerpo se tiene un análisis de ellas y se puede generar una información más veraz de estos escenarios ocurridos en Mesoamérica”, concluyó Javier Rivera.

Por Valentina Sánchez Herrera

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