Estudiantes de la Universidad de Alabama visitan la Casa Museo Julio Flórez

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Grupo de estudiantes en la entrada de la Casa Museo Julio Flórez.

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10 jun 2019

“Ellas son mis gemidos y mis reproches

ocultos en esta alma que ya no alegras;

son por eso tan negras como las noches

de los gélidos polos... mis flores negras.

 

Guarda, pues, este triste, débil manojo

que te ofrezco de aquellas flores sombrías;

Guárdalo; nada temas: es un despojo

del jardín de mis hondas melancolías”.

Lee en un español envuelto en rotacismos Imani Perry, estudiante de la Universidad de Alabama, en la Casa Museo Julio Flórez del municipio de Usiacurí, Atlántico, ante doce compañeros. Se trata de un fragmento del poema más famoso del poeta boyacense: Mis flores negras. Todos están atentos a la dicción y fluidez con la que la joven de 24 años pronuncia cada una de las palabras. La razón del evento, un convenio interinstitucional con el que el grupo de universitarios extranjeros aprenden español y realizan diferentes actividades para conocer la cultura Caribe y de Latinoamérica.

La Universidad del Norte realiza hace seis años este tipo de acuerdos, particularmente con universidades americanas, para fortalecer la relación con las instituciones y los estudiantes internacionales. Estos estudian en seis semanas tres asignaturas: Conversación y cultura, Literatura colombiana, y Civilización y literatura latinoamericana.

“Por eso vinimos al museo de Julio Flórez. También visitamos Santa Marta y Aracataca, en la Casa-museo Gabriel García Márquez, haciendo el recorrido de la ruta García Márquez. También vamos a Cartagena, para terminar la ruta en la ciudad amurallada y conocer la parte histórica de Cartagena”, manifiesta Wajibe Altamar, coordinadora del programa de Español para Extranjeros.

Durante la visita por los diferentes salones de la casa museo, la guía Natacha Jiménez Rodríguez les explica a los estudiantes que el poeta más popular de Colombia nació el 22 de mayo de 1867 en Chiquinquirá (Boyacá) y murió en la casa el 7 de febrero de 1923. Cerca de la vivienda algunos artesanos venden productos hechos en palma de iraca.

“Hay muchos hispanohablantes en Estados Unidos y muchos necesitan un traductor en sus citas con un terapeuta ocupacional. Yo estudio trastornos comunicativos y quiero también ser ese traductor”, comenta Emma Bearden, de 20 años, en un jardín de la casa. Para la estudiante, los poemas de Julio Flórez “son fáciles de entender por un estilo simple que no pierde profundidad en sus mensajes”. Su favorito es Mis flores negras.

La casa fue construida a finales del siglo XIX y, además de preservar la memoria y obra del poeta, conserva muchas de sus pertenencias, como su cama, libros, cuadros y reconocimientos. A Nick Wright, de 20 años, lo que más le gusta del lugar son sus exteriores por su abundante naturaleza, especialmente las flores. Egresado de la Smithon Middle School, en Columbia, Misuri, es la primera vez que visita un país de Suramérica y califica su experiencia de “muy buena”.

“La gente y la cultura de aquí es muy diferente a la de Estados Unidos, porque hay muchas personas muy amables, y no estaba preparado para eso (…) El idioma español es bello, me gusta hablarlo porque tiene unos sonidos poéticos”, expresa Nick en las afueras de la casa, mientras sus compañeros ahora enfrían sus lenguas con unos helados artesanales.

Por José Luis Rodríguez R.

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