Estudiantes presentaron propuestas para recuperar el parque Bellavista

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Foto: Cortesia El Heraldo

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24 jun 2016

La tercera edición de la Escuela de Verano de la Universidad del Norte, ‘Parques en el Trópico’, llegó a su fin el pasado viernes, 17 de junio, con la presentación de las cuatro propuestas para la renovación del parque Bellavista, ubicado en el norte de Barranquilla, que germinaron a lo largo de una semana, al interior de cuatro grupos conformados por los 30 estudiantes participantes del curso.

Estas escuelas han tenido como objetivo hacer una aproximación multidisciplinaria con un enfoque propositivo hacia espacios públicos en entornos tropicales como el de Barranquilla. En sus dos previas ediciones abordaron los temas de ‘Avenidas en el Trópico’, el cual buscó generar propuestas de movilidad espacio público para el desarrollo de la Calle 30 de Barranquilla, y ‘Mercados en el Trópico’, que intentó buscar soluciones de poco presupuesto pero con gran impacto para la zona del mercado de Barranquillita.

Los parques como núcleos principales de la vida urbana de la ciudad fueron los protagonistas de esta nueva versión de la Escuela de Verano, uniéndose así a la iniciativa de la administración pública de la ciudad de intervenir los parques, visibilizarlos y hacerlos accesibles a las comunidades.

En la actividad participaron cuatro equipos mixtos conformados por futuros arquitectos, diseñadores, pedagogos infantiles y comunicadores de la Universidad del Norte, así como estudiantes de arquitectura de la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga, con el fin de intervenir el parque Bellavista, espacio ubicado en la calle 72 con carreta 61 y considerado una zona de gran potencial urbano.

La idea fue realizar una aproximación que buscara involucrar en la mayor medida posible una gran cantidad de actores urbanos que colindan con el parque, como colegios, residencias, e instituciones públicas y privadas.

De igual forma, los estudiantes participaron en foros y talleres con expertos internacionales, como los arquitectos internacionales Giancarlo Mazzanti, Ying-Yu Hung y Alberto Peredo, y tuvieron el acompañamiento de profesores de los programas de Arquitectura, Diseño Industrial y Pedagogía Infantil que brindaron insumos teóricos que condujeran a la generación de propuestas integrales.

Las propuestas

El ejercicio radicó en la formulación de intervenciones prospectivas para los 4000 metros cuadrados que componen el parque Bellavista, en dos escenarios específicos: con recursos limitados y recursos y limitados.

‘Tejiendo el Parque’ se tituló una de las dos propuestas sin límites de recursos, la cual buscó recuperar el sentimiento de apropiación de los vecinos del parque.

“Propusimos que el parque se pueda expandir a las viviendas por medio de unos pompeyanos, es decir, que el nivel de la casa estuviera al nivel del andén del parque”, explicó Sady Silva, uno de los integrantes del grupo. Con esto se busca que los vecinos, cuando abran la puerta frontal de sus casas, sientan que el parque hace parte de ellas.

El diseño contempla espacios para niños, adultos, e incluso un área para animales domésticos, al igual que otros elementos como casas en árboles, canales de agua y laberintos.

“Se plantea generar mucho espacio verde y poca zona dura, que es la problemática que vimos”, agrega Silva. Para este fin la cancha de fútbol de cemento sería remplazada por un espacio con césped.

De igual forma, se planteó el diseño de una terraza o mirador, haciendo honor al nombre Bellavista, en el que puedan volver a realizar espectáculos de títeres o teatro, que cautivaron a los vecinos del parque en décadas pasadas.

Una segunda propuesta también tomó el nombre del barrio como base para recrear una serie de paisajes que jueguen con la geometría, contexturas, colores y elevaciones.

“Estamos creando un espacio donde el niño pueda imaginarse cualquier cosa y jugar con lo que desee”, explica Lourdes Álvarez, integrante de este segundo grupo. “No se trata de delimitar espacios para deportes o cualquier cosa, sino que ellos hagan lo que quieran y todas las personas puedan acceder al sitio que quieran”.

Este grupo se trazó el objetivo de reforzar los aspectos artísticos del parque, a través de un mobiliario inspirado en la fauna del lugar (palomas, iguanas, ardillas) que permitiera desarrollar la capacidad de abstracción de los niños. Asimismo, se incluyó un espacio para una zona de siembra, que propicie cambios de comportamiento en torno al medio ambiente.

Agrega Karla Andrade, otra de las integrantes, que el proyecto no incluyó la cancha deportiva “porque quisimos que cada persona tomara el espacio y lo convirtiera. Es como cuando vas a la playa. Ahí no hay nada determinado, tú coges unas piedras y para ti ese es el arco. Queremos con esto explotar la imaginación”.

Entre las dos propuestas con recursos limitados, una de estas planteó la división del parque en una zona pasiva, en el área contigua a la calle 72, que sirva como lugar de reposo, y una zona activa, ubicada en el sur del parque.

Este proyecto se basó en la reutilización de recursos ya disponibles en el parque, como la madera de árboles muertos y hierros de juegos en desuso para crear nuevo mobiliario y estructuras, y el uso de llantas y arena para la amortiguar la llamada zona activa, que incluye una zona de juegos y gimnasio.

La cancha fue transformada, teniendo en cuenta la forma del parque, para convertirla en una suerte de plazoleta, la cual servirá como punto central del parque, con senderos trazados para que conduzcan a ella.

“Como es una zona que tiene vientos y que el sol ataca directamente, no tratamos de cubrirlo todo, sino usamos estructuras que ya estaban y lonas que dieran sombra en forma triangular y a la vez permitieran que la luz del sol entrara”, explica Fadia Navarro, una de las integrantes del grupo.

Por último, los estudiantes de arquitectura de la Universidad Santo Tomás, hicieron una propuesta con pocos recursos que obedeció a un trabajo más conceptual, titulada ‘Un parque sin senderos’.

“El fin es no limitar el parque y que el usuario sea quien se apropie de espacios dentro del parque y fuera del mismo”, indica Ludwing Bohórquez, miembro del grupo, el cual diseñó una especie de parque rompecabezas, que juega con colores y alturas, y basados en un gran centro ubicado en la mitad del parque.

La intención del diseño es hacer arquitectura móvil, con bancas que se mueven con rieles según la posición del sol, buscando donde se está generando la sombra al medio día, e incluso espacios que se pueden ampliar o hacer más pequeños a través del uso de cuerdas. “La intención es que el parque se vaya convirtiendo en un tipo distinto de escenario dependiendo del usuario y de la funcionalidad que necesite en determinado momento”.

Por Andrés Martínez Zalamea

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