Estudio propone ubicar 17 cámaras en vías del Atlántico para reducir accidentes de tránsito

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En el departamento del Atlántico murieron 198 personas por accidentes en las vías del Atlántico durante el año 2013.

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28 ene 2015

De acuerdo con un estudio de la Organización Mundial de la Salud revelado el año pasado, los accidentes viales ocupan el noveno puesto entre las causas principales de defunción en el mundo. En 2012 se registraron 1,3 millones de muertes a nivel mundial, es decir la misma población actual de Barranquilla, sin incluir su área metropolitana. En el rango de edades entre 15 y 29 años los accidentes pasaron a ser la primera causa de muerte, y se espera que para el 2030 se convierta en la cuarta causa a nivel mundial.

Por esta razón desde las Naciones Unidas se lanzó un plan para combatir los altos índices de accidentalidad en el mundo, de allí nació la década de la seguridad vial 2011-2020, plan en el que Colombia está inmerso. Desafortunadamente en el 2013 en el país murieron 6300 personas en accidentes de tránsito, de acuerdo con datos del Instituto de Medicina Legal, lo cual representa un incremento cercano al 5% respecto al año anterior.

En el departamento del Atlántico la situación no deja de ser preocupante. Según Medicina Legal, en el 2013 hubo 198 muertos y 1886 heridos en las vías del departamento, incluyendo el área metropolitana de Barranquilla. Por este motivo la directora del Instituto de Tránsito del Atlántico, Mónica Rosales, anunció la instalación de cámaras con detección electrónica en los puntos donde —de acuerdo con un estudio realizado por los ingenieros Víctor Cantillo, Julián Arellana y Garis Coronell del departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de Uninorte— se presenta mayor índice de accidentabilidad.

Víctor Cantillo explica que en el Atlántico, restando a Barranquilla, hay más muertes por accidentes de tránsito que por otras causas de muerte violenta, como los asesinatos con arma de fuego. Uno de esos factores es la velocidad. Mientras mayor sea la energía del choque mayor serán las consecuencias, dijo.

La investigación inició con el estudio de tres variables. La primera es la información histórica de los sitios donde ocurrían accidentes, lo que permitió georreferenciarlos. Como segunda variable se analizó las condiciones de la infraestructura y por último se estudió el flujo vehicular, mediciones de velocidad y del entorno de esas vías (centros poblados), para conocer qué tanto promueve o afectan la seguridad vial.

Uninorte ya cuenta con antecedentes en estudios de las vías del país, cuando junto a la Universidad del Cauca y la Universidad de los Andes, a través del Fondo de Prevención Vial, se estudiaron 12 mil kilómetros de las principales carreteras del país.

"Como resultado definimos cuáles son esos puntos críticos del departamento donde es necesario controlar la velocidad, utilizando ecuaciones matemáticas y análisis espaciales. Los puntos críticos fueron establecidos teniendo en cuenta las altas velocidades, el estado crítico de las vías, y la existencia de gran cantidad de peatones en el área", afirmó Cantillo.

El informe reveló altos riesgos en los tramos de Santa Verónica a Juan de Acosta, Barranquilla a Tubará, en la Te de Isabel López, Polo Nuevo a Santo Tomás, Malambo a Caracolí, la vía Oriental a Santa Lucía y de Santa Lucía a Campo de la Cruz.

La vía Oriental es en la actualidad una de las que tiene mayor riesgo de accidentalidad. Esta vía fue construida hacia los años cincuenta. Cuenta con una recta que va de Ponedera hasta Puerto Giraldo, la cual aprovechan los conductores para alcanzar velocidades que superan los 100 km/h, explicó Cantillo.

El informe revela que en el periodo de estudio esta ruta tuvo un promedio de 2,87 heridos por kilómetro durante seis años, mientras que la Ruta 90 tuvo 2,08 heridos por kilómetro.

En cuanto a clase de accidentes, frente a los datos suministrados por medicina legal, entre los años 2007 y 2012, los decesos de las personas se dan en un 39% por choques con otro vehículo, y un 14% por choque con un objeto. En las estadísticas de generación de accidentes causantes de muertes están las motocicletas en primer lugar con un 38,5%, seguido por el peatón con un 21,5%.

Siguiendo con las vías con mayores decesos, la Oriental continúa siendo la más peligrosa con 1,04 muertes por kilómetro durante los seis años analizados, seguida por la Ruta 90A (Vía al Mar) con 0,93 muertos por kilómetro.

El informe concluyó de esa forma que "las zonas de mayor índice de severidad de accidentes ‒muertos/heridos ponderados o con mayor riesgo‒ se encuentran en cercanías a centros poblados como Malambo, Sabana Grande, Santo Tomás, Palmar de Varela, Ponedera, Bohórquez y Suan sobre la Oriental. Santa Verónica en la Vía al mar y Galapa, Baranoa, Campeche, Sabana Larga, Arroyo de Piedra y Luruaco sobre la Ruta 90".

"En estos centros poblados se conjugan interacciones entre diferentes actores que hacen uso del espacio vial: peatones, motociclistas, ciclistas, vehículos de tracción animal, y por supuesto los vehículos. Los peatones y motociclistas son los más propensos y vulnerables a sufrir accidentes. Encontrar que las zonas de mayor riesgo estén ubicadas cerca a centros poblados entonces es un resultado bastante esperable dentro del estudio", explicó Julián Arellana.

Para disminuir los índices de accidentalidad, el informe propone la colocación de 17 cámaras de fotoradar en estas zonas de alto riesgo, de las cuales 4 serán móviles. "Esto buscando evitar la costumbre del conductor de frenar únicamente donde se encuentra la cámara", aseguró Cantillo.

La ruta Oriental sería la más vigilada con la colocación de 5 cámaras adicionales a las 6 que ya existen, de las cuales 3 serían fijas y 2 móviles. Finalmente, el informe propone, además, la reducción de la velocidad en algunos de estos puntos críticos, teniendo en cuenta condiciones de la geometría vial y del entorno. Las vías son diseñadas para una velocidad de operación, y circular a mayores velocidades aumenta exponencialmente el riesgo de sufrir un accidente.

El propósito, anotó Cantillo, es crear hábito en los conductores hacia la obediencia a los límites de velocidad, que han sido definidos con criterios técnicos, y así salvar vidas. "Debemos considerar el riesgo inherente a viajar a velocidades por encima de lo que la vía permite. Al final es una decisión entre viajar a velocidades moderadas o ahorrarse unos minutos viajando sobre los límites establecidos y aumentar la probabilidad de que ocurra un accidente donde seres humanos pueden ser heridos o muertos", puntualizó el investigador.

Por Daniel Cueto

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