Expertos debaten sobre cómo adaptar la enseñanza de idiomas en tiempos de Coronavirus

Los docentes del Instituto de Idiomas Diego Boada, Heydy Robles, y Lee Mackenzie conversaron sobre qué estrategias implementar en este tiempo de educación remota de emergencia.

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20 abr 2020

La educación remota ha tomado el protagonismo ante las estrategias de prevención adoptadas para mitigar la transmisión del COVID-19, y como tal, los profesores deben replantearse cómo adaptar lo planeado. Con esto en mente, desde el Instituto de Idiomas se organizó el webinar Aprender/Enseñar Idiomas en Tiempos de Pandemia, en el que los docentes Diego Boada, Heydy Robles y Lee Mackenzie plantearon diferentes estrategias, brindaron sugerencias y contestaron las preguntas que dejaron algunos de los más de 300 asistentes a la charla. 

El curso comenzó con una intervención de Boada, experto en diseño instruccional, quien habló sobre diferentes consideraciones en torno a este cambio de paradigma hacia lo que denominan educación remota de emergencia. Explicó que se diferencia tanto de la modalidad en línea como de la remota, puesto que los contenidos no están diseñados para ser aprendidos desde la virtualidad y al tiempo obedece a una coyuntura que determina lo que normalmente toma meses de preparación, hacerlo en días. 

Boada hizo énfasis en que la evaluación para los estudiantes a veces se torna en una obsesión por números, pero ahora más que nunca se debe pensar en términos de retroalimentación cualitativa. Así también manifestó que debido a que gran parte de la comunicación que se da entre las personas es no verbal, es clave valerse de diferentes herramientas como el audio, o ayudas visuales para asegurarse que hay un éxito en la transmisión de información. 

Una de las claves para traducir la experiencia de las clases presencial a la virtual es adaptar ese ecosistema que existe alrededor, como tutorías o espacios para atención personalizada, entre otras características que hacen de un campus universitario un lugar que facilita el aprendizaje. Boada anotó que uno de los errores comunes que se encuentran es concentrarse primero en el medio digital que se utilizará en lugar de realizar un proceso convencional para armar un curso. 

Citando a Alison A. Carr-Chellman, el docente ejemplificó que lo primero es “establecer metas de aprendizaje—qué quiero que mis estudiantes aprendan—. Luego los objetivos, luego en exámenes, porque tiene que haber una alineación entre lo que yo quiero que aprendan, los objetivos y la evaluación”. Así también añadió que es fundamental estar abierto a hacer cambios sobre la marcha, si alguna metodología no funciona. 

Posterior a la charla del docente del Instituto de Idiomas, se abrió el panel moderado por Jennifer Janner. La profesora Robles señaló que este paso a la virtualidad tiene efectos diferentes de acuerdo a las edades de los estudiantes. Manifestó que la primera infancia es la que más sufre con este cambio y por ello los docentes deben recurrir a diferentes estrategias para mantener a los niños concentrados. 

En esta edad, comentó la experta, es clave el acompañamiento de los padres y por ello el docente debe incluirlos en las actividades y tareas y de esta forma acompañarlos en los objetivos de aprendizaje que se tienen. Recomendó ante las tareas hacer un manual paralelo para los padres y explicarles qué quieren enseñar y la importancia de hacer la actividad. 

El profesor Mackenzie, quien tiene experiencia en el trabajo con comunidades vulnerables, dijo que una herramienta que puede servir para combatir las desigualdades inherentes al acceso a la tecnología son las clases asincrónicas o pregrabadas, acompañadas de una constante comunicación. 

La forma en que lo ha utilizado, explicó, es enviar a sus estudiantes videos previos a la clase de acompañamiento a las actividades que deben entregar. Las dudas adicionales las responde a través de correo o en grupo de WhatsApp en los que incluye a todos sus estudiantes y desde el que difunde información. Mackenzie utiliza entonces la clase sincrónica, en la que están todos sus estudiantes, para hacer retroalimentación de los ejercicios que hicieron. 

Los tres expertos concordaron en que se debe tener presente la proporción de tiempo en que habla el profesor frente a lo que hablan los alumnos para mantener la concentración. Así también la idea de que ante la pandemia, se puede aprovechar el deseo de los estudiantes para hablar sobre lo que está ocurriendo como un vehículo para el desarrollo de sus habilidades en idiomas. 

 

Por Leonardo Carvajalino

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