Fósiles de hojas para analizar los efectos del aumento de CO2

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Jaime Escobar, director del Instituto de Desarrollo Sostenible de Uninorte, durante una recolección de los fósiles de hojas.

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09 jul 2015

Hoy en día los niveles de dióxido de carbono (CO2) que tiene la atmosfera alcanzan las 400 partes por millón. En el año 1800 la atmósfera tenía 280 partes por millón. Esto indica que desde que empezó la revolución industrial hasta la actualidad, los niveles de CO2 han aumentado unas 130 partes por millón. La última vez que se presentaron esos niveles fue hace unos 5 millones de años.

El dióxido de carbono es un gas invernadero, es decir, a medida que este gas aumenta también lo hace la temperatura del planeta. Este aumento depende directamente de la relación de las plantas con el ambiente: cómo hacen fotosíntesis, qué tanta cantidad de agua y CO2 atrapan para producir materia orgánica, qué tanta cantidad liberan en su respiración.

El investigador científico Carlos Jaramillo, del Instituto Smithsonian en Panamá, con el apoyo de expertos de Uninorte, se encuentra desarrollando un proyecto de investigación que permitirá entender, a través  del conocimiento de los niveles de dióxido de carbono del pasado, qué le va a pasar al ecosistema en un futuro cercano con el aumento de CO2 que se presentará en los próximos 100 años.

La investigación surge del descubrimiento de una capa de ceniza volcánica en el Canal de Panamá, durante su ampliación, que tiene 18 millones de años. Esto demostró que cerca al canal existía, hace millones de años, un volcán que hizo erupción, cuyas cenizas se acumularon sobre un bosque que quedó totalmente fosilizado.

"Nosotros removimos la ceniza que hoy en día es una roca y debajo de esa ceniza estaba un bosque completamente quemado, y se preservó de una forma espectacular. Se encuentran las raíces, los frutos momificados, las semillas y también se preservó una gran cantidad de hojas, y una parte de ellas las recolectamos", explicó Jaramillo.

Con estos fósiles de hojas los científicos pudieron estimar el nivel de CO2 del pasado, midiendo los estomatas en las hojas, que son unos pequeños agujeros o poros que tiene la planta por donde se comunica con el exterior. Al momento de la fotosíntesis, los estomatas se abren para que el dióxido de carbono, que se encuentra en la atmósfera, entre en la planta y eso se combina con el agua y con la luz solar.

"En la medida en la que aumenta el CO2 la planta no necesita abrir mucho ese poro, porque cada vez que abre el estomata, el agua que está dentro de la hoja se evapora y la planta sufre mucho. Nosotros lo que hacemos es medir la longitud y el ancho de los poros", indicó.

Jaime Escobar, miembro del Instituto de Estudios Hidráulicos y Ambientales (IDEHA) de Uninorte e investigador asociado del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, apoya este proyecto con la medición de la composición isotópica de las hojas.

Él toma un pedacito de la pared llamado cutícula y determina la concentración que hay de carbono 13 a carbono 12. Con esos datos se puede estimar cuál era el CO2 que había en la atmosfera hace 18 millones de años.

El resultado que se obtuvo con esta fase del proyecto fue que el nivel de CO2 de esa época era de 450 partes por millón, actualmente es 402; es decir, los niveles no son muy lejanos a los que se presentaban hace 18 millones de años.

"El siguiente paso es muy interesante. En Panamá tenemos unas cámaras gigantescas como del tamaño de media casa y dentro de ellas podemos simular la temperatura y los niveles de CO2 que queramos. Vamos a hacer un experimento y vamos a inyectar CO2 hasta llegar a los niveles de hace 18 millones de años, y vamos a colocar los parientes de las plantas que encontramos en la ampliación del canal", aseguró Jaramillo.

Este proceso tardará aproximadamente un año, en el cual se analizará cómo responden estas plantas durante su crecimiento al tener más CO2 y una temperatura más elevada.

Por: Valerie Salcedo

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