La biodiversidad de Colombia está en riesgo

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El 7 y 8 de mayo se realiza en Uninorte el Simposio de Biodiversidad Caribe, donde expertos analizan la actualidad científica en el tema.

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07 may 2015

Con más de 27 mil especies, Colombia es el segundo país con mayor biodiversidad del mundo. Esa es la buena noticia. La que bien muestra el país para promocionarnos como un destino turístico único en el mundo. La mala noticia es que una investigación dada a conocer recientemente reveló que la zona en la que se ubica el territorio nacional perdería un 23% de esa riqueza ecológica si la temperatura sigue subiendo. Los pronósticos exigen una actuación inmediata.

La encrucijada está en cómo lograr que la locomotora minera y todas las demás locomotoras del desarrollo no acaben con ese país único que promocionamos internacionalmente. Aunque también nos interesa presentarnos como una economía sólida y en crecimiento. Lo dicho: una encrucijada.

Según un censo ecológico nacional que realizaron durante 13 años 180 científicos de 20 países, liderado por la Universidad Nacional con el apoyo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, existen 26 186 especies de plantas, cerca del 10% del total que crece en el mundo. Colombia también ocupa el primer lugar en diversidad de aves, con 1903 especies. Alberga una quinta parte de las 10 507 conocidas en el planeta.

Todo eso está en riesgo de desaparición por la actividad humana, que se presenta de manera indirecta y directa, como explicó María Cristina Martínez, docente del Departamento de Química y Biología de Uninorte. Las consecuencias indirectas están relacionadas con el calentamiento global: las emisiones altas de carbono de otros países afectan a todos. Las directas son las que realizan los colombianos en su quehacer diario.

Entre estas últimas las más perjudiciales son la falta de control en la ganadería y la agricultura, que pueden llevar a la desertificación de los suelos. Otros son los cambios de uso de la tierra a zonas que se deben mantener como bosques; la quema de estos para ser usados como leña; y la caza de animales para ser vendidos o por prácticas culturales, como el mono tití cabeciblanco, endémico de la región Caribe colombiana, las iguanas y las tortugas.

"En nuestra mente todavía persiste la idea de que los recursos son infinitos. A nosotros como humanos nos cuesta todavía pensar que el agua se va a acabar, que el oxígeno se va a acabar, que las plantas ya no van a estar. Como todavía son de fácil acceso, tú abres la llave y sale agua, sales a caminar y ves pajaritos, todos creen que los recursos han estado ahí siempre y seguirán ahí", expresó Martínez.

Calentamiento global intensifica ola de calor
Por estos días en Barranquilla los habitantes soportan temperaturas de hasta 36º y una sensación térmica que supera los 46º. Los pronósticos señalan que esta década se perfila como la más cálida de los últimos 170 años. Si bien esto es producto de los fenómenos de la niña y el niño, el calentamiento global aumenta sus efectos.

"Esos fenómenos son naturales, hacen parte del ciclo atmosférico; cada 4 o 5 años se mueve como una franja seca al norte del sur del planeta que trae esas consecuencias. Lo que pasa con el calentamiento global es que intensifica esa acción", explicó Martínez.

La ola de calor que por estos meses azota el Atlántico, también tiene que ver con que en las ciudades se ha cambiado la cobertura de árboles por cemento, la urbanización no ha llegado con zonas verdes.

"Las edificaciones muchas veces bloquean las brisas, y aumentan el calor por la capacidad que tienen de absorberlo y luego soltarlo poco a poco. Otro factor es la forma como caen las lluvias. Antes había más jardines, entonces cuando llovía el agua bajaba por la tierra y llegaba hasta lo profundo del suelo, ahora como no hay tantas zonas verdes llega al cemento y se va acumulando, ocasionando además problemas como los arroyos", señaló Martínez.

Precauciones en salud pública
Durante estas épocas de calor intenso todas las personas, sobre todo las de mayor edad o las que sufren enfermedades como hipertensión, deben mantenerse hidratadas, tomar mucha agua, de ocho a nueve vasos diarios y especialmente en horas pico, que oscilan entre las 11 am y las 2 pm. Esa es la primera indicación médica que hace Rafael Tuesca Molina, docente del Departamento de Salud Pública de Uninorte, para hacer frente a la ola de calor.

Asimismo, sugiere el uso de ropa ligera, fresca, de gorras, sombreros y sombrillas. Así el impacto de la radiación solar es menor. Es aconsejable usar protector solar para evitar lesiones en la piel.

Tuesca expuso que cuando hay aumentos de la temperatura, algunas personas pueden sufrir el llamado golpe de calor, cuyos síntomas pueden ser desmayos y pérdida del conocimiento, hasta que las funciones vitales bajan la intensidad, intentando equilibrarse.

"Si esto llega a pasar, se debe poner rápidamente a esa persona de forma horizontal en una parte donde haya sombra, e ir verificando que sus signos vitales se vayan restableciendo poco a poco; posteriormente brindarle hidratación. Si el impacto es muy fuerte lo recomendable es trasladar a esa persona a un centro médico", dijo Tuesca.

Ciudad y desarrollo sostenible
Tanto las personas como las ciudades están sintiendo los efectos del cambio climático, pero también son estas las principales generadoras de problemáticas ambientales que aceleran el incremento de la temperatura global. Aunque los esfuerzos son escasos, la evidencia ha demostrado que la base del desarrollo de una sociedad debe ser su biodiversidad.

Las entidades estatales y privadas cada vez generan más inversión en programas de gestión de riesgo y de urbanismo ecológico. A pesar de eso, con el paso de los días los problemas se incrementan. Expertos recomiendan que las ciudades sean vistas como socioecosistemas, pues dependen de los ecosistemas que están fuera de ella, incluso a escala global, y recomiendan la creación de zonas verdes, que además sirvan como espacios para reconstruir el tejido social.

"Es positivo que las ciudades aumenten sus zonas verdes con parques, huertos urbanos y cementerios, para que no solo demande servicios de los ecosistemas a su alrededor sino que también sea generadora de servicios; que aunque no las hacen ciudades 100% sostenibles, disminuye un poco la presión que generan en otros territorios rurales", indicó Maritza Duque, docente del Departamento de Química y Biología de Uninorte.

En Colombia se está desarrollando un proyecto que consiste en remodelar los centros históricos de las cinco capitales más importantes del país, incluyendo a Barranquilla. "La idea es que podamos también tener biodiversidad, porque si queremos ir a ver las zonas históricas y no hay árboles, no tiene sentido. Además estamos en un espacio biodiverso en el que el estilo de vida de las ciudades nos ha llevado a ser dependientes de la pantalla y a que predomine la tecnofilia, dejando de ver por la ventana la naturaleza", señaló Duque.

En ese sentido la biodiversidad debe ser la base de los modelos de desarrollo sostenible, bajo tres pilares: sociedad, economía y ambiente. "Normalmente lo que más resalta en ese tema es la economía. Por el contrario, el desarrollo sostenible no piensa en unos límites de los ecosistemas; es decir, crecer infinitamente en un planeta finito. Por eso, faltan políticas de gestión urbana en las que se tenga en cuenta que los ecosistemas tienen unos límites biogeofísicos y que las decisiones deben pensarse en estos límites, no solo basarse en principios económicos", expuso Duque.

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