La construcción de las naciones modernas vistas desde la historia

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Los docentes investigadores Yovana Celaya y Antonino Vidal.

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04 abr 2017

A principios del siglo XIX, con la llegada de las ideas liberales que surgieron a partir de la revoluciones Atlánticas -Francia, EEUU, Haití-, se dieron las bases para construir los Estados Naciones contemporáneos que hacen parte de la región que conforma el Gran Caribe, un área geográfica extendida desde la península de Yucatán, la costa centroamericana y la costa norte de Colombia y Venezuela, además de todo el arco antillano de pequeñas y grandes islas.

Para ahondar en la reflexión de este intricado y complejo proceso político, social y económico de conformación de las naciones modernas, como por ejemplo Colombia, México o Venezuela, la tercera cohorte de la Maestría en Historia de la Universidad del Norte recibió la visita de la doctora en Historia por el Colegio de México e investigadora del Instituto de Investigaciones Histórico-sociales de la Universidad Veracruzana, Yovana Celaya Nández, quien participó en un módulo del seminario América, de los imperios a las naciones.

Para Celaya, la transición política de las monarquías a los Estados Nación, no puede perder de vista la dimensión imperial, razón por la que todo aquel proceso político, económico e incluso cultural desarrollado a comienzos del siglo XIX en los territorios de la monarquía hispánica, tuvo un impacto en toda América Latina y el Caribe. 

“Actualmente los historiadores sabemos que todo aquello que pasó en México tuvo eco en Argentina, así como lo que sucedió en Colombia se reflejó en algunos aspectos en países como Chile o Perú, por eso es muy importante discutir esto con los estudiantes de la Maestría, sin perder de vista la importancia de los espacios locales, la perspectiva latinoamericana, caribeña y en general la europea”.

Aunque tradicionalmente se tiende a considerar que las guerras de independencia inician entre 1808 o 1810, dependiendo de la región, y terminan entre 1820 y 1825, para la investigadora, uno de los errores más grandes en la historiografía tradicional ha sido enmarcar todo aquel proceso político y social en una estructura temporal tan específica, ya que esto ha tenido como resultado la minimización de la complejidad de dichos procesos de independencia.

“No necesariamente un proceso de independencia inicia con una asonada militar o con un levantamiento específico en un día y con una hora determinada, sino que es un proceso que viene de mucho antes; así mismo la firma de un acta de independencia no quiere decir que automáticamente al otro día todos seamos independientes o que vayamos a dejar de ser súbditos para ser ciudadanos de un Estado Nación nuevo”, comentó Celaya. 

Entender los procesos que subyacen más allá de una fecha determinada, de un día o de un momento, es uno de los retos que abordó la investigadora con los estudiantes de la Maestría quienes analizaron los distintos procesos de transición entre el dominio de los imperios y la creación de los estados nación y por ende sus efectos en la política, la economía y la sociedad. 

“La historia nos permite ver cuál ha sido la trayectoria que como sociedad tenemos, cómo nos explicamos nuestra sociedad actual, por eso creo que la historia es un ejercicio para entender estos procesos dirigiendo nuestra atención a una nueva discusión historiográfica que apunta no ya a las viejas cronologías políticas para así entender un proceso de largo plazo”, aseguró. 

El modulo a cargo de Celaya inició con un conjunto de lecturas que, junto a Antonino Vidal, coordinador de la Maestría, escogieron e hicieron llegar a los estudiantes, quienes las socializaron con la investigadora en discusiones en las​ que, además, analizaron los aportes de los autores y el periodo historiográfico al que pertenecieron. 

“Lo que buscamos es fomentar un diálogo con los estudiantes a partir de sus propias experiencias y de lo que les interesa de la lectura, pero pensando en su propio ejercicio investigativo, para que definan la línea de investigación que más les interesa”, afirmó Celaya, quien aseguró que los estudiantes podrán realizar sus investigaciones en diferentes líneas que se relacionan con la historia del Gran Caribe, haciendo énfasis en las revoluciones liberales y las independencias que se dieron en los países que hacen parte de esta región, o en el patrimonio y la identidad de sus sociedades. 

“No importa en qué país estoy, siempre invito a los estudiantes a que miren a Iberoamérica  como un todo, porque hacemos el ejercicio de historiar desde nuestras regiones o desde nuestras fronteras nacionales, y esto también ha dado como resultado que sea muy difícil para los estudiantes entender los procesos históricos similares del continente”, expresó Celaya, quien actualmente hace parte del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad de Veracruz. 

Una maestría de rango internacional

Aunque el Gran Caribe es un concepto geopolítico relativamente nuevo, si se tiene en cuenta únicamente la población, solo la América hispana integrada en dicha área geográfica suma más de cien millones de personas. Según Antonino Vidal, esta región fue la puerta de entrada de todas las ideas innovadoras que trajeron las revoluciones atlánticas del siglo XIX, ideas que fomentaron el proceso político vanguardista en occidente de la construcción de las naciones modernas en América.

“Nuestra Maestría ha hecho grandes esfuerzos para conformar redes y nexos principalmente con otras universidades del Caribe, lo cual nos permite intercambiar estudiantes y profesores, enriqueciendo así nuestros procesos de formación”, comentó.

Formar científicos sociales desde Historia, considerada como una de las ciencias puras de las ciencias sociales, es el reto propuesto por Vidal como coordinador de la Maestría, la cual cuenta hoy con convenios con universidades como la Pontificia Católica Madre Maestra de Santo Domingo y la Universidad de Costa Rica. 

“La historiadora Yovana Celaya forma parte de esa red de colaboración científica que hemos venido construyendo desde la maestría desde hace más de cuatro años y que hoy hace posible que en diferentes países vecinos sea reconocido el trabajo que hoy hacemos estudiando el Caribe”, concluyó el investigador. 

Por Luis Navas Cohen

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