La geología entra por los pies

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Estudiantes y profesores durante la excursión, a las afueras de Invamer.

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18 sep 2018

“Una profesora que tuve en Brasil me decía: la geología entra por los pies”. Felipe Lamus dijo esta frase en el bus que traía a sus estudiantes de segundo semestre de Geología de vuelta a Barranquilla. Esta era la primera salida de campo para los 25 jóvenes: dos días, nueve paradas, cuatro afloracientos de roca, más de 12 kilómetros caminados y un mapa y un cuaderno por entregar. 

Acompañando al profesor Lamus estuvo Rafael Ricardo Torres, también docente del departamento de Física y Geociencias, quien complementó el viaje con su experticia en las ciencias del mar, clave para los puntos visitados. Además, tres monitores estuvieron alertas para atender las necesidades y preguntas. La excursión comenzó con la reunión en el Bambú de la universidad a las 5:45 a.m. del 8 de septiembre. Armados con sus botellas de agua, bloqueador solar y repelente fueron divididos en grupos, con su líder respectivo, y los restantes delegados a una función. 

Por cada parada debían anotar el tiempo de llegada y salida, tomar nota de lo que hablara el profesor o el guía del sitio, localizar en el mapa el lugar donde estaban, entender la textura y composición de los afloracientos y, de ser posible, generar una hipótesis de qué había ocurrido ahí en términos geológicos, entre otros tantos factores que se deben incluir en una libreta. “El ejercicio a futuro es poder hacer sus propios mapas geológicos, que tienen una base en estos mapas topográficos y que les servirán cuando sean profesionales", explicó Lamus sobre la estrategia pedagógica que implementó en la salida de campo. 

La primera parada fue el malecón de la Avenida del Río ‘León Caridi’, en el que hicieron un repaso por cada municipio por el que pasa el río Magdalena. Luego, los esperaba un recorrido por los humedales y manglares del parque Isla Salamanca. El viaje continuó en el Instituto de Investigaciones Marinas y costeras José Benito Vives de Andréis o Invemar, donde se realizaba el tercer Encuentro Nacional de Museos de Ciencias, Historia Natural y Colecciones Biológicas. Allí los estudiantes conocieron la fauna de nuestras selvas a través de muestras disecadas y restauradas.

Pasado el mediodía de ese sábado, el bus se detuvo en un afloramiento de roca en playa Los Ángeles, a unos pocos kilómetros del Parque Tayrona. El profesor Lamus contó que muchos de estos afloramientos los conoció en los varios viajes que hizo a la región, primero como turista cuando recién llegaba a la universidad hace dos años.

“Para donde miro veo geología y trato de transmitir eso a mis estudiantes”, detalló con una sonrisa mientras los jóvenes se sentaban en la arena frente al afloracientos que divide la playa en dos. Algunos de ellos sostenían brújulas, otros se acercaban con el pico para sacarle muestras a la roca, unos solo observaban y dibujaban, mientras que un grupo se subió sobre las rocas para examinar sus cortes. 

A las cinco de la tarde la disminución en la claridad advirtió el momento de ir a Palomino, donde el grupo pasaría la noche. Antes de dormir, recibieron una charla sobre el respeto que se debía tener hacia las culturas indígenas, especialmente importante pues al siguiente día entrarían en contacto con ellas. Carne asada, papas y ensalada, y un breve aguacero finalizaron la jornada. 

4:45 AM y del hostal, en fila india, al estuario entre el mar y el río Palomino, la Sierra Nevada de Santa Marta decoraba el paisaje mientras los jóvenes tomaban nota de la hora, dónde estaban en el mapa y qué dirección marcaba la brújula. “Son laboratorios vivos en los cuales uno puede hablar con los muchachos y prepararlos para lo que se van a encontrar”, comentó el profesor Torres, quien explicó a los jóvenes la diferencia entre marea y oleaje, la influencia del viento y cómo funciona este punto de convergencia entre río y mar.  

La parada siete fue el parque nacional natural Sierra Nevada, sobre el sector de La Lengüeta, en el predio Los Coquitos. Allí, los jóvenes tuvieron la oportunidad de ser guiados por un mamo (un líder) Kogui y su hijo, quienes los llevaron hasta una cascada ubicada a tres kilómetros de la carretera. En este recorrido los jóvenes analizaron dos afloramientos más, cruzaron la quebrada, escalaron por el barro que había dejado la lluvia de la noche anterior y se bañaron en las aguas; todo mientras continuaban anotando en sus cuadernos: textura y composición de la roca, hipótesis detrás de los cortes y las separaciones, etc. 

Con el barro en las botas, y mojados hasta la cintura continuaron el viaje hasta los termales El Volcán en Ciénaga. “Son aguas telúricas asociadas a fallas, rupturas de la corteza, que calientan el agua”, explicó el profesor Lamus. La temperatura que oscila entre 38 y 42 grados centígrados. El comienzo de otra lluvia a las 3 de la tarde del domingo, 9 de septiembre, fue la señal para volver al bus, solo restaba la última parada: un afloramiento en el kilómetro 66 de la vía entre Ciénaga y la capital del Atlántico. Los estudiantes ya habían visitado esta inmensa roca, adornada a uno de sus lados con un aviso político, y  el profesor buscaba que revisaran sus notas y ampliaran, con lo ya aprendido, su reporte pasado. 

Estudiantes 

“Me gustó mucho que en la Sierra Nevada pudimos evidenciar muchas problemáticas, tanto geológicas como sociales”, afirmó Valentina Gutiérrez. Para Zharick Rodríguez, la estrategia pedagógica funcionó, pues logró entender conceptos que “tal vez en la clase no me había quedado claras, pero al momento de ponerlas en práctica sí”. Marlon Figueroa aceptó que había muchas cosas que aún no sabía de lo que vio durante la salida de campo, pero lo que aprendió mientras andaba lo hizo asegurar que “valió la pena este viaje”. Jesus David Pereira disfrutó especialmente la combinación entre el trabajo y las experiencias únicas que vivió. 

Sobre la salida, el profesor Lamus comentó que es muy importante para hacer referencias durante sus clases.“Voy a poder jalar cosas de su realidad, cosas que ya vivieron, para su enseñanza y pulir todo esto que aprendieron”, afirmó. “Las salidas de campo en una carrera como geología son fundamentales porque el geólogo lo que tiene que aprender es a interpretar lo que observa en el campo”, complementó el argumento el profesor Torres. “Y no es solo rocas y el agua, la geología es mucho más que eso, también son los seres humanos”, finalizó el profesor Lamus. 

Por Leonardo Carvajalino

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