La liga costeña y la semilla de una crisis regional que lleva 100 años

“Casandra del desarrollo regional, la Liga Costeña de 1919” es el segundo libro del rector Adolfo Meisel para la colección Roble Amarillo, que fue presentado en un panel en el que participaron el empresario Kenneth Loewy y la investigadora María Teresa Ripoll. El libro puede descargarse gratuitamente en la página de la Editorial de la universidad.

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12 jun 2020

Una de las grandes preocupaciones en la carrera académica de Adolfo Meisel, rector de la Universidad del Norte e historiador económico, ha sido el rezago de la región Caribe y la falta de liderazgo político que se traduzca en gestión. En su segundo libro de la colección Roble Amarillo, Casandra del desarrollo regional, la Liga Costeña de 1919, recientemente fue publicado por la Editorial Uninorte, aborda un período de auge económico y liderazgo en la región.

El lanzamiento se hizo de manera digital, vía el canal de YouTube Académico, en un conversatorio en el que participaron el rector Meisel, junto a María Teresa Ripoll, docente e investigadora de la Universidad Tecnológica de Bolívar, y el empresario Kenneth Loewy. El espacio fue moderado por María del Pilar Palacio, directora de Comunicaciones y Relaciones Públicas de Uninorte. 

“La Liga Costeña es un ejemplo de liderazgo colectivo en la región Caribe que tenemos que evaluar para entender cómo ha sido fuerte, cuáles fueron sus limitaciones y dificultades para perpetuarse en sus proyectos colectivos”, abrió la charla el rector. Esta iniciativa, que empezó en 1919 y claudicó un año después, en la que participaron principalmente empresarios de Barranquilla, Santa Marta y Cartagena, tenía como objetivo defender los intereses económicos de la región que se veían amenazados por factores políticos, económicos y de direccionamiento de las políticas públicas a nivel nacional. 

Entre los factores que confluyeron para esta situación de rezago fue la creciente economía cafetera del país, que, tras la Guerra de los Mil Días, comenzó a prosperar; el ascenso de los antioqueños en la vida política nacional y la repercusión de esto tanto en inversión como en decisiones de gobierno. Además, la apertura del Canal de Panamá representaba una problemática para la costa, puesto que se le dio prevalencia al puerto de Buenaventura. 

La primera reunión de la Liga Costeña se llevó a cabo el 8 de enero de 1919 en Barranquilla. En esta asamblea hicieron sus declaraciones, que tuvieron una gran repercusión en la prensa regional y nacional. En ese entonces, habían pasado solo 16 años desde la separación de Panamá, y uno de los temas de conversación era precisamente el riesgo de secesionismo de los departamentos caribeños. 

Por ello, el entonces presidente de la república, Marco Fidel Suárez visitó las capitales de los tres departamentos —en ese entonces la Guajira era una intendencia y San Andrés y Providencia, una comisaría y no se habían conformado los demás departamentos—. No obstante, trajo retórica en lugar de obras. Para la segunda reunión mandaron una comunicación al presidente de la Cámara de Representantes con 17 peticiones, la mayoría de ellas giraban en torno a proyectos de infraestructura. 

“Infortunadamente, expresaban una visión bastante estrecha del desarrollo regional y muy poco compromiso con el bienestar de la mayor parte de la población, la cual se encontraba en condiciones de gran pobreza rural, pero también urbana, y con escaso o nulo acceso a la educación básica”, manifestó el rector, y agregó que esa era una de las falencias de sus propuestas, que fueron ignoradas en su totalidad. Al poco tiempo, y con unas elecciones presidenciales que llegaban, la liga se disolvió, pues los intereses políticos de los partidos primaron sobre la unión regional. 

El rector Meisel explicó que el nombre del artículo (Casandra), hace referencia a la figura de la mitología griega que tenía la capacidad de predecir el futuro, pero su maldición era que nadie le ponía atención. Tal y como este personaje, la Liga Costeña predijo que las políticas económicas iban a perjudicar a la costa y fue inclusive peor de lo que imaginaron. 

La década del 20, justo al término de la acción de la Liga Costeña, comenzó la etapa conocida históricamente como la Danza de los Millones, producto de la indemnización de los Estados Unidos por la secesión de Panamá, y 175 millones de dólares, que fueron préstamo público que hizo al país. 

Un total de 200 millones de dólares fueron invertidos, una cifra que de acuerdo con el doctor en Economía, supera cualquier otra inversión anterior o posterior que había hecho el país en términos del porcentaje de su PIB. Sin embargo, menos del 5% de esos recursos se destinaron a la región Caribe. El único proyecto que se llevó a cabo en este periodo fue el de mejorar la navegabilidad del río Magdalena, que era en realidad, una necesidad del país.

De acuerdo con Loewy, es lamentable que haya pasado un siglo y en la región no se hayan construido unos comunes denominadores para el progreso de toda la región y continuamos con una visión que tiene un sesgo elitista. “Las demandas están muy asociadas a las necesidades de sus negocios, no hay una demanda clara hacia la construcción de un mercado regional a partir de dinamizar la economía de grandes grupos de la población, bastante excluidos de las posibilidades económicas”, anotó.

El empresario hizo énfasis en la necesidad de mejorar el capital humano y señaló que cualquier proyecto que se adopte en la costa debe tener como columna vertebral la educación. Esto es fundamental, añadió, pues nuestra región tiene la necesidad de abrirse a mercados internacionales y para ello necesita de personas con capacidades para competir y relacionarse. También hizo un llamado a la organización a nivel micro, y a apoyar una figura política como son las áreas metropolitanas, para impulsar el progreso y combatir las grandes desigualdades que se ven dentro de los departamentos. 

Por su parte, la docente e investigadora María Teresa Ripoll, comentó que históricamente los empresarios costeños han tenido lazos con la política nacional, no obstante, esto no se ha traducido en participación política. “Esa falta de sintonía entre el empresariado regional de la costa y la clase política, de interés por aceptar cargos públicos, pudo haber influido en la poca receptividad que el gobierno central dio a las peticiones y reclamos que le hizo la Liga Costeña”, argumentó. 

Añadió que las ideas de la Liga Costeña han reencarnado en otras entidades que han surgido a lo largo del siglo, sin embargo, han sufrido el mismo destino: falta de apoyo y gestión. Citó ejemplos como la asociación de los departamentos de la Costa Atlántica, que crearon el sistema de planeación urbana regional (Sipur) hacia los años 70 y que existió durante menos de una década hasta que desapareció por falta de financiación y respaldo del Departamento Nacional de Planeación. El mismo destino sufrieron los Corpes, el Consenso de Cartagena, entre otras iniciativas. 

Los tres panelistas concordaron en la necesidad que existe actualmente de retomar una agenda regional que tenga en cuenta la desigualdad económica, las desigualdades tan heterogéneas que existen en el territorio y, sobre todo, una entidad que propenda por una mayor integración a la economía nacional. 

Por Leonardo Carvajalino

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