La piranga rubra, el ave que llegó desde Norteamérica a nuestro campus

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Piranga rubra visita el campus universitario. Foto: Paige M Poole.

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22 feb 2018

“Los machos poseen un color rojo rubí y las hembras uno amarillo, esto se debe a un fenómeno conocido como dimorfismo sexual”, explicó el biólogo e investigador del departamento de Química y Biología, Francisco Velásquez, durante un recorrido por el campus, en búsqueda de la piranga rubra o tángara roja migratoria, una especie de ave que desde hace unos días visita la Universidad del Norte desde tierras lejanas.

Pero ¿cómo llegan hasta aquí? Cuando el invierno llega a las latitudes nortes, como Norteamérica, el ave —perteneciente a la familia de las tángaras y Thraupidae, caracterizada por el colorido— migra hacia territorios subtropicales y tropicales en búsqueda de su supervivencia, razón por la que terminan en el Caribe colombiano y en nuestro campus.

Aquí la diversidad de vegetación se convierte en un espacio perfecto para instalarse. No solo encuentran árboles de mango y níspero, sino también insectos, indispensables para su dieta insectívora y fructífera. En palabras de Velásquez, las aves consideran nuestro espacio “un hotel cinco estrellas”.

Piranga proviene del género, y Rubra se le atribuye a su color rojo —en el caso de los machos— y a su morfología. Estas especies vuelan a 2700 metros de altura, y se reproducen en los meses de mayo y agosto en Estados Unidos y México. Llegan hasta el Caribe y Los Andes en grupos grandes, a veces en familia y en algunos casos de manera independiente, junto con otros tipos de aves.

De acuerdo con el profesor, uno de los datos más curiosos sobre ellas es “la capacidad que tienen para percibir los cambios en la luz, producidos al mudar las estaciones climáticas”. De esta forma cuando los días se vuelven más cortos debido al invierno, intuyen que es momento de migrar. Para esto, un día antes de partir, permanecen ingiriendo todo tipo de frutas e insectos hasta quedar completamente llenas, con el fin de tener suficientes reservas de energía durante sus largos viajes. Una vez la primavera vuelve a las latitudes nortes, las aves regresan.

Sobre su longevidad, Velásquez afirmó que “depende de cada especie y también de las condiciones de vida en las que se encuentren, muchas aves migratorias por ejemplo no resisten este tipo de viajes tan largos, pues estamos hablando de viajes intercontinentales”. Agregó que no son aves que están en peligro de extinción, sus poblaciones son estables y abundantes, y no hay riesgo de amenaza.

Por María Celeste Lozano

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