La transición demográfica y sus consecuencias en la matrícula universitaria

El rector Adolfo Meisel y la economista Angela Granger presentaron su investigación: “Transición demográfica y sus consecuencias en la matrícula universitaria en Colombia”, en un conservatorio virtual que contó con economistas invitados que comentaron las hipótesis del estudio.

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04 jun 2020

Colombia atraviesa un proceso avanzado de transición demográfica, en el que su población, durante un largo periodo, pasó de altas a bajas tasas de fecundidad y mortalidad, generando diversas consecuencias económicas y sociales, como la crisis del sistema pensional o la demanda de educación superior. Durante un encuentro virtual con docentes expertos, transmitido por el canal de Youtube Uninorte Académico, el rector Adolfo Meisel compartió los resultados de su estudio, elaborado en conjunto con la economista Ángela Granger, egresada de Uninorte, que analiza este fenómeno demográfico y sus consecuencias en la población universitaria.

De acuerdo con datos del Banco Mundial, desde 1960 ha disminuido la tasa de natalidad en América Latina y el Caribe, pasando de un promedio de 40 a 20 nacimientos en 2016. De igual forma, la tasa global de fecundidad disminuyó en el mismo periodo, pasando de un promedio de 6 hijos a 2,04; acercándose al nivel de los países de la OCDE, que es de 1,71.

En el siglo XX, en Colombia hubo mejoría en las condiciones socioeconómicas, observándose a mediados de siglo una clara transformación social. Sin embargo, de acuerdo con datos del Dane, la base demográfica en el país se ha ido reduciendo. El decrecimiento de la fecundidad y el aumento de la esperanza de vida es uno de los principales cambios sociales de la segunda mitad del siglo XX, y un hecho generalizado a pesar de que las regiones empezaron desde diferentes puntos de partida.

“Esto tiene efectos diferenciales sobre la población universitaria. Uno de los desafíos es la reducción de la demanda de educación superior, que lo vemos en la disminución de estudiantes que han venido presentando la Prueba Saber 11 entre 2000 y 2018, por cohorte de nacimiento entre 1984 y 2000 (…) La deserción estudiantil en secundaria y media podría ser una de las explicaciones. El crecimiento de la población entre 11 y 16 años en la costa caribe es mayor y mucho más bajo, con tendencia decreciente, que para el resto del país”, señaló el rector.

Según el estudio, a partir de 2017 comenzaron a disminuir las inscripciones de las matrículas en las instituciones de educación superior privadas y en 2018 en las públicas. Particularmente en las privadas cayeron entre un 4 y 14 % en los dos últimos años, y en las universidades públicas el crecimiento fue del 13 y el -2 % en 2017 y 2018. Las inscripciones disminuyeron en todas las regiones, con excepción del Caribe. El mayor decrecimiento se registró en Bogotá, con una disminución de 40.117 inscripciones menos en 2018 respecto a 2017.

“En el largo plazo lo que va pasar es que las universidades no van a crecer en población, y van a tener que trabajar en la calidad (…) Las universidades tendrán que invertir en más laboratorios, capacitación de sus profesores, y lo otro es la ampliación de educación para posgrados”, concluyó el rector.

Ana María Ibáñez, docente de la facultad de Economía de la Universidad de los Andes y asesora del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), enfatizó que el documento, con abundantes datos, argumenta que la contracción reciente en educación superior se debe principalmente a cambios demográficos, hipótesis que calificó de “provocadora e interesante”, pero que deja de lado temas que, si bien el documento menciona, aún no están resueltos en la política pública de educación.

“Todavía existe un alto potencial de incremento en la demanda y de hecho el documento lo menciona. El acceso a educación terciaria todavía es muy bajo en Colombia, y lo más importante es que ese acceso se concentra en la población de altos ingresos y es sumamente regresivo”, afirmó Ibáñez.

Si bien la demografía genera una caída en la demanda por educación, Ibáñez argumentó que esa caída se puede compensar con la entrada de otras personas, que son de más bajos ingresos, a la educación terciaria, y ahí el Estado puede jugar un papel importante. La asesora resaltó el papel que tuvo el programa Ser Pilo Paga durante el punto de inflexión en el que comenzó a disminuir la entrada de estudiantes a las universidades, sobre todo en privadas, porque al terminar el programa intensificó la caída de la matrícula.

“Otro obstáculo para el ingreso a la educación terciaria es la baja calidad de la educación primaria y secundaria. Entonces un porcentaje importante de gente no puede entrar porque no tiene la calidad suficiente. Un tercer punto es la deserción. Por lo general, uno de cada dos personas que entra a terciaria después sale, generalmente, por restricciones financieras y la mala calidad educativa con la que venían”, agregó.

Carlos Andrés Brando, decano de la facultad de Ciencias Económicas y Educativas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, sede Bogotá, indicó una fuerte caída desde 2014 de créditos nuevos de Icetex, pasando de 80 mil a cerca de 50 mil en 2018. Dado que los recursos no han crecido de la misma manera, el valor promedio del crédito nuevo se ha duplicado entre 2012 y hoy.

De acuerdo con datos de la OCDE del año pasado, relacionado a la sostenibilidad del sistema de educación superior colombiano, sugiere que el gasto total de las instituciones de educación superior como porcentaje del PIB ya está un poco por encima del promedio de la OCDE, pero por debajo del de cobertura.

“La capacidad que tienen los gobiernos locales para invertir en educación superior suele ser muy limitada. Entonces normalmente el presupuesto de estos, si uno los mira por rubro, está dedicado a educación básica y media, y, sobre todo, en temas de infraestructura. El rol que tienen los gobiernos locales es muy pasivo y las iniciativas de cobertura de educación superior suelen estar centralizadas. A nivel regional es importante darle más autonomía a los gobiernos locales”,  puntualizó Ángela Granger.

Por José Luis Rodríguez R.

 

 

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