Las mejores columnas de Ramón Illán Bacca se incorporan a la Colección Roble Amarillo

Ramón-Illán-2.jpeg
Este libro de bolsillo es el sexto tomo de la Colección Roble Amarillo.

Por:

23 ago 2017

Su narrativa espontanea y el agudo sentido del humor que emplea para representar las ironías de la cotidianidad, han sido características constantes en la obra del escritor y periodista Ramón Illán Bacca, quien cuenta con más de una decena de novelas y cuentos publicados, y aún hoy, a sus 79 años, continúa destacándose como un ingenioso escritor del Caribe colombiano.

Bacca también sobresale por su trayectoria como columnista, ya que por más de 30 años ha presentado su opinión sobre temas culturales en diferentes periódicos, suplementos y revistas de la región. Ahora, una recopilación de las que para él son “sus mejores columnas”, es publicada en la Colección Roble Amarillo del sello editorial de la Universidad del Norte, bajo el título El arpa del paraíso y otros textos.

La Colección Roble Amarillo es una serie de libros de bolsillo encaminados a promover la lectura en los estudiantes uninorteños, mientras que resaltan la obra de grandes escritores e intelectuales costeños, quienes son protagonistas de la cultura que se gesta en esta parte del país.

Este constituye el sexto tomo de la Colección, e incluye 13 textos extraídos de “Puntos de Bizca”, la columna bimensual del escritor en el suplemento Latitud de El Heraldo. Estos recogen su mirada sobre temas que van desde autores y libros que ha leído (y releído), música, cine, hasta anécdotas sobre sus familiares, sus gatos y la Barranquilla de antaño; a la cuál llegaba anteriormente tras ocho horas de viaje desde Santa Marta, a bordo de un barco de vapor.

Fue precisamente en la madrugada de una de esas travesías por el Caño Clarín, que sucedieron los acontecimientos relatados en el texto El arpa del paraíso, que le da el título a este librillo. Dicho texto logra ilustrar aquello a lo que se refiere el poeta barranquillero, Antonio Silvera, cuando en la introducción del tomo dice que el mundo de Bacca “no es lo real maravilloso sino la maravillosa realidad del Caribe, que cuenta también como se habla: en sordina, con humor sano y sin ninguna extravagancia”.

El escritor, periodista y abogado, Ramón Illán Bacca.

Más sobre el autor

Ramón Illán Bacca cuenta que antes no tenía segundo nombre, ya que el suyo es “totalmente literario” y lo adoptó “para no tener tocayos”, tomando el de Illán de Toledo, personaje que figura en la obra El Conde Lucanor.

Bacca nació en 1938 en Santa Marta. Su infancia y juventud estuvieron marcadas por libros de autores como Jean Paul Sartre, Marcel Proust y Jorge Luis Borges, novelas policiacas, distópicas como 1984 o Un Mundo Feliz; las eróticas de escritores como Henry Miller y D.H. Lawrence, y muchas novelas de vaqueros, ya que podía alquilarlas por centavos en un kiosco cercano al bachillerato en el que estudiaba.

Entre los años 40 y principios de los 50 también se forjó su gusto por el séptimo arte. Bacca recuerda las constantes salidas con sus primos para ver musicales y películas de vaqueros provenientes de Italia. También se embelesaba viendo a las misteriosas divas estadounidenses como Greta Garbo y Marlene Dietrich; así como a Ninón Sevilla, Meche Barba y otras rumberas que protagonizaron la época dorada del cine mexicano. Estos arquetipos de femme fatale le servirían luego de inspiración para los personajes femeninos de sus cuentos y novelas.

Se graduó de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre de Bogotá. A los 27 años trabajó como abogado de baldíos en el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA), y fue juez promiscuo municipal en Fonseca, Guajira. Pero después de muchas peripecias, se dio cuenta de que escribir era lo que siempre había querido hacer.

“Llegó un momento en el que me tuve que preguntar ‘¿Exactamente qué es lo que tú quieres hacer? ¿Ejercer esta profesión o escribir en la costa?’”, dice el escritor.

Así fue como en los años 80, Bacca empezó a escribir en el ahora extinto Diario del Caribe, donde mantuvo una columna llamada “Toque de Conticinio”; explica que este era un término utilizado desde la edad media, para designar esa hora de la noche en la que las ciudades y pueblos cerraban sus puertas, para que solo reinara el descanso y el silencio. Esto mismo sucedía a las 8:00 p.m., cuando empezaba a amainar el ruido de la calle 20 de julio en la que solía vivir en Barranquilla, y él podía disponerse a redactar sus opiniones culturales, siendo poseído por musas inspiradoras que le traían recuerdos distantes.

Justo en esas tardías horas de la noche, las memorias de su infancia en Santa Marta afloraron, y lo llevaron a golpear durante todo un año las teclas de su máquina de escribir Underwood; así fue como en 1987 terminó de escribir su primera novela, titulada Deborah Kruel, que ya va por su tercera edición. Esta era una historia costumbrista, salpicada de elementos propios de las novelas detectivescas, donde Deborah una seductora espía nazi en Santa Marta.

“Las novelas se escriben con lo que uno está lleno. Esta fue mi primera novela y en realidad el primer tema para escribirla era que en Santa Marta las muchachas casaderas y las señoras no se bañaban en el mar, ellas querían ser blancas y que no les cayera un solo rayo de sol. Pero había una muchacha transgresora, que se paseaba y se metía al mar en vestido de baño. La gente le tenía una cantidad de apodos, le gritaban, pero ella permanecía impávida y no le importaba, era una mujer muy valiente”, recuerda Bacca.

Ramón Illán Bacca también es profesor, por más de 25 años ha regentado la cátedra de Literatura en Uninorte. Ha participado también de otras recopilaciones como los artículos para Crónicas casi históricas, y la selección de columnas periodísticas que conforman Había una vez en Barranquilla. Así mismo dirigió el proyecto Voces 1917-1920, por cuyo prólogo obtuvo el Premio Simón Bolívar en 2004, en la categoría de mejor artículo cultural.

Bacca reflexiona sobre su estilo para narrar, que se contrapone a la escritura seria y solemne de otros autores más tradicionales y considera que la suya es de las pocas voces que hay en este momento en la escritura colombiana, cargada de “mucho humor y espontaneidad”. “No es un humor de chiste, no quiero despertar la risa, quiero despertar una sonrisa. Solo cuando escribo intento buscarle el lado cómico a las cosas, las otras veces, tengo miradas bizcas, por eso veo las cosas de medio lado”, manifiesta. 

Por María Margarita Mendoza. 

Más noticias