Las memorias que “acechan” nuestros monumentos históricos

Las memorias que “acechan” nuestros monumentos históricos

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Roger Aden, de la Universidad de Ohio, invitado a la jornada de Miradas de Paz.

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03 nov 2016

Los monumentos conmemorativos están hechos para recordar pasajes importantes de la historia de nuestra nación. Contienen la “memoria pública”, como la llama Roger Aden, doctor en speech communication y docente de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Ohio.

Esta memoria pública representa un entendimiento colectivo del pasado, pero no contiene las memorias de todos los grupos e individuos que componen ese colectivo. En otras palabras, algunas partes del pasado son omitidas en el lugar de memoria pública. Tradicionalmente, los académicos en el tema se refieren a estos elementos omitidos como “olvidados”, pero Aden prefiere considerarlos como “haunting”, un término que en español traduce algo como “fantasmal” o “que acecha”, en este caso acechan el lugar de memoria pública.

“Su presencia no es vista, pero sí están presentes”, sostiene el experto, quien compartió las apreciaciones sobre este tema en la conferencia ‘Recordar y olvidar: conflicto y espacios de la memoria pública’ en el marco de la iniciativa Miradas de Paz el pasado primero de noviembre.

Aden le explicó al público asistente que estos conceptos de recordar, olvidar y “acechar” son importantes porque la forma en que nos aproximamos a ellos habla de nuestro “carácter nacional”, de la identidad que tenemos como nación.

“Cuando examinamos un lugar de memoria pública, empezamos notando qué está presente, considerando el contenido (lo que se recuerda), el contenedor (cómo se recuerda: con una estatua, monumento, museo, etc.) y el contexto. Nos preguntamos qué se recuerda (qué elementos fueron elegidos para hacer presencia en el monumento), cómo es recordado (cómo se presenta aquello que se conmemora) y por qué es recordado”, explicó.

Pero tan importante como estas consideraciones es notar qué cosas, eventos, temas o personas que hacen parte de esa historia están ausentes en el lugar de memoria. Hay que preguntarse por qué fueron excluidos y cómo esa ausencia promueve una reevaluación de lo que se recuerda en el lugar.

“Hay que tener en cuenta que aun lo ausente en un monumento conmemorativo está presente. Lo no representado está fuertemente arraigado en la memoria de ciertos grupos que recuerdan un pasado en particular que no es evidente en el monumento”, señala Aden, notando que estos elementos, llamados “memorias vernáculas”, “acechan” el sitio de memoria pues aunque no están presentes de forma física, sí lo están de una manera “espiritual”.

Para explicarlo mejor, puso el ejemplo de la esclavitud en Estados Unidos. Aunque el país evitó durante mucho tiempo reconocer esa institución en sus sitios oficiales de memoria pública, el terrible daño que creó y el odio persistente que fomentó la esclavitud fueron recordados y sentidos de muchas maneras por aquellos que experimentaron su legado.

“Cuando elementos del pasado histórico (como en este caso la esclavitud) no son oficialmente recordados en lugares de memoria pública, tenemos que preguntarnos cómo se manifiesta su presencia, quién da cuenta de ella, cómo busca ser notada, por qué, cómo se trata con ella. Las respuestas a estas preguntas con en muchos casos un examen más honesto del carácter de una nación”, recalcó.

Para él, el hecho de que un lugar de memoria pública o monumento no pueda contener todas las voces de los involucrados en la historia, no significa que estas deban ser olvidadas, por lo que es necesario escuchar eso que no está físicamente presente y tratar de entender la perspectiva de esas voces que circulan.

“Debemos reconocer la validez de estas memorias vernáculas y cómo pueden ser integradas, y reflexionar sobre las decisiones para recordarlas: cómo contamos las historias de nuestras naciones y culturas”, finalizó.

Por Melissa Zuleta Bandera

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