Los niños durante la pandemia: pautas para promover su desarrollo

En el conversatorio "Emociones y resiliencia. Antes, durante y después de la pandemia", organizado por el programa Pisotón, se analizaron las principales dificultades que ha representado el aislamiento social para los más pequeños y cómo hacer para que estas condiciones no interfieran en su crecimiento psicoactivo.

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El evento se realizó el martes, 3 de noviembre.

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06 nov 2020

Seis de cada diez colombianos sintieron síntomas o sentimientos relacionados con afecciones de la salud mental y emocional durante la pandemia, según cifras de la Encuesta Pulso Social que realizó el Dane recientemente. Sin embargo, estos números no miden lo que está ocurriendo con los niños en el país, que también sufren las consecuencias de la pandemia tanto en su salud mental como en el desarrollo que adquieren a través de la interacción social. 

Pisotón organizó un conversatorio sobre las emociones y la resiliencia que deben desarrollar los más jóvenes en estos tiempos difíciles. El panel estuvo compuesto por Anna Forés Miravalles, presidenta de la Asociación de Investigación para la Resiliencia (Aire) y profesora de la Universidad de Barcelona; Andrea Suárez Pérez, subdirectora de calidad de Primera Infancia del Ministerio de Educación; y la directora y creadora del programa Pisotón, Ana Rita Russo. 

Para el desarrollo adecuado de su potencial, los niños necesitan sentirse deseados, acogidos y atendidos amorosamente; gozar de condiciones adecuadas de salud, tener espacio y condiciones para potenciar su desarrollo, ser respetado, escuchado y reconocido como sujeto para la consolidación de su identidad, explicó Russo. También es un imperativo gozar de diversos espacios hogareños que personifican la familia extensa, donde se fortalece el amor y las relaciones afectivas. 

Ante una pandemia que afecta estos ámbitos, todos estos espacios se fueron a uno solo: el hogar. Al mismo tiempo, se han generado tristezas por las pérdidas y privaciones, irritabilidad ante la incertidumbre y tensión en las relaciones familiares. De acuerdo con Russo, hay que estar en sintonía y advertir los cambios emocionales que presentan los niños, validar lo que sienten, por ejemplo, al hacerles saber que los adultos también están pasando por lo mismo. 

Forés aconsejó explicar esta experiencia como un proceso, una vivencia que tenemos que transitar. “Es un mensaje para nosotros y para nuestros niños: para hacer el proceso de resiliencia es muy importante entender que vamos a transitar por esta situación, que no es definitiva, que forma parte de este proceso de la vida y que, como cualquier otra adversidad, tiene un final”, complementó. 

Con respecto a un eventual regreso a los salones de clase, Suárez manifestó que genera una carga emocional que se traduce en miedo, angustia y lo que se necesita es trabajar sobre la confianza. La clave es tener la certeza de que se está trabajando en conjunto escuela, familia y gobierno para entornos seguros donde los niños puedan desarrollarse y crecer. 

Los niños tienen la necesidad de hacer lo que no están haciendo en casa: correr, saltar, experimentar. Al tiempo, deben cumplir los protocolos de bioseguridad. Esto es una causa de preocupación para los padres, no obstante, es clave entender que están movidos por su curiosidad, por su asombro, por ese deseo de conocer y explorar el mundo.

“Los adultos tenemos el rol de brindarles seguridad, contención y sostén para que realmente puedan continuar con la vida, que nos cambió a todos, pero tenemos que hacer adecuaciones y apropiación de protocolos, hábitos y costumbres que nos van a permitir preservar nuestra vida y continuar”, cerró. 

Por Leonardo Carvajalino

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