Los "Pequeños Arqueólogos de Lácides" visitaron Mapuka

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Juan Guillermo Martin, director de Mapuka, acompañó a los jóvenes investigadores en la visita guiada.

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26 jun 2019

Los "Pequeños Arqueólogos de Lácides", un semillero de investigadores liderado por el docente José Carmelo Arteaga, salieron desde las 3 de la mañana del 25 de junio desde Santa Cruz de Lorica, Córdoba, y recorrieron 331 kilómetros hasta llegar al museo Mapuka de Uninorte. Siete niños entre los 13 y 16 años componen este equipo de investigadores que resguarda 251 piezas arqueológicas registradas ante el Instituto colombiano de Arqueología e Historia (Icanh). 

Arteaga, egresado de Psicología de Uninorte, contó que la idea de crear el semillero nació precisamente en el campus, durante las clases que cursó en su pregrado con el arqueólogo Carlos Ángulo Valdés. “Nos mostró un día en clase unos artefactos que venían de la zona de Bari y de Lorica. Me permitió ver de otra manera estas piezas arqueológicas que estaban tiradas en el suelo y que no entendía su valor. De ahí nació mi amor por la arqueología”, expresó el docente de la Institución Educativa Lacides C. Bersal, donde estudian los integrantes del grupo. 

Junto a Melisa Zapata se encargan de rescatar piezas arqueológicas, diseñar juegos didácticos para capacitar a aquellos que no hacen parte de los semilleros, organizar expediciones a distintos lugares de la geografía nacional y agendar visitas guiadas a museos para aprender directamente de expertos. Juan Guillermo Martin, director de Mapuka, se encargó de mostrarles la colección a los jóvenes visitantes, que entre preguntas y fotos buscaban aprovechar cada gota de conocimiento. 

Una de las más participativas fue Dorothy Zumaqué, de 14 años. La joven solo lleva un año en el grupo pero asegura que su interés por conocer sobre culturas precolombinas fue cultivado por su padre, quien hace parte de la comunidad Zenú. “Hemos aprendido a valorar, y conservar nuestra historia”, señaló la estudiante. 

Daniela Miranda Díaz, de 15 años, es una de las miembros fundadoras del semillero y asegura que lo que mueve su curiosidad es la intriga de saber cómo eran sus antepasados. Para entrar a Pequeños Arqueólogos, el profesor Arteaga le pidió que realizara una investigación sobre la cultura Zenú. Luego, le hizo un examen que pasó y desde entonces ha sido parte del equipo. 

Gracias a esto, ha podido viajar a ciudades como Pereira, Bogotá y Barranquilla, entre otras. El semillero es parte del grupo Ondas de Colciencias y por esto ha participado en varios eventos en los que ha ganado reconocimiento por el trabajo que ha hecho rescatando piezas arqueológicas de la cultura zenú. Premios como Aventura bio de Colciencias en la línea de saberes ancestrales y culturas de la diversidad, el primero puesto en la Feria de la Ciencia, Tecnología e Innovación Génesis 2016, en Córdoba, y el mejor poster científico del encuentro regional Ondas realizado Barranquilla, se encuentran en la lista de logros del semillero. 

De este último, Daniela recuerda que después de la exposición que hicieron el jurado, compuesto por arqueólogos, “los felicitaron porque ni siquiera sus estudiantes de arqueología sabían todo lo que nosotros sabíamos”. 

Arteaga contó que con los fondos que ganan se costean los viajes. Por ejemplo, recientemente recibieron el premio en diseño sostenible de la comunidad iberoamericana ciclo 7, y ese dinero lo utilizaron para llegar a Mapuka. 

Viejos conocidos

Para el proceso de registro de las 251 piezas en el Icanh, Arteaga tocó las puertas de Uninorte y pidió su apoyo. Un equipo de arqueólogos de Uninorte estuvo en 2018, durante diez días, ayudando con la clasificación de cada uno de los hallazgos que se hicieron. 

El docente manifestó que su plan a futuro es hacer un museo con estos hallazgos, gestionado por los propios miembros del semillero Pequeños Arqueólogos. Así también, le apunta a publicar un libro contando la experiencia para reforzar el conocimiento acerca de la cultura zenú, y al mismo tiempo los recursos didácticos que existen como insumos pedagógicos en la enseñanza sobre esta comunidad. 

“Quiero agradecerle a Mapuka porque han hecho que un proyecto que era de niños se vuelva científico”, concluyó Arteaga. Espera continuar formando, año tras año, a jóvenes no solo en cómo ser mejores investigadores sino también a valorar y a proteger lo propio.

Por Leonardo Carvajalino

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