Los sistemas de evaluación se replantean

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Carmen Balaguer Fábregas, doctora en Educación y docente investigadora de la Universidad de Cataluña en Barcelona.

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19 jun 2015

En estas últimas décadas, la didáctica universitaria ha vivido un proceso de renovación basado en una nueva perspectiva pedagógica en la que se han producido ciertos avances en los modelos docentes y en los modos de plantear el aprendizaje. Un elemento clave para esto es la evaluación, que ha replanteado la forma de calificar a los estudiantes. En Colombia este ha sido un proceso largo que todavía amerita más miradas.

En ese sentido, el Seminario Internacional de Pedagogía Universitaria organizado por el Centro para la Excelencia Docente de Uninorte, estuvo enfocado en responder a la pregunta: ¿Cómo mejorar las prácticas de evaluación en el aula? El evento, que se realizó el 16 y 17 de junio, estuvo dirigido por las españolas Ángels Domingo Roget, licenciada en Ciencias de la Educación y Doctora en Pedagogía; y Carmen Balaguer Fábregas, doctora en Educación y docente investigadora de la Universidad de Cataluña en Barcelona.

El taller fue de corte mixto por su carácter teórico-práctico, y abordó las bases didácticas, las habilidades y los instrumentos que potencian que los participantes mejoren su competencia evaluativa en su contexto universitario. El objetivo principal era mejorar la praxis evaluativa en sus respectivas aulas, para lo cual se propuso una profunda revisión conceptual de la finalidad pedagógica de la evaluación y una renovación en su modo de transferirla a la práctica docente.

"Vosotros estamos en un sistema educativa que nos exige acreditar los estudios, por lo tanto la evaluación es necesaria. Pero también es necesaria para controlar nuestro progreso, para darnos cuenta que vamos avanzando y que si algo no anda bien hay que rectificarlo. Nos permite ver si estamos yendo por el camino correcto o no, sirve para mejorar y gestionarnos en referencia a nuestros aprendizajes y lo que queremos lograr con ellos", expresó Balaguer.

Por eso, se hace indispensable establecer un conjunto de conocimientos, estrategias, herramientas y conceptos sobre los cuales los docentes puedan diseñar sus propias parcelaciones, con base en el desarrollo de competencias y su evaluación. Según las españolas, eso está estrechamente ligado con la calidad educativa, que se evidencia cuando los egresados son capaces de aplicar en su vida laboral los conceptos aprendidos durante sus estudios.  

Hace unos 10 años, las calificaciones se basaban en sus productos y eran básicamente escritas. Actualmente, se intenta valorar los procesos de los estudiantes: los procedimientos, los sistemas de análisis, sus participaciones, etc. Y a partir de allí diseñar actividades de diferente manera que no sean exclusivamente las tradicionales, sino que cada una de ellas desarrolle una competencia en específico.

"El objetivo es que los alumnos acaben siendo personas competentes en muchos ámbitos. Y esta no se desarrolla únicamente con el conocimiento, sino también con el saber hacer, saber ser, saber estar y saber comunicar", explicó Balaguer.

Para lograr esa finalidad, existen varios instrumentos a parte del examen escrito clásico, que sigue vigente. Están, por ejemplo, los sistemas orales, en los cuales se pide a los estudiantes que expliquen con sus propias palabras lo que han aprendido, sin memorizar las cosas, que debatan sobre los contenidos. Eso permite evidenciar su comprensión y su capacidad de diálogo, de análisis y de síntesis.

Asimismo, están la presentación y exposición de trabajos realizados en grupo, que desarrolla en los alumnos la capacidad de trabajar colectivamente, como lo tendrán que hacer en la vida real. Las conferencistas también proponen la elaboración de memorias, de manera que se construyan especies de libros de conocimiento realizados por los mismos estudiantes, lo que implica que les toca gestionar todo el material de un semestre.

Todas estas herramientas sirven para formar profesionales íntegros, que no solo tengan conocimientos en áreas específicas del saber, sino que sean competentes laboralmente. Durante el seminario las doctoras invitadas afirmaron que algunas de las principales competencias trasversales en todos los estudiantes son el trabajo en grupo, la competencia comunicativa oral y escrita, el acceso a las TIC, el pensamiento crítico y el pensamiento sistémico.

"El reto más importante es operativizar las buenas palabras. Es decir, es muy bonito trabajar por competencias pero hay que ver de qué manera diseñamos nuestra docencia día a día y nuestra evaluación, de manera que las actividades que se incluyan en esta docencia permitan ese aprendizaje de competencias; con acciones que sean variadas, que no sean únicamente estudios repetitivos", concluyó Balaguer. 

Por: Adriana Chica G. 

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