Margarita García Robayo desveló su narrativa en Mapuka

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Margarita García durante el conversatorio realizado en la Sala Mapuka.

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19 feb 2019

“Si yo tuviera que describir cómo escribo es estar en un rincón, leyendo, escuchando, observando cosas que me sobresaltan física y sensorialmente. Eso es lo que tengo que escribir”, afirmó Margarita García Robayo, escritora cartagenera invitada a un conversatorio que se llevó a cabo el 18 de febrero en la sala Mapuka. La autora de novelas como Hasta que pase un huracán y Tiempo muerto también realizó un taller de escritura creativa para 20 personas en una jornada que estuvo invadida por la narrativa.

La mujer radicada en Buenos Aires, Argentina, se encontraba en Barranquilla en el marco del XIII Carnaval de las Artes y atendió a la invitación de Adriana Rosas, profesora del departamento de Filosofía y humanidades. La diferencia entre escribir cuentos y novelas, su relación ambigua con el mar e influencias literarias fueron algunos de los temas que tocó García Robayo durante la charla en la que estuvo acompañada por la docente.

Sobre los géneros literarios comentó que el cuento lo define como un relato que requiere de un esfuerzo técnico para mantener una estructura identificable, mientras que considera que para la escritura de novelas valora la capacidad de construir climas y mundos en lugar de concentrarse en la trama. La cartagenera ganó en 2014 el premio Casa de las Américas 2014, por el libro de relatos Cosas peores.

“Lo bueno y lo malo de vivir frente al mar es lo mismo. El mundo se acaba en el horizonte, osea que nunca se acaba, y uno siempre espera demasiado”, caracterizó sus sentimientos sobre la vida frente al mar. Agregó que la ambigüedad, como la que siente frente a este, se plasma recurrentemente en su escritura como una herramienta que nutre su estilo narrativo.

García Robayo citó a José Emilio Pacheco y a Raymond Carver, entre otros, como sus referentes en la escritura. Del primero destacó la novela Las Batallas en el desierto y cómo de una situación, en apariencia ínfima, se puede contar algo que parece no ser abarcable como la vida en México tras la Segunda Guerra Mundial. Del segundo destacó su escritura sucinta y depurada.

No obstante, anotó que las influencias ayudan a conocer nuevas posibilidades pero que, en últimas, es la persona, el escritor, quien a través de su singularidad o subjetividad tiene la capacidad de contar algo desde una voz que es única de cada persona.

Por último, la invitada habló sobre la ironía que atraviesa su obra. “Estamos acostumbrados a naturalizar la tragedia, a veces lo único que nos queda es hacer chistes sobre lo irremediable”.

 

Taller de escritura

 

 

 


En la mañana, 20 personas, entre los que se encontraban estudiantes, profesores, funcionarios de Uninorte y externos, realizaron el taller 'Tengo que contarlo'. En este los participantes escucharon las cinco pautas, que a criterio de García Robayo, son esenciales para la escritura y luego cada uno elaboró un texto con lo aprendido.

 

 

Por Leonardo Carvajalino

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