Paulina Delgado Pachón, una vida dedicada a los idiomas

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Paulina Delgado Pachón lleva 21 años como docente de tiempo completo de Uninorte.

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03 nov 2016

Durante sus 21 años ininterrumpidos como docente a tiempo completo en Uninorte —además de 8 como catedrática antes de eso—, Paulina Delgado Pachón ha dictado muchas asignaturas: español para estudiantes nativos, español como lengua extranjera, francés, inglés y hasta una cátedra de Europa Moderna.

Además, ejerció cargos administrativos y fue miembro de varios comités importantes en Uninorte, por lo que este 3 de noviembre recibió la distinción de Profesora Emérita de esta alma mater, de donde dice todavía no estar preparada para irse.

El 27 de julio de 1982 dio su primera clase como catedrática gracias a la gestión del profesor Alberto Assa, con quien trabajaba en el Instituto de Lenguas Modernas y en el Instituto Experimental del Atlántico.

A la vez, enseñaba en la Universidad Autónoma del Caribe y daba clases de perfeccionamiento de español al entonces cónsul y el vicecónsul de Estados Unidos en Barranquilla. Todo lo hacía a la vez y recorría Barranquilla a toda velocidad para llegar a tiempo a todas sus clases.

Durante los siguientes ocho años, viajó a Francia para una beca corta para profesores colombianos de francés, luego a Inglaterra para ser profesora de un college y finalmente de nuevo a Francia para realizar sus estudios de posgrado.

“Estando allá me escribió el doctor José Amar —que en ese entonces era decano de la división de Humanidades y Ciencias sociales y el departamento de Lenguas pertenecía a esta— diciéndome que había una vacante para enseñar de tiempo completo. Hice una lista de pros y contras y después de pensarlo mucho decidí que era mejor venir porque estas oportunidades así no se presentaban todo el tiempo”, cuenta la docente.

Durante estas más de dos décadas, la profesora Paulina ha ejercido varios cargos: desde coordinadora de Extensión (cuando este apenas nacía y se crearon los primeros cursos abiertos de inglés, francés, alemán e italiano) hasta directora Académica del Instituto de Idiomas, además de hacer participado activamente en la gestión de internacionalización de Uninorte.

“Estuve en el comité de Cátedra Europa por varios años, en el comité de ‘Canada Days’, en el de Internacionalización, en un comité especial de Francia e hicimos un equipo de trabajo para idear el programa de Relaciones Internacionales y su primer currículo”, dice con orgullo la maestra, quien a pesar de haber estudiado tanto Derecho (en la Universidad Libre) como Idiomas (en la del Atlántico), desde antes de graduarse ya estaba dando clases, y como dice ella, quedó “atrapada” desde entonces en la enseñanza.

Recuerda con cariño de su época dictando francés a los primeros estudiantes de Relaciones un trabajo que asignaba todos los semestres: Le Dossier. Se trataba de cerca de 90 páginas escritas e ilustradas a mano con un recorrido por todas las áreas de la asignatura (desde vocabulario y gramática hasta la cultura).

“Tenían que empezar a hacerlo desde el principio del semestre para poder alcanzar a terminarlo y protestaban porque eso era muy difícil, pero muchos de los que han ido a Europa luego me dicen ‘¡imagínate que allá vi todo lo del dossier!’”, evoca entre risas.

También rememora el desafiante semestre en el que impartió clases de español, inglés y francés simultáneamente. “Tenía que cambiar de chip antes de entrar a cada clase para no decir bonjour en la de español ni good morning en la de francés. Ese semestre creo que me sirvió para evitar el alzheimer”, cuenta.

A propósito de su reconocimiento, sostiene que en su trayectoria debe reconocer a quienes vinieron antes de ella. El profesor Alberto Assa; el entonces rector del Colegio Alemán (donde estudió), Manfred Peter, quien le dio su primer trabajo enseñando idiomas; la profesora Vilma de María, quien fue jefe del departamento de Lenguas; la profesora Gillian Moss, que guio académicamente al grupo de profesores en la creación del Instituto de Idiomas, entre muchos otros compañeros que ha conocido en Uninorte.

Hoy, tantos años de clases después y ya jubilada, todavía no siente que es momento de dejar de enseñar e irse para su casa.

“Son muchas cosas que me unen a la Universidad del Norte, no es solo el lugar donde vengo a trabajar”, señala, pues considera que los docentes contribuyen al crecimiento no solamente intelectual de los jóvenes sino también como guía para la vida.

“Yo les digo que nosotros no solo venimos aquí a aprender los verbos irregulares, sino a aprender esos valores que no se deben negociar, como la honestidad”, dice la profesora, quien cree que la docencia es una profesión de grandes sacrificios, pero con unas enormes retribuciones espirituales, como el ver crecer a sus estudiantes académica y profesionalmente.

“Mientras tenga fuerza, vida y el rector lo permita, aquí estaré brindando lo que sé hacer”, finalizó.

Por Melissa Zuleta Bandera

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