¿Por qué el Parque de Chiribiquete fue declarado Patrimonio de la Humanidad?

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Uno de los murales con registros pictográficos. (Foto Fundación FCDS)

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04 jul 2018

El Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, en Guaviare, fue declarado el primero de julio Patrimonio Mixto de la Humanidad, durante la 42 sesión del comité de Patrimonio Mundial de la Unesco, celebrada en Manama, Baréin.

Su reconocimiento se debe a que allí, entre los ecosistemas de la Amazonía, Orinoquía, Andes y el escudo Guayanés, convergen cerca de 30 especies de mamíferos, varias de ellas amenazadas como el jaguar, el puma o la nutria gigante; y resguarda el complejo pictográfico más antiguo y amplio de América: 50 murales de unos siete metros, con más de 70 mil representaciones gráficas, que datan desde el Paleoindio. Además, esta reserva natural fue ampliada por el Gobierno a 4,2 millones de hectáreas (1,5 millones más), convirtiéndola en el área continental protegida más grande del país y el parque nacional natural de selva húmeda tropical más grande del continente.

¿Pero qué implica esta distinción para el país y el Gobierno? De acuerdo con Felipe Lamus, profesor del departamento de Física y Geociencias, es necesario que el reconocimiento tenga verdaderas extensiones económicas para que se generen recursos que ayuden a proteger y estudiar su riqueza cultural y natural.

“Toda esta parte de Colombia tiene el avance de la frontera agrícola, de la deforestación y de los cultivos ilícitos. Al crecer el área, como dice el dicho: ‘hijo pequeño, problemas pequeños. Hijos grandes, problemas grandes”, puntualizó el docente.

Chiribiquete fue declarado Parque Nacional en 1989, pero paradójicamente fue el conflicto armado el responsable de blindar sus fronteras de la llegada de la modernidad. Según diversos estudios, el Cartel de Medellín escondió allí siete laboratorios para procesar pasta de coca y creó pistas para transportarla. El Gobierno destruyó en 1984 las instalaciones, pero luego la exguerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) obligó a salir a los investigadores del área, porque este se había convertido en un frente de guerra. Recientemente la firma del acuerdo de paz con el Gobierno abrió una puerta para que el desarrollo y la inversión lleguen a una de las zonas más abandonadas del Estado.

El presidente Juan Manuel Santos anunció en julio de 2017 que Chiribiquete estaba libre de cultivos ilícitos y que un batallón de 350 soldados de la fuerza de tarea conjunta "Omega" se encargaría de garantizar la seguridad de la zona, luchando contra el narcotráfico, los grupos criminales y las agresiones al ecosistema.

“Al sacar a la guerrilla como actor dio la posibilidad de que muchos investigadores comenzaran a entrar a muchos lugares, pero siento que se está cerrando un poco esa ventana. Creo es casi una marcha contrarreloj la que tenemos los científicos de explorar estos lugares rápidamente, antes de que vuelva a recrudecerse el conflicto, porque pareciera que esa puede ser una tendencia a futuro”, advirtió Lamus.

Tareas por cumplir

Diana Castellanos, directora territorial para la Amazonía de Parques Nacionales, manifestó al periódico El Tiempo que “Chiribiquete no estará abierto al turismo y tendrá un modelo de gestión distinto al resto de áreas protegidas porque su permanencia depende de lo que ocurra afuera, con los 21 resguardos indígenas y 30 veredas campesinas colindantes”. No obstante, las ocho zonas de la serranía La Lindosa, declaradas como área arqueológica protegida de Colombia, serían los espacios aspirantes para que los turistas tengan un acercamiento a Chiribiquete, al visitar sus murales y piedras con arte rupestre.

Para el antropólogo Juan Guillermo Martín, director del Museo Mapuka, el gran inconveniente de las declaratorias de patrimonio mundial es que “estos sitios se convierten en un destino turístico importante”, y los estudios han comprobado que “es altamente nocivo, sobre todo al patrimonio natural”.

“Estos ambientes tienen un equilibrio muy delicado y la presencia intensa del ser humano los afecta de manera irreversible. Dentro del nuevo plan de manejo del parque tendrá que haber un capítulo importante sobre el turismo, para garantizar que este no vaya a afectarlo”, indicó.

La gran tarea que está pendiente –agregó Martín– es la de conocer, desde una perspectiva arqueológica, quiénes fueron las personas o culturas que elaboraron las pinturas rupestres que están sobre las rocas del lugar, representando a animales, plantas y humanos en diversos quehaceres. Adelantar un programa de investigación que permita conocer los procesos de ocupación humana de esta área –dijo– debe hacerse de manera prioritaria.

Por José Luis Rodríguez R.

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