¿Se puede enfrentar al coronavirus con tecnología en Colombia?

Expertos en salud pública, epidemiología, y ciencia de datos se dieron cita en el espacio que abre el diario El Espectador para hablar sobre las estrategias que han utilizado otros países para mitigar de manera efectiva la propagación del Coronavirus y cómo podrían aplicarse a nuestro país.

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14 abr 2020

Países como Singapur, Corea del Sur o China han logrado mitigar de manera importante los impactos del Covid-19. Sus experiencias dejan ver las diferentes estrategias que implementaron para enfrentar la crisis, sin embargo, hay un elemento común: el uso de tecnología. ¿Qué tanto se está usando el país? El ejemplo a mostrar es la CoronApp, que incorpora soluciones digitales ante la pandemia.

Para comprender el panorama a cabalidad, en el espacio de streaming de El Espectador se organizó la charla ¿Podemos controlar al coronavirus con nuestros celulares?, moderada por Pablo Correa, editor de Ciencia y Tecnología. Contó con la participación de Julián Fernández Niño, profesor del departamento de Salud Pública de Uninorte; Tatiana Andia, socióloga e investigadora de la Universidad de los Andes; Andrés Vecino, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins; Silvana Zapata, epidemióloga que trabaja con la Gobernación de Antioquia; y Alejandro Feged, profesor de la Universidad del Rosario e investigador en ecología del comportamiento. 

Vecino manifestó que, en muchos de los países citados, los datos se extraen de las señales de los celulares y se utilizan para hacer rastreo de contactos de personas infectadas y notificarles que podrían padecer de la enfermedad. Este trabajo, sin tecnología, es muy intensivo en horas laborales y personal y tiene un margen de error amplio debido a que es difícil para la persona recordar cada interacción que tuvo en cierto determinado tiempo. 

De acuerdo con datos de un reciente estudio realizado en Inglaterra, una persona promedio en 14 días tiene 30 contactos estrechos, es decir, que estuvo por lo menos 30 minutos con alguien, más a menos, a una distancia de dos metros. Monitorear la proximidad es complicado, pero la tecnología de los celulares ayuda a reducir el margen de error. 

No obstante, también tiene sus implicaciones negativas. El docente de la Universidad Johns Hopkins argumentó que debe existir confianza en las instituciones para el uso de datos de esta forma, e hizo énfasis que cualquier medida que se tome debe responder a la contingencia que vivimos y, por tanto, debe ser temporal. 

Andia dijo que en estos casos se deben hacer tres preguntas claves: qué información se va usar, para qué y a quién se le va a entregar. Citó como ejemplo la controversia que se generó recientemente con el DNP por el programa Ingreso Solidario, ya que la Superintendencia de Industria y Comercio permitió que se entregaran datos de los usuarios. 

“Ya hay retos en términos de transparencia, no porque no se pueda entregar, o porque no sea útil la información, sino porque la autorización es bastante vaga. No se dice desde cuándo, a quién ni con qué características. Suena como un cheque en blanco y eso es preocupante en un país como Colombia”, declaró la socióloga. 

Señaló que hay dudas en cuanto a la capacidad del Estado para hacer cumplir sus órdenes, y la suspicacia surge de las experiencias pasadas, de uso indebido. “Cualquier acuerdo social duradero en materia de compartir datos y de vigilancia del estado a los ciudadanos tiene que ser una conversación larga, y no se debe dar en momentos de emergencia”.

 

 

 

Fernández señaló que la tecnología podría ser utilizada para propuestas que están sobre la mesa, como la de flexibilizar la cuarentena por grupos. Sin embargo, aseveró que hay consideraciones bioéticas para estas medidas y se pueden generar estigmas y transgresiones contra ciertos grupos, como ya se ha visto en el país en el que personal de la salud e infectados han sufrido de discriminación.

Feged anotó que existen otras formas, menos invasivas, de valerse de datos, a través de diferentes herramientas. Varias compañías privadas, como Facebook o Google, almacenan grandes cantidades de información de sus usuarios, quienes aceptan brindarla a través de los términos de uso y los hacen públicos. “Si ya los están utilizando para vendernos zapatos y suscripción a servicios, ¿por qué no utilizarlo en este contexto, que los necesitamos?”, dijo el investigador. 

Para el docente de la Universidad del Rosario, debido a que es un patógeno nuevo, aún no sabemos cómo responde a la movilidad humana y qué unidades tener en cuenta. No obstante, la meta es poder realizar la planeación adecuada y poder anticipar, identificar las zonas donde se podría tener dificultad para prestar servicio con estas tecnologías y tratar de definir, desde los datos, cómo se serán esos movimientos en una cuarentena episódica.

Un ejemplo del uso de los datos es lo que está haciendo Zapata con la Gobernación de Antioquia. La epidemióloga tomó datos abiertos del Dane y estudió cómo han cambiado los ingresos a transporte masivo durante la cuarentena. Encontró que hay una reducción general de entre el 20 y 30% en los sectores más vulnerables, estrato 1 y 2, que se desplazan al centro de las ciudades. A las 6 de la tarde, hora de regreso, se vuelve a experimentar el alza en la movilidad. 

Comentó que uno de los grandes retos es que no hay una cultura fuerte tecnológica en nuestro país —solo el 50 % de los hogares en Colombia tienen acceso a internet— y las instituciones no tienen la capacidad tecnológica necesaria, como servidores o personal calificado para responder a las coyuntura.

 

Por Leonardo Carvajalino

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