Sismo del 5 de marzo, el de mayor magnitud en el Atlántico desde 1993

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Mapa de zonificación sísmica del norte de Colombia hecho por Ingeominas.

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08 mar 2019

El sismo que sacudió a Barranquilla y a sus municipios aledaños el martes, 5 de marzo, cuyo epicentro se relocalizó en la misma capital del Atlántico con una profundidad menor a 30 kilómetros (Km), fue el de mayor magnitud registrado por el Servicio Geológico Colombiano en el departamento desde 1993, cuando se puso al servicio la Red Sismológica Nacional.

De acuerdo con los datos históricos, desde entonces se han registrado cuatro eventos sísmicos: el 6 de mayo de 2014 ocurrió un temblor de magnitud 3,3, con epicentro en Piojó y una profundidad de 10,3 km. El 4 de abril de 2015 se registró otro de magnitud 3,6, con epicentro en Ponedera y una profundidad de 40 km. El penúltimo ocurrió el 28 de agosto de 2016, con un epicentro entre Barranquilla y Manatí, de magnitud de 3 y una profundidad de 29,6 km.

Aunque en principio el sismo del 5 de marzo, a las 8:48 de la noche, se registró con epicentro en Sitionuevo, Magdalena, horas después fue relocalizado a Barranquilla, justo en la Zona Franca, cerca del Nuevo Puente Pumarejo. El evento fue percibido en los municipios de Soledad, Galapa, Baranoa, Sabanagrande, Puerto Colombia, Polonuevo, Palmar de Varela, Malambo, Santo Tomás, incluso en Cartagena y Santa Marta.

“Este evento sísmico (5 marzo) lo veo como la bienvenida al Plan de Gestión del Riesgo de Desastres del Distrito Especial. Afortunadamente estos eventos nos van avisando que hay sismicidad y hay que estar atentos. Reconozco que somos un país pobre, donde hay que concentrar recursos en cosas fundamentales, como la alimentación de las personas, pero no podemos descuidar esto”, advierte Carlos Arteta, profesor de Ingeniería Civil, experto en ingeniería sísmica.

El plan en mención tiene dentro de sus normativas velar por la reducción del riesgo sísmico. De acuerdo con Arteta, doctor en Ingeniería de la Universidad de California-Berkeley, el Distrito tiene en este documento una hoja de ruta que ahora necesita de un presupuesto y un grupo de expertos enfocado en ese tema.

Históricamente, en el Caribe se habla de que Santa Marta es una zona de amenaza sísmica intermedia y Barranquilla no, pero el docente opina que eso es solo una interpretación de la amenaza sísmica real, es “el mejor conocimiento que tienen los ingenieros y sismólogos hasta el momento del tema, pero ya hay indicaciones de que la amenaza sísmica en Barranquilla puede ser un poco más alta”. Además, según los datos del Instituto Geólogico de la Pontificia Universidad Javeriana, un 26 de febrero de 1825 un fuerte sismo "al norte de Barranquilla destruyó más de cien casas y produjo daños en la Catedral y cuatro iglesias". Es probablemente el más antiguo registro de sismo en la capital del Atlántico.

“Barranquilla puede comenzar con una microzonificación sísmica, en donde se analizaría cuáles son las fuentes sismogénicas que afectan a la ciudad, es decir, las que producen terremotos. Por ejemplo, sería bueno saber cuál produjo el más reciente sismo”, puntualiza Arteta.

En ese sentido, con un estudio de esta envergadura es importante reconocer los tipos de suelos que posee la ciudad, cuántos son blandos, rocosos, arcillosos, etc., “porque hay una relación directa entre el daño que sufren las edificaciones durante un sismo y el tipo de suelo sobre el que se apoyan”.

Entonces, si se conocen las fallas, el tipo de suelos y qué tan lejos están las fallas respecto a Barranquilla, podría hacerse una estimación de cuáles son las aceleraciones esperadas en la ciudad, para luego entrar a estudiar el riesgo asociado a la ocurrencia de ciertos escenarios sísmicos. Por ejemplo, cuál sería la aceleración esperada del suelo si ocurre un terremoto magnitud 6, a 100 Km de la ciudad.

Monitoreo de salud estructural

La Universidad del Norte, desde la División de Ingenierías, da una respuesta local al cumplimiento de la norma de sismo resistencia de las estructuras que se construyen en el país, pues tiene el único edificio en la costa norte colombiana que registra aceleraciones sísmicas: el Edificio de Ingenierías o Bloque K.

El proyecto, desarrollado desde mediados de 2017 por el profesor Albert Ortiz y un grupo de estudiantes, se enfoca en el monitoreo de salud estructural, el cual comprende la colocación de sensores de bajo costo en el edificio para verificar periódicamente las propiedades de su estructura, incluso cuando acontece un sismo.


              Render del Edificio de Ingenierías con la ubicación de los sensores.

“Desarrollamos nuestros propios sensores porque comercialmente son costosos. Nuestro objetivo es desarrollar tecnología de bajo costo para que pueda ser usada a futuro en el país. El sistema consta de nueve sensores distribuidos en tres nodos triaxiales, ubicados en el tercer, sexto y noveno piso, en un eje del edificio cercano a una columna”, explica el docente.

El desarrollo del proyecto se financió con los recursos de su agenda interna de investigación, con una prórroga de cinco meses hasta el 30 de noviembre de 2018, y desde diciembre de ese año se mantienen activos los sensores. Haroldo Vélez y Miguel Andrés Santiago, de Ingeniería Electrónica, y Carolina Páez, David Caballero y Alejandro Duarte, de Ingeniería Civil, fueron los estudiantes vinculados al proyecto.


             Uno de los sensores de aceleraciones sísmicas del Edificio de Ingenierías.

“El sensor cuenta con un acelerómetro triaxial, el cual es una pequeña tarjeta que se conecta a un microprocesador del tipo Raspberry PI. La información recogida por los sensores es enviada a un servidor en la nube, y luego descargada a un computador instalado en el departamento de Ingeniería Civil y Ambiental”, afirma Ortiz, máster en Estructuras y doctor en Ingeniería Civil de la Universidad de Carolina del Sur.

El llamado de ambos docentes es a que los ingenieros estructurales, los constructores, las curadurías y las ciudades en general hagan cumplir la ley en torno a la construcción y adecuación de estructuras sismo resistentes en las urbes, la región y el país.

Por José Luis Rodríguez R.

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