“Tenemos que reapropiarnos de la democracia”

image-gallery2.jpeg
Santiago Castro-Gómez, filósofo colombiano.

Por:

02 jun 2015

"El hombre es por naturaleza un animal ideológico", era la tesis con la que filósofo Louis Althusser sostenía que para el hombre no es posible escapar de la ideología. La ideología está en todo lo que somos, como especie crecimos con esta y como tal es eterna en el hombre.

"No podemos escapar de estar atrapados en un mundo de ilusiones. No podemos escapar de estar atrapados en el mundo del desconocimiento, en el mundo de la ilusión, de la ideología, entonces es constitutivo de la evolución de la especie. En ese sentido somos animales ideológicos, según Althusser", explicó Santiago Castro-Gómez, filósofo colombiano que estuvo en Uninorte como invitado por el departamento de Humanidades y Filosofía el viernes 15 de mayo.

Durante su visita, Castro-Gómez, reconocido crítico de la poscolonialidad en el pensamiento latinoamericano, realizó la conferencia "Animales ideológicos. Slavoj Žižek y la crítica de la izquierda posmoderna", en donde analizó el modo en que este filósofo esloveno ha retomado la figura marxista de la crítica de la ideología. Conversamos con él frente a lo que significa hoy en día las ideologías en un escenario político y filosófico.

Desde la crisis económica mundial de 2008 para el ciudadano común parece que ninguna de las ideologías políticas es mejor que las demás, aquellos países que eran de tendencia izquierdista se volcaron a la derecha, y viceversa, como un reclamo a las fallas del sistema. ¿Acaso podemos hablar de una crisis de las ideologías políticas?
Lo que ha venido pasando con el espectro político en los últimos años es que se han perdido claramente las fronteras ideológicas, es decir, tanto la izquierda como la derecha se juntan en el centro y prácticamente ya no hay diferencia entre la izquierda y la derecha, hay es diferencia de ciertos acentos pero todos se encuentran en un consenso neoliberal que es del centro. Una de las tesis de Žižek precisamente es que hay la necesidad de que la izquierda demarque claramente sus posiciones frente a la derecha. Se aleje de ese centrismo de aguas tibias y retorne a su idea básica de formular un proyecto emancipatorio, que le diferencie de la derecha y que sea un proyecto que tenga como centro una actitud anticapitalista.

¿Cuál es la crisis de la izquierda que expone Žižek?
Žižek hace una crítica a la izquierda postmoderna, que consiste en que la izquierda ha quedado atrapada en una especie de autoilusión de verse como alternativa cuando en realidad es que no está haciendo nada contra el capitalismo, ni promoviendo algún tipo de alternativa, sino simplemente jugando ahí, alrededor del capitalismo mismo, diciendo que está promoviendo críticas, pero no hay ningún proyecto económico fundamental de la izquierda. Žižek dice que la izquierda se mueve en la misma orbita ideológica de la derecha, es decir que entre izquierda y derecha no hay diferencias ideológicas.

¿Qué decir de la izquierda de América Latina?
En América Latina sí ha habido izquierda. Žižek habla de la izquierda europea. Aquí tenemos los gobiernos progresistas de los últimos años que claramente han tratado de recuperar un proyecto de izquierda crítico al neoliberalismo, caso Bolivia, Ecuador, Venezuela, Brasil, Uruguay, Argentina. En América Latina hemos tenido eso, pero en Europa no. Europa solamente recientemente con el caso de la crisis griega en Grecia, y ahora con la perspectiva que se abre en España con Podemos, pero aparte de eso en Europa es todo un consenso de centro.

Cuando Žižek habla de que el mundo volverá al comunismo, ¿a qué se refiere?
Eso es lo que él quisiera. Él propone una situación postcapitalista, donde los ideales del comunismo puedan ser realizados, es decir, donde lo común pueda estar en el centro de la política, y ya sabemos qué significa eso en términos de Marxismo clásico: la crítica a la propiedad, la abolición de la propiedad privada. Pero allí hay un problema, y esa es mi crítica a Žižek. Él va demasiado rápido. Yo pienso que no es posible desembarazarnos de las instituciones de la democracia. Me parece que justamente la apuesta por la democracia es lo que puede hacer posible una crítica al neoliberalismo, y un proyecto hegemónico que combata al neoliberalismo, pero tenemos que reapropiarnos de la democracia, no desembarazarnos de ella, como quiere Žižek.

Según su concepto como filósofo, ¿cuáles son las principales grandes preguntas que el hombre moderno debe hacerse con respecto a la democracia?
La democracia se ha convertido en una técnica de mercado, en un juego de élites y corporaciones electorales que compiten por el poder y hemos olvidado lo más importante de la democracia, que es la soberanía popular. Hemos olvidado que lo que caracteriza a la democracia es que el ciudadano pueda participar de las decisiones que le afectan. Hemos dejado esto en manos de partidos políticos, de élites. El ciudadano es cada vez más indiferente frente a lo que le ocurre, cada vez más escéptico frente a las instituciones representativas. Yo creo que una de las tareas que tendría la izquierda por delante es contribuir a la recuperación de la confianza en las instituciones, en la creación de una voluntad general, en la idea de que la participación en las decisiones que nos afectan es lo que constituye la democracia y es lo que constituye la virtud democrática, que es lo que tanto nos falta hoy.

¿Por qué históricamente la izquierda nunca ha tenido buena acogida en Colombia?
Colombia es un país muy conservador, un país con largas y asentadas tradiciones conservadoras. La gente prefiere lo ya conocido y tiene miedo de las cosas nuevas, de las propuestas diferentes, y lo que caracteriza a la izquierda es justamente la generación de modelos alternativos. Creo que en parte el aferramiento cultural que se tiene acá por valores ya tradicionales conocidos es algo que ha dificultado el camino de la izquierda. Hay que decir también que la izquierda misma ha contribuido mucho a eso, porque cuando le ha tocado gobernar en realidad no lo ha hecho bien. Lo hemos visto en las recientes alcaldías de Bogotá. Ha habido lentamente una desilusión del electorado frente a las propuestas de la izquierda y esos son terrenos que hay que recuperar de algún modo.

¿Cómo es el colombiano ideológicamente?
No creo que se pueda hablar de algo tan general como el colombiano ideológicamente. Hay colombianos, hay diferentes tipos de gente, diferentes tipos de apuestas. Yo lo que diría que ha habido ciertas hegemonías políticas de larga data que han dejado su marca y su huella en la historia política del país. Una huella básicamente conservadora, una huella en donde las relaciones jerárquicas, las relaciones clientelistas, el racismo, el sexismo no son cuestiones que sean cuestionadas a fondo sino que son cosas que son naturalizadas, que se toman como datos de la naturaleza y simplemente se actúan todo el tiempo en la vida cotidiana. Yo creo que un proyecto de la izquierda tendría que empezar a cuestionar estas jerarquías. No solo en el nivel de la gran política, sino al nivel de la vida cotidiana. A eso me refiero con democracia: a un cuestionamiento permanente de jerarquías de poder establecidos, pero en espacios de la vida cotidiana: en la universidad, en el trabajo, en medios de comunicación. Ahí es donde se juega la democracia y no en ir a votar cada cuatro años.

¿Está Colombia cerca de lograr eso o todavía le hace falta?
Aquí hay mucho trabajo por hacer. Ni de lejos hemos tenido procesos parecidos a los que han tenido los vecinos. También nos hemos ahorrado muchos de los problemas que han tenido los vecinos ciertamente. Estamos en otro proceso en Colombia, estamos en un proceso de paz, en una situación histórica diferente a la que han atravesado nuestros vecinos y el problema que tenemos ahora es este, ese es el que hay que mirar y a partir de eso, a partir de lo que resulte —pues no sabemos qué resulte—, ya veremos cómo se reconstituyen las fuerzas políticas, el espectro político del país. Ahí veremos qué hacer.

Por Jesús Anturi y Daniel Cueto

Más noticias