Tras la recuperación del Centro de Barranquilla

image_gallery9.jpg
Grupo de estudiantes y profesores de la ETH de Suiza y Uninorte, antes de iniciar el recorrido por el mercado de Barranquilla.

Por:

08 jul 2015

La zona del mercado de Barranquillita y parte del sector de la Calle 30 de la ciudad fue de nuevo el epicentro de la Escuela de Verano "Markets in the tropics", una estrategia que la Universidad de ETH y Uninorte se ingeniaron desde el año pasado para generar soluciones con poco presupuesto, pero con gran impacto en la comunidad que concurre en el Centro de la ciudad.

La cita fue el martes 7 de julio en la recién restaurada Intendencia Fluvial, el nuevo centro cultural de Barranquilla. Un lugar que vio pasar el desarrollo comercial de la ciudad durante los años 20. Hoy recuperado, el edificio que vuelve a mirar hacia el río le dio la bienvenida a los 17 estudiantes de la Universidad ETH de Suiza y 11 de Uninorte, quienes desde allí iniciaron su recorrido a eso de las ocho y treinta de la mañana, con poco sol pero mucha humedad. No sin antes recibir de parte del staff todo un kit de herramientas dignas de un investigador social.

"Deriva Urbana" se tituló la estrategia de observación realizada durante toda la mañana por los jóvenes. A través de un paso ininterrumpido los estudiantes recorrieron todo el sector del mercado de Barranquillita. Contaron con herramientas como mapas, una ruleta que podrán girar y determinar hacia dónde dirigirse y una caja donde recogerán recuerdos o productos que compren en la calle, según explicó Edgar Rincón, docente del programa de Diseño Industrial y uno de los encargados de diseñar la metodología del taller.

Los jóvenes se dividieron en tres grupos de 10, cada uno con una responsabilidad específica y un saber distinto. En uno de los grupos Kelly Lei redactó el diario de campo. A simple vista, por sus rasgos asiáticos, Lei pudo pasar fácilmente como una extranjera más, sin embargo su acento local y sombrero vueltiao delataron las raíces Caribe de esta estudiante de Ingeniería Industrial de Uninorte.

A su lado Stefan Breit, de 27 años y estudiante de Estudios Ambientales en Zúrich, debía recoger toda la información ambiental y plasmarla a través de autoadhesivos en un mapa. "Tengo stickers que representan residuos tóxicos, unos que representan fauna, flora y otro de espacios verdes. A medida que voy encontrando estos escenarios en el recorrido los voy pegando en el mapa", relató Breit, quien luego de 40 minutos de recorrido dejaba ver en su rostro la humedad del clima.

Similares al mapa ambiental con autoadhesivos, los jóvenes también debieron llenar uno sensitivo, de olores, sabores y ruidos, así como uno urbanístico, lleno de representaciones como edificios, puntos de encuentro y atractivos turísticos.

El responsable de la caja de los suvenires fue Max Sieber, quien a sus 26 años visita por primera vez un país latinoamericano. Este ingeniero civil oriundo de Zúrich se sorprendió al saber que por 10 mil pesos podía adquirir cuatro pares de medias a manos de uno de los vendedores del lugar. Sin pensarlo las compró y las puso en su caja. "Traje medias conmigo para el viaje, pero en realidad no quiero lavarlas", dijo.

Sieber se vio sorprendido por el recibimiento de la gente en los alrededores de la Plaza de San Nicolás, mientras relataba las diferencias entre los centros urbanos europeos y su primera experiencia en uno latinoamericano. "Soy vegetariano y me gusta ver la variedad de opciones que hay entre frutas y verduras, todas se ven frescas y orgánicas", agregó.

La dicha de Sieber duró poco mientras esquivaba vendedores, carretillas llenas de frutas y el tráfico del lugar. El equipo se adentró en las entrañas del mercado, donde encontraron todo tipo de carnes rojas al aire libre y sin refrigeración. Pollo, pescado y cerdo se vendían como hacen a diario los comerciantes del sector. El aseo del lugar y las altas temperaturas hicieron que Breit pegara en su mapa uno de los autoadhesivos de sustancias tóxicas.

"Queremos que los barranquilleros vuelvan al centro, queremos que el centro reviva, así como ahora la ciudad le vuelve a dar la cara al río. No queremos que este sector muera", fueron las palabras de Hubert Klumpner, decano de la facultad de Arquitectura y Urbanismo de la ETH en Suiza.

Klumpner cuenta con más de 20 años de experiencia en urbanismo y la relación que existe entre la arquitectura y el ser humano. Vivió en Caracas durante algunos años. En compañía de Alfredo Brillembourg hacen parte de la generación que lidera, junto al Banco Interamericano de Desarrollo, el proyecto de Ciudades Emergentes Sostenibles, entre las que se encuentra Barranquilla.

"Se piensa erróneamente que estas ciudades emergentes estarán en Asia. Yo pienso lo contrario, las nuevas ciudades emergentes estarán en Latinoamérica, y Barranquilla será una de ellas", dijo.

Klumpner asegura que la intención de este trabajo interdisciplinar no es inmiscuirse en el proceso actual del Mercado. "Nuestro interés es cambiar las condiciones en las que se encuentra el centro. No nos interesa el pasado ni el presente, lo que queremos es mejorar la forma en la que en este espacio se realizan todo tipo de actividades: mercantiles, culturales, sociales. La gente pide que se mejore la infraestructura, queremos que con un mínimo de inversión se maximicen los retos que vienen para esta zona de la ciudad", añadió.

La Escuela de Verano "Markets in the tropics" busca reunirse con los "stakeholders", o tomadores de decisiones, esos funcionarios públicos, trabajadores de la alcaldía, gobernación y demás entes encargados de las riendas de la ciudad. Es el caso de secretarios, alcaldesa y gobernador.

Esta cita se daría en las próximas semanas, luego de que los jóvenes reúnan toda la información recogida en la salida de campo y realicen propuestas concretas y tangibles para recuperar la zona.

Mientras tanto como si se hubiese quedado estático en el tiempo, esta vez mucho más húmedo y caluroso, el mercado de Barranquillita espera paciente a ser intervenido, esta vez desde los ojos no de quienes lo conocen y lo han vivido por mucho tiempo, sino desde la mente de nuevas generaciones que quieren caminar por estas calles sin que sus zapatos se llenen de barro.

Por Daniel Cueto Guzmán

Más noticias