Turismo de naturaleza, una herramienta para conservar áreas protegidas

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Andrés Vargas, profesor del Departamento de Economía, quien lidera el área de investigación en los temas de economía ambiental y ecológica.

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16 may 2017

A pesar de ser una reserva natural protegida por instituciones nacionales e internacionales, la Vía Parque Isla Salamanca viene padeciendo por la influencia humana en la zona, que dificulta la tarea de conservación de la biodiversidad propia del lugar, y que se caracteriza por su variedad de aves, reptiles y bosques de manglares.

Para buscar estrategias que permitieran la conservación de esta zona protegida, a través de la apropiación y el interés por parte de la comunidad, la organización de Parques Naturales de Colombia buscó el apoyo de investigadores del Departamento de Economía y del Área Estratégica en Biodiversidad de la Universidad del Norte, quienes desde el 2015 trabajan en un proyecto destinado a encontrar soluciones a las problemáticas específicas de la Isla Salamanca.

Los hallazgos de este proyecto fueron expuestos el viernes 12 de mayo, en la más reciente edición del Seminario IEEC, en dónde se presentó la conferencia “Turismo de Naturaleza en áreas protegidas”, a cargo del Andrés Vargas, profesor del Departamento de Economía, quien está a cargo del Observatorio de condiciones socioeconómicas del Atlántico, y lidera las investigaciones en temas de economía ambiental y ecológica. Junto a él trabajaron los investigadores David Díaz y David Borges.

Durante el seminario, Vargas indicó el interés del Gobierno por impulsar el turismo de naturaleza en el país, ya que este es visto como una herramienta que permite dar a conocer su megadiversidad, a la vez que logra desarrollo económico local, y financiamiento para estrategias de conservación de estas zonas.

También destacó que debido a su variedad de fauna, flora y los bosques de manglares que alberga,  el Parque Isla Salamanca fue declarado Área de Importancia para la Conservación de las Aves; así como Reserva de Biosfera y Sitio Ramsar de importancia mundial por la Unesco. Es por esto que para preservarlo, en las 56.200 hectáreas que hacen parte de este complejo de humedales, están restringidas las acciones que puedan generarle impactos negativos.

Pese a esto, en la zona se registra la residencia de grupos humanos, la expansión de actividad agrícola y ganadera, y la pesca. “Hay conflicto por el uso de las zonas protegidas con actividades ilegales. Hay extracción de recursos por tres grupos de individuos: los pescadores, los carboneros y los almejeros”, dijo Vargas.

Teniendo en cuenta esta realidad, los economistas ofrecieron información a los administradores del parque para que construyeran una estrategia ecoturística. Para ello evaluaron la oferta de actividades recreativas que ya ofrece el área, e idearon unas nuevas como deportes acuáticos de bajo impacto (como el Kayak), o la apertura de playas a las que hasta ahora es difícil el acceso. Todo esto a partir de encuestas a potenciales visitantes locales y extranjeros.

“Eso es lo importante de este análisis, porque las apuestas tradicionales del parque son el avistamiento de aves y los recorridos acuáticos, que ahora tienen menos demanda que las playas o los deportes acuáticos, y por eso no tienen las probabilidades de que incrementar las visitas al Parque”, contó el investigador.

De igual forma plantearon una estrategia para hacer una conversión de actividad productiva con las decenas de almejeros que hay en la zona, para que así dejaran de realizar esta actividad ilegal de extracción de recursos, y pasaran a ser guías ecoturísticos capacitados, en una cooperativa comunitaria de su creación. 

Actualmente son 19 los recolectores de almejas, que han dejado este oficio para unirse a la cooperativa y realizar diferentes actividades productivas en torno a la conservación de la biodiversidad a través del turismo.

Por María Margarita Mendoza.

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