Un actor clave para evitar el hambre y la necesidad

En tiempos de cuarentena, los bancos de alimentos, que se encargan de hacer llegar comida y otros productos de necesidad básica a poblaciones con poder adquisitivo limitado, pueden jugar un rol fundamental en mejorar las condiciones en las que viven las poblaciones vulnerables.

banco-de-alimentos (1).jpg

Por:

02 jun 2020

En momentos de cuarentena y distanciamiento social, la labor de los bancos de alimentos cobra mayor relevancia, pues la proporción de familias que no cuentan con los recursos para acceder a bienes básicos se ha incrementado. Estas organizaciones sin ánimo de lucro se encargan de hacer llegar alimentos y otros productos a poblaciones con poder adquisitivo limitado. 

“Para lograr que el confinamiento sea acatado por toda la población, es importante que las personas tengan solucionadas sus necesidades de consumo de productos básicos, y en este sentido los bancos de alimentos y organizaciones afines pueden ser un gran apoyo”, manifestó Gina Galindo, profesora del departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad del Norte. 

En Colombia, oficialmente, no hemos visto escasez de productos aún, salvo algunas excepciones. No obstante, se ha visto un incremento de la demanda, además de un efecto de acaparamiento de productos que ha hecho que las donaciones se vean reducidas. Esta es una tendencia global. 

La Food and Agriculture Organization (FAO) ha propuesto algunas recomendaciones para estos momentos de crisis. Por una parte, es importante manejar el pánico colectivo para que al público general le llegue el mensaje de que no hay necesidad de acaparar productos. También se recomienda integrar a las operaciones de los bancos de alimentos y organizaciones similares, las aplicaciones móviles que permitan a las personas dar información acerca de qué productos desean donar, cuáles productos son requeridos con más urgencia, entre otros aspectos.

La docente de Uninorte señaló que las donaciones a través de organizaciones como bancos de alimentos tienden a generar un mayor impacto que las hechas por individuos, dado que estas cuentan con experiencia y conocen características, necesidades y localizaciones de las comunidades en riesgo. 

Sin embargo, la limitación de los recursos es uno de los grandes obstáculos a los que se enfrentan los bancos de alimentos, en épocas de crisis o por fuera de ellas. De acuerdo con la FAO, en el mundo muchos bancos han tenido que cerrar o reducir sus operaciones debido a tres grandes razones: dificultades financieras, escasez de donaciones y reducción del personal de apoyo por las medidas para reducir el riesgo de contagio. De acuerdo con Galindo, es clave construir alianzas con otras organizaciones. Esto se puede realizar a través de programas en los que participen activamente organizaciones que puedan contribuir, entre otras cosas, con fondos financieros y donaciones.


Gina Galindo, docente del departamento de Ingeniería Industrial. 

 

Por otra parte, son necesarios políticas y programas por parte del gobierno que incentiven a las empresas privadas, a los agricultores y a las personas del común a donar alimentos y otros productos. En Colombia, el 20 de junio de 2019 se aprobó el proyecto de ley 301 de 2018, según el cual se prohíbe botar los alimentos aptos para el consumo humano y que no lograron ser comercializados, y se incentiva su donación a organizaciones sin ánimo de lucro que puedan distribuirlos.

Según datos de la FAO, a 2019 se estimaba que en Colombia se desperdiciaban aproximadamente 9,7 millones de toneladas de alimentos al año. La ley 301 de 2018 le apunta a reducir esta cifra en un 50 %. “Iniciativas como estas, así como incentivos a las donaciones, podrían ayudar a alcanzar un sistema un poco más sostenible. Sin embargo, es clave hacer seguimiento y control de dichos programas para evaluar su impacto y detectar oportunidades de mejora”, argumentó. 

La profesora del departamento de Ingeniería Industrial recomendó adoptar una estrategia de entrega de ayudas que incluya tanto dinero como productos de necesidad básica. La entrega de productos implica ciertas dificultades logísticas, debido a situaciones como la caracterización de la población objetivo para saber qué productos necesitan. “Ya las familias están enfrentando ansiedad por el confinamiento, por la incertidumbre económica y por la salud de sus miembros, por lo que lo deseable es modificar lo menos posible aquellos hábitos (alimentarios) que puedan mantenerse”, dijo. 

En experiencias previas de ayuda humanitaria a nivel nacional e internacional, se ha optado por entregar dinero en vez de productos. Esto simplifica las operaciones logísticas y le da la oportunidad a los beneficiarios de adquirir los productos que necesitan y prefieren. Galindo advirtió que las entregas de dinero también deben planearse cuidadosamente.

“Por ejemplo, la cantidad destinada a cada familia debe tener en cuenta su tamaño y la presencia de niños o mujeres gestantes. Ahora bien, dadas las cantidades de desperdicio de alimentos en Colombia, no se puede dejar de aprovechar la existencia de dichos productos para ser distribuidos a poblaciones de escasos recursos”, redondeó la PhD en Ingeniería Industrial. 

Una de las claves para lograr una buena cobertura y efectiva, anotó la docente, está en la coordinación de esfuerzos. No solo los bancos de alimentos entregan ayudas, también lo hacen grupos religiosos, ONGs, gobierno, etc. En ocasiones, las actividades de entrega son realizadas de manera independiente por cada organización. “Sería ideal poder coordinar a dichas organizaciones para que no haya esfuerzos redundantes y detectar las brechas en cuanto a qué comunidades no se están atendiendo. Las articulaciones también permiten explotar la experiencia y fortalezas de algunas organizaciones para lograr un efecto sinérgico”, comentó. 

Pueden haber organizaciones con una amplia experiencia en rutas de distribución, mientras que otras pueden poseer una gran cantidad de datos para la caracterización de las comunidades. Si trabajan juntas, pueden ayudarse las unas a las otras. Además, sería también clave lograr la articulación con actores del sector privado, academia y gobierno.

El sector privado puede contribuir en aspectos como donaciones, canales logísticos y a través de alianzas con empresas que comercialicen alimentos y productos de primera necesidad. La academia puede apoyar con soluciones que permitan utilizar efectivamente los recursos. En cuanto al gobierno, es un actor relevante de quien depende la formulación de programas, políticas y la asignación de recursos públicos para dar atención a las comunidades necesitadas.  

Por Leonardo Carvajalino

Más noticias