Un nuevo espacio para los niños de Palermo

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20 ene 2016

Villa Clarín, un humilde asentamiento de 11 manzanas, ubicado en Palermo (Magdalena) y poblado casi en su totalidad por desplazados de la violencia, sirvió como escenario para el taller de intervención social "Un nuevo espacio para todos", llevado a cabo entre el 26 de noviembre y el 6 de diciembre por el Laboratorio Experimiental para Innovación Social de la Universidad del Norte (Disca Lab), con el objetivo de fortalecer la investigación en los programas de la Escuela de Arquitectura Urbanismo y Diseño de la Universidad.

Desde 2012, la comunidad de Villa Clarín ha tenido la disposición de servir para Uninorte como laboratorio de práctica para el diseño con énfasis social. Fue allí donde tuvo lugar, el año pasado, el proyecto "Un espacio para todos", por parte de los estudiantes de VII Semestre de Diseño Industrial, que se basó en la construcción, en conjunto con la comunidad, del primer parque del barrio, un lugar de esparcimiento y recreación para reforzar las relaciones sociales de los habitantes de Villa Clarín.

El taller de este año buscó continuar la tarea iniciada en 2014, generando un espacio donde estudiantes de Diseño Industrial, Gráfico, Arquitectura e Ingeniería Civil pudieran diseñar, construir e instalar diversas piezas y así explorar el uso de nuevas tecnologías para la creación de soluciones con enfoque social. De igual forma se trabajaron temas de inclusión social, diseño y procesos participativos enfocados hacia realizar intervenciones eficientes.

La actividad contó con el apoyo de Fabio López, director Fundación Insitu, programa que ha realizado proyectos de transformación de espacios con comunidades menos favorecidas en Medellín, Lima (Perú) y Barquisimeto (Venezuela)

 "Empezamos hace una semana (jueves). No teníamos nada, solo un diagnóstico. El viernes se empezó a diseñar y el sábado, domingo y lunes se hizo el diseño y la fabricación de moldes. Ha sido una semana sin parar hasta llegar al proceso de ensamblaje", relató López la dinámica del taller, en el que se intervino un espacio de 21.5 x 20, en lo que solía ser un acopio de basuras y escombros.

"Hace un año se hizo un espacio donde había unas banquitas, unas mesas, pero con el tiempo se las han ido llevando", contó López. "Nos dimos cuenta cuando volvimos que los niños usan el espacio como cancha, entonces en el proyecto se incluyó una canchita también".

El diagnóstico previo al trabajo arrojó que el espacio intervenido es frecuentado por al menos 160 niños, que se convirtieron en el foco del proyecto. Por ello ubicó un centro con llantas donadas por empresas, con la intención de replantar un árbol grande de otra parte de Palermo para que le diera sombra al espacio. "El restos de árboles son sembrados", añadió López.

La temática del parque ha sido basada en las pruebas físicas de concursos televisivos. "Los niños hablaban del Desafío y de la pruebas, pues lo enfocamos por ese lado. La misma comunidad nombró al parque ‘El Desafío de Villa Clarín'", explicó.

Las pruebas incluyen una pirámide de neumáticos con hierro y sogas amarradas, un péndulo derivado de un viejo columpio, una ‘serpiente' hecha con tubos reciclados, una serie de ‘elefanticos' e ‘hipopotamitos' de madera entre los que los niños deben saltar y un laberinto hecho con telas y bambúes reciclados de un ejercicio del departamento de Ingeniería Civil de Uninorte.

Todo eso ha sido según López se hizo "con reciclaje de llantas, botellas, escombros y haciendo rellenos utilizando el mismo escombro. Hemos aprovechado las herramientas digitales. La empresa Protech nos prestó la máquina laser y estuvimos cortando digitalmente la madera". Este uso de tecnología permite acortar el tiempo de las intervenciones

"Fuimos ambiciosos en diseño. Lo muchachos muy buenos, muy talentosos, diseñadores y pudimos hacer muchas cosas", agregó López. "Al principio fue difícil trabajar con los niños alrededor, pero tenemos que involucrarlos obviamente, porque todas estas llantas no están solo puestas, dentro tienen escombros y tierras para hacer el peso. La traída y vaciado los baldes, los niños han sido en realidad lo que han hecho eso". Incluso, la comunidad misma gestionó un tractor para volcar arena y aplanar el terreno .

Edith Gutiérrez, quien vive en Villa Clarín desde hace 7 años, recuerda cómo lo que ahora se está convirtiendo en parque, se inundaba en tiempos de invierno. "El agua llegaba hasta la rodilla, esto eran una laguna, pero esto se ha ido recuperando, se han sembrado los árboles matas que se han ido cayendo. El parque está quedando bien elegante. Estamos agradecidos con la labor de los muchachos", dijo Edith.

Reto educativo

"Muchas veces los diseñadores, los arquitectos, todos podemos proyectar cosas, pero otra cosa es hacerlas reales", explicó Edgard Rincón, profesor de Uninorte, a cargo de la actividad.

Este tipo de intervenciones pequeñas permiten, según Rincón, aprender nuevas técnicas y métodos, así como trabajar en equipo con gente desconocida, mientras se lucha por cumplir en plazo de una semana. "De hecho no alcanzamos a tener todo listo en el tiempo que queríamos, por múltiples razones, pero yo creo que el objetivo principal de esto es aprender a concretar", añadió el profesor.

En cuanto el objetivo social de la actividad Rincón considera que en las intervenciones no se logran los cambios de un solo empujón, sino en hacer muchas en el mismo lugar hasta que cede. "En este caso, la idea es crear el empoderamiento comunitario de esta comunidad.  Hay múltiples situaciones de la pobreza extrema aquí. El contacto con esa realidad es el reto para los estudiantes y para la comunidad es unirse, creer en cosas, ver en un espejo de una persona que viene de afuera a ponerse disposición de ellos, para que ellos empiecen también a pensar que también pueden cambiar", concluyó Rincón.

Por: Andrés Martínez Zalamea

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