Un vistazo a Teotihuacán, la gigantesca y particular ciudad prehispánica

Entre los años 300 a 550 d.C., Teotihuacan era una mole urbana de 20 kilómetros cuadrados, con 125 mil habitantes que convivían en el primer experimento multiétnico que se dio en Mesoamérica. La ciudad fue protagonista en Diálogos de Arqueología.

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28 jul 2020

Una ciudad de 20 kilómetros cuadrados en cuyo centro reposan gigantescas pirámides; por sus calles caminan 125 mil habitantes, cada uno vestido de acuerdo con los múltiples orígenes étnicos que componen esta mole urbana gobernada por un consejo de ‘dioses’. Este escenario, aunque parece salido de la ciencia ficción, es en realidad la descripción de Teotihuacan, una de las más importantes ciudades preindustriales, que tuvo su cúspide entre los años 300 a 550 d.C. 

Linda Manzanilla Naim y Annick Daneels, docentes e investigadoras del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, fueron invitadas al espacio de Diálogos de Arqueología para hablar sobre esta ciudad anómala en la historia de Mesoamérica. El evento organizado por la especialización en Arqueología de Uninorte en conjunto con el doctorado de Arqueología de la Facultad de Ciencias Sociales, de la Universidad Nacional de Centro de la Provincia de Buenos Aires, se llevó a cabo el 23 de julio vía el canal de YouTube de Uninorte Académico. 

Se habla de Teotihuacan como una anomalía por varias de sus características. Este asentamiento urbano además de ser gigantesco para la época, tuvo un patrón de asentamiento muy particular. Por ejemplo, cuando se da la revolución urbana en Mesopotamia, al mismo tiempo se desarrollan centros urbanos secundarios y terciarios que emulan el modelo de ciudad y van poco a poco creciendo. 

En el caso de la ciudad mexicana, hay un gran contraste con sus alrededores, ya que está compuesto por una gran concentración urbana y una ruralidad que lo rodea. Por eso, Manzanilla lo describió como un estado tipo pulpo, en el que la gran mancha urbana es la cabeza del pulpo, y los corredores de sitios aliados son los tentáculos. 

Estas alianzas no se coordinaban desde una estrategia militar sino que había autonomía entre los habitantes de los diferentes barrios para establecer rutas de comercio y de abastecimiento. De acuerdo con Manzanilla, debido al origen multiétnico de sus pobladores, que llegaron huyendo de la erupción del volcán Popocatépetl, fue clave para su duración en el tiempo pensar el orden administrativo de la ciudad desde una organización corporativa de participación y no desde un gobierno dinástico, como lo hicieron los mayas. 

Teotihuacan estaba organizada en 22 barrios étnicos. Cada uno constituía una especie de ‘casa noble’, con una población que provenía de distintos puntos del corredor. Cada barrio tenía un centro de coordinación, con zona ritual, administrativa, guardia del barrio, una especie de clínica del barrio, la casa donde vive el gobernador, una alineación de almacenes y cocinas para dar de comer a los empleados del centro de coordinación y un espacio abierto para actividades sociales. 

Las personas vivían en conjuntos, casas con tres familias que no eran necesariamente parientes; cada una con un apartamento con cocina, almacén, dormitorios, pórticos, patios de servicios, traspatios y un patio ritual donde le rendían culto a su deidad patrona. 

Al mismo tiempo, estos 22 barrios estaban divididos en cuatro distritos, que estaban representados de acuerdo con cuatro deidades: diosa del fuego, diosa de las aguas corrientes, dios de las tormentas y dios del cerro. Según la investigadora, cada distrito tenía élites gobernantes que personificaban a las deidades y que participaban en el consejo de gobierno de la ciudad. 

Otro rastro de la multiculturalidad que representaba Teotihuacán, dijo Daneels, se encuentra en las técnicas de construcción de las pirámides de la Luna, del Sol y de la Serpiente Emplumada. Estas pirámides son las más tardías de esta trayectoria de arquitectura monumental mesoamericana y las más grandes construidas en una sola etapa. 

Hacia el 570 d. C. ocurre un incendio y poco a poco se van las élites y con ellas los demás miembros de la sociedad, pues comenzó a decaer el sistema de abasto de la ciudad. Tras su caída se da la balcanización, es decir, se dan pequeños centro urbanos en torno a Teotihuacan, al tiempo que comienza el desarrollo hacia el norte de México. Solo hasta 1300 se volvió a ver un proyecto urbano de tal magnitud, con Tenochtitlán. 

Por Leonardo Carvajalino

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