Una jornada para visibilizar la violencia de género en la cotidianidad

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cerca del 35 % de las mujeres en el mundo han sido víctimas de violencia física o sexual en algún momento de sus vidas; un fenómeno que no solo afecta su integridad sino también su salud mental.

Para ofrecer un panorama de las características de este flagelo en el contexto local, el martes 22 de mayo se realizó el “Encuentro Interinstitucional Región Caribe: prevención de la violencia de género y la trata de personas”, que fue organizado por el Nodo Caribe de ObservaLAtrata, observatorio latinoamericano especializado en visibilizar el tráfico de personas.

Francisco del Pozo, profesor e investigador del Instituto de Estudios en Educación (IESE), es quien coordina este nodo regional y participó de este evento a través de la conferencia “Prevención de la violencia desde la pedagogía social”, en la que resaltó cómo ciertos aspectos culturales de la sociedad han propiciado y naturalizado conductas violentas hacia las mujeres; lo cual a su parecer “les resta oportunidades y atenta contra su dignidad”.

“Para la violencia de género no siempre hay condicionantes psicopatológicos, pero sí hay unos fuertemente culturales, como naturalizar roles inflexibles para hombres y mujeres, o las violencias y micromachismos cotidianos que se dan hacia ellas. Entonces la idea es entender cómo puede construirse un aprendizaje que deconstruya eso desde la educación”, afirmó el investigador.

Del Pozo destacó que el ciclo de la violencia contra las mujeres incluye distintas etapas que lo perpetúan, una de estas es la fase de la luna de miel, en la que tras los actos de violencia sexual, física o psicológica, viene un periodo de arrepentimiento y culpa. “Aquí el agresor culpabiliza a la mujer por la situación, le pide que lo perdone, dice que ya no va a volver a pasar y luego continúa. Es un comportamiento bastante frecuente en este tipo de violencia”, manifestó.

Agregó que para frenar este tipo de conductas es importante la educación preventiva, y para ello es clave que desde las escuelas, familias, fundaciones, comunidades y entidades públicas se trabaje por construir sociedades menos violentas.

Violencia de género y salud

En la jornada también participó Ana Liliana Ríos, médico especialista en salud familiar y docente del departamento de Salud Pública de Uninorte, quien impartió la conferencia “Salud y violencia de género”, en la que ofreció cifras y resultados de estudios presentados por la Encuesta Nacional de Demografía y Salud de 2015, la cual recopiló información de hombres y mujeres en más de 44mil hogares rurales y urbanos en Colombia.

El estudio demostró que tanto hombres como mujeres son víctimas de violencia, pero fueron ellas quienes reportaron mayor número de agresiones físicas y emocionales. Ríos indicó que, según la encuesta, este último hecho tenía consecuencias como disminución de la autoestima, y perdida del interés en las relaciones sexuales.

Esta encuesta también reflejó que el sitio donde las mujeres reportan haber sido más tocadas en contra de su voluntad resultaba ser su propio hogar, seguido por la calle y en el transporte público. “Esto es un contrasentido porque la casa es un ambiente donde uno debe estar más seguro, pero resultó ser es el primer lugar donde reportan haber sido agredidas”, dijo la profesional de salud.

Ríos señaló que buena parte de las mujeres consultadas que habían sido agredidas, especialmente aquellas que habitaban en zonas rurales, nunca lo reportaron a un servicio de salud por no considerarlo pertinente. Ante lo cual insistió en que los prestadores de salud deben tratar el tema desde la perspectiva de gestión del riesgo y la prevención.

“Los profesionales de salud deben estar alerta con los pacientes, buscar signos de alarma, características de su salud mental, su entorno familiar y redes de apoyo que de alguna manera puedan ayudar a intervenir en esta situación”, puntualizó.

Por María Margarita Mendoza.