Una reflexión sobre la crisis del liderazgo político en el Caribe

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Silvia Gloria y Adolfo Meisel durante el coloquio de Casa Grande en Cartagena.

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25 sep 2017

En Colombia no hay un representante de la política de la región Caribe al que pueda llamarse líder. O mejor dicho, que la ciudadanía caribeña reconozca como tal. Hay quienes piensan que el liderazgo político en la región está pasando por una crisis desde hace tiempo. Adolfo Meisel, codirector del Banco de la República y coordinador de la iniciativa Casa Grande, analiza la situación en el artículo “El liderazgo y el futuro del caribe colombiano”.

Meisel presentó las principales tesis del texto durante el séptimo coloquio organizado por Casa Grande, que se realizó en Cartagena el jueves, 20 de septiembre, en la Universidad Tecnológica de Bolívar. Silvia Gloria, decana de la división de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales, fue invitada para participar como comentarista de la investigación de Meisel.

Si bien es cierto que, desde el punto de vista técnico de la democracia, la región tiene gran potencial electoral (que se evidencia en la elección de congresistas con altas votaciones e incluso en la definición de una elección presidencial como la del año 2014), de acuerdo con Meisel hay una enorme distancia entre el peso electoral de la región y el rol que juega en la conducción del estado.

“No tenemos peso político, hay que preguntarse ¿por qué nuestros dirigentes no tienen incidencia en las decisiones más importantes a nivel político?”, dice Meisel, quien en su escrito identifica cinco factores principales que han contribuido al escaso liderazgo político de la región Caribe en la actualidad.

Estos son: la estructura económica y social, cuyo rezago con respecto al centro del país es considerable; la estructura territorial, donde pesa el hecho de que cada departamento del Caribe actúe independientemente; la debilidad de la tecnocracia, que incluye factores relacionados con la debilidad educativa de nuestro capital humano; falta de legitimidad de la dirigencia política de la región, asociado al rol de la corrupción; y la ausencia de vocación de poder en la esfera nacional, que se manifiesta en la ausencia de nuestra dirigencia en los temas de mayor trascendencia para el país.

Para la decana Silvia Gloria, este es un documento motivador de cara al futuro y plantea un escenario de debate con miras a qué tipo de líderes necesita la región Caribe. Según Gloria, a pesar de que el rezago de la región se puede decir que está sobrediagnósticado, tanto en lo económico, como en lo social y en lo cultural, todavía no se ha hecho un diagnóstico profundo sobre qué clase de profesional queremos formar para que lidere el Caribe que queremos construir.

“El trabajo de Meisel plantea la reflexión sobre cómo superar la visión localista que hay entre departamentos para actuar en la defensa de los intereses de la región; además de cómo suscribir una agenda de prioridades económicas, sociales, de política pública, cultura”, señala la decana. “Después necesitaremos una clase política que se siente comprometida por esa agenda de prioridades que se establezcan”.

Al final, ambos académicos coinciden en la necesidad de que en la región se encuentre un liderazgo político transformativo. En este sentido, Gloria considera prioritario empezar a formar más políticos por vocación, una tarea que debe hacerse en conjunto entre universidades y tanques de pensamiento, como Casa Grande, de la región.

Por Jesús Anturi

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