Cuando el pasado domingo salí a votar,  caminando bajo la lluvia, observé que no había ni transporte urbano ni los tradicionales buses que traían electores de otros barrios a mi puesto electoral. Ello me dejó un sabor preocupante y confirmó mis temores de que la capacidad de los partidos de gobierno (La U, Liberal, Conservador y Cambio Radical) es buena para elegir sus concejales, diputados y senadores, así como alcaldes y gobernadores,  pero absolutamente incapaz para movilizar a sus electores  ante temas tan trascendentes como los acuerdos de La Habana. La abstención en la Costa fue del 75%, y aunque se ganó con el Sí, no se le puede echar la culpa al huracán. Se repite el escenario de la pasada primera vuelta presidencial, donde gracias a la movilización de los sectores sociales y la izquierda en la segunda vuelta, con el apoyo de la Costa, pudo Santos llegar  a la presidencia.

El ganador de la jornada fue el Centro Democrático, el cual, sin los recursos propagandísticos, con el uso de las redes, y el tesón de su campaña, derrotó a la maquinaria oficial, en alianza con los sectores conservadores y religiosos del país. Toca ver ahora qué hacen, pues el camino depende de lo que decidan las Farc, pues no queda clara la ruta bajo esta incertidumbre. El perdedor fue el Gobierno y toda la parafernalia montada en Cartagena. ¿Qué pensará la comunidad internacional de un país que niega un acuerdo de paz? ¿Estará la dirigencia de las Farc dispuesta a irse a la cárcel, y que su partido político no tenga tantas ventajas? A pesar de que han manifestado seguir firmes con su voluntad de paz, nadie sabe si aceptarán las condiciones del uribismo. Asimismo, el camino de negociaciones con el ELN se vuelve bien difícil con un gobierno que acaba de perder el respaldo de la mayoría del pueblo colombiano.

Las zonas del conflicto en la Costa Caribe y el Pacífico votaron por la paz, pero la zona Andina votó en contra. Piden una renegociación más dura con las Farc, y nadie sabe si eso es posible.

Los cambios institucionales en una sociedad nos enseñan la teoría del ajuste institucional, no se pueden llevar a cabo con una sociedad tan fracturada. Si la mitad de los colombianos no quiere el acuerdo, ya no es posible seguir con lo mismo. El Gobierno ha manifestado que se mantendrá firme con el proceso de paz, pero el Centro Democrático prácticamente ha planteado la necesidad de aceptar la negociación bajo sus presupuestos muy conservadores, con muchas generalidades. Por ahora, el Gobierno mantendrá el cese bilateral, lo cual es positivo. Sin duda, hemos entrado en un camino de incertidumbre. Con una economía desacelerada, y un Gobierno desprestigiado que tiene que hacer una reforma tributaria inminente, el escenario es bien confuso.  Toca seguir analizando el escenario con calma, y que entendamos que mucho está en juego, para decidir qué hacer. Ninguna de las partes parece querer precipitarse a cualquier decisión prematura. La paz está en vilo. Hemos saltado al vacío y a la incertidumbre. Ahora nadie sabe qué pasará.